martes, 23 de noviembre de 2010

El mito de Lady Godiva

A estas alturas de la vida imagino que alguna vez le habrán contado que esta hermosa mujer paseó desnuda por un pueblo a lomos de su caballo. Lo que ya no resulta tan conocido es el motivo que le llevó a actuar así: pedirle a su marido que rebajara los impuestos de los campesinos.

Los cronistas medievales cuentan que Lady Godiva era la bella esposa del avaricioso conde Leofric III, señor de Mercia –uno de los antiguos reinos anglosajones situado en pleno corazón de la actual Inglaterra– y que vivió en la ciudad de Coventry a mediados del siglo XI.


Viendo las penurias de los campesinos y sus dificultades para pagarle a su marido los tributos feudales, la condesa se apiadó de sus vasallos –al fin y al cabo, Godiva significa regalo de Dios (God´s gift)– e intentó persuadir a su esposo de que les rebajara los impuestos, pero Leofric se negó afirmando que aquellos siervos eran gente sin honor. Para demostrarle lo contrario, la condesa le propuso pasear desnuda por las calles de Coventry; si los siervos permanecían dentro de sus casas, con las contraventanas cerradas y nadie se asomaba a verla, su marido tendría que ser menos avaricioso con ellos. Y así fue.


En el verano de 1040, Lady Godiva se paseó por la ciudad montada en su caballo blanco sin más atuendo que su larga cabellera rubia; las calles permanecieron desiertas y como ningún aldeano ofendió con su mirada la desnudez de su esposa, el conde Leofric tuvo que bajarles los impuestos.
Hoy en día, Coventry aún la recuerda con una escultura en la plaza de Broadgate –una de las mayores estatuas ecuestres del Reino Unido– y con la llamada Godiva Procession que se celebra cada año durante las fiestas de junio.


Por cierto, en honor a su nombre, desde 1926, la fábrica belga de Godiva Chocolatier prepara algunos de los mejores bombones del mundo.

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