Poco antes de proclamar su independencia de Gran Bretaña, el gobierno de Nueva Delhi adoptó la Tiranga como enseña nacional de La India, en julio de 1947. Según la poetisa Sarojini Naidu –amiga de Gandhi y primera mujer que ocupó el cargo de Presidenta de un Estado indio: Uttar Pradesh– (…) bajo esta bandera, no existen diferencias entre los príncipes y los campesinos, entre los ricos y los pobres, entre los hombres y las mujeres. Un pensamiento con mucha trascendencia en un país donde conviven la democracia y el tradicional sistema de castas –o varnas– formado por los brahmanes (sacerdotes), chatriyas (guerreros), vaishiyas (comerciantes) y sudras (campesinos y artesanos), dejando fuera de este orden a los parias.
La Tiranga, como habitualmente se conoce a la bandera india, está formada por tres franjas horizontales de igual proporción: la superior de color azafrán, como símbolo del coraje, el sacrificio y el espíritu de renuncia; la central, blanca, en representación de la pureza y la verdad; y la inferior, verde oscura, como muestra de la fe y la fertilidad. La Rueda de la Ley –24 radios de color azul marino– aparece situada en el centro de la franja blanca; representa el carácter dinámico de un cambio pacífico, expresado en la idea de que hay vida en el movimiento y muerte en el estancamiento y se la conoce con el nombre de Chakra de Ashoka.
Los antiguos brahmanes de La India, la primera de las cuatro castas que mencionábamos anteriormente, hablaban en sánscrito y en esta lengua, rueda se dice chakra. Un término con el que las escrituras religiosas hindúes –los vedas– denominan a los centros energéticos del cuerpo humano y que mantienen nuestra salud física, mental, emocional y espiritual.
Por su parte, Ashoka –el que no tiene penas, en sánscrito– fue un emperador indio que gobernó en gran parte del Indostán durante el siglo III a.C.
Después de someter a sus enemigos en batallas tan cruentas como la guerra de Kalinga, donde los historiadores calculan que perecieron más de 100.000 personas, el rey se convirtió al budismo, dictó numerosas normas predicando la no violencia –ahimsa– y llevó a cabo una política de tolerancia y de reformas legales que se reflejaron en pilares, situados por todo su reino, desde la actual Afganistán hasta Nepal, que se coronaban con esta rueda para cumplir la Ley Sagrada y continuar haciéndolo. Uno de sus edictos más famosos se cinceló en arenisca en el paraje de Sarnath (cerca de Benarés, Uttar Pradesh, India) y se le conoce como El Pilar de Ashoka, un capitel formado por cuatro leones confrontados que se asientan sobre una losa decorada con otras tantas ruedas y que el monarca erigió en el lugar donde Buda comenzó a predicar a los cuatro puntos cardinales. Hoy en día, veinticuatro siglos más tarde, aquellos leones siguen siendo el emblema de La India.
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