martes, 8 de enero de 2013

El timo 419: las cartas nigerianas y el prisionero español

En 2006, el artista canadiense Jeffrey Swartz organizó una exposición en Vic (Barcelona) sobre uno de los fraudes más habituales que se cometen por internet: el timo 419; calculando que, por este medio, se estafan al año unos 3.000.000.000 de dólares a personas que, sencillamente, han sido engatusadas por medio de un correo electrónico, enviado desde la ciudad de Lagos (Nigeria), en el que alguien que se presenta como delegado de una entidad bancaria local le comunica que ha sido autorizado a repartir una gran cantidad de dinero –suele hablarse de millones de dólares americanos que proceden de las cuentas corrientes de contratistas extranjeros– entre los que se pongan en contacto con él, rápidamente, indicando sus datos personales, dirección, teléfono, estado civil y profesión, junto con una copia escaneada de algún documento oficial que lo identifique. De esta manera, la víctima accede a facilitar sus datos a cambio de la promesa de recibir una parte de aquella ingente cantidad de dinero. En ese primer email, el representante del banco ya advierte, en letra pequeña –al pie del correo y con una pésima redacción ortográfica que debería hacer sospechar a la víctima– que tenga en cuenta, que usted tendrá que pagar una pequeña cantidad de dinero para el procesamiento de los cargos administrativos y courier. Como es obvio, el siguiente paso será recibir un nuevo correo donde le pedirán que ingrese alguna cantidad como provisión de fondos para hacer frente a un imprevisto, pagar tasas o sobornar a un funcionario oficial… y, a cambio, nunca recibirá el dinero prometido.

Este fraude es la versión on line del clásico timo que en el mundo anglosajón se conoce como Spanish prisoner (prisionero español). Desde el siglo XVI, los pícaros ya se hacían pasar por representantes de un supuesto aristócrata inglés, encerrado en las cárceles españolas, que trataban de reunir la fianza para liberarlo; a cambio, ofrecían la promesa de que el noble sabría recompensar su inestimable ayuda cuando saliera de prisión. El timo se fue adaptando y también se recurrió a reos presos en las terribles mazmorras de los berberiscos o en las prisiones de Perú para estafar a infelices compatriotas. De esta forma, el timador lograba hacerse con un buen botín a costa de las cantidades que le iban adelantando los incautos que perdían no solo su patrimonio sino su dignidad.

Hoy en día, el timo 419 ha alcanzado tal grado de trascendencia internacional que incluso el FBI estadounidense lo define en su portal, en castellano, del siguiente modo: el éxito de la estafa depende de convencer a una víctima dispuesta que envíe dinero al autor de la carta en Nigeria, en forma de pagos parciales cada vez mayores, y con motivos diversos (…) con la promesa de que todos estos gastos serán reembolsados una vez que los fondos sean extraídos con éxito de Nigeria. Una vez que las víctimas dejan de enviar dinero, algunos de los criminales han llegado a utilizar la información personal y los cheques que reciben para suplantar la identidad de la víctima, vaciando las cuentas bancarias y utilizando tarjetas de crédito hasta el límite. Algunas víctimas son persuadidas a viajar a Nigeria, en donde han sido encarceladas en contra de su voluntad, además de perder grandes cantidades de dinero. El gobierno de Nigeria no se muestra comprensivo con las víctimas de estas estafas, ya que dichas víctimas han conspirado para extraer fondos de Nigeria de forma ilegal que van en contra de las leyes nigerianas. Las estafas violan la sección 419 del [capítulo 38 del] Código Penal de Nigeria, por lo que también se denominan como “fraude 419”.

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