El llamado Sistema de Madrid para el Registro Internacional de Marcas se estableció en la capital española el 14 de abril de 1891, cuando se firmó un convenio internacional –el Arreglo de Madrid– del que hoy forman parte 85 países, bajo la gestión de la Oficina Internacional de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), de Ginebra (Suiza); uno de los quince organismos especializados de las Naciones Unidas.
Según la legislación española –Art. 4 de la Ley 17/2001, de 7 de diciembre, de marcas– una marca es todo signo susceptible de representación gráfica que sirva para distinguir en el mercado los productos o servicios de una empresa de los de otras. Ese signo puede ser una palabra o combinación de palabras; imágenes, figuras, símbolos y dibujos; letras, cifras y sus combinaciones; formas tridimensionales (envoltorios, envases y la forma del producto o de su presentación); signos sonoros o cualquier combinación de todos los anteriores.
De acuerdo con el Arreglo de Madrid, la primera marca que se registró internacionalmente fue la del chocolate Suchard, en 1893, pero caducó; con lo cual, el registro que ha ocupado su lugar como marca más antigua que aún esté en vigor, es la de los relojes Longines, de aquel mismo año. Desde entonces, hubo que esperar hasta mayo de 2009 para que se registrara la marca número 1.000.000, de acuerdo con el Sistema de Madrid, la de la empresa ecológica austriaca Grüne Erde.
Gracias a este procedimiento, el propietario de una marca puede protegerla mediante una única solicitud, y de una sola vez, de modo que consigue su registro internacional como si la hubiera inscrito en cada uno de los Estados que forman parte del sistema. Es más rápido, sencillo y barato y tienen validez en los 85 países que han suscrito el Arreglo madrileño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario