jueves, 6 de junio de 2013

¿Cuándo se autorizó el acceso de las mujeres a la Universidad?

Ocurrió hace poco más de cien años en una fecha que, hoy en día, puede resultarnos muy significativa para reivindicar los derechos de las mujeres pero que, a comienzos del siglo XX, aún no era más que el octavo día del mes de marzo: festividad de san Juan de Dios, la Real Orden de 8 de marzo de 1910 vino a derogar una disposición anterior, la Real Orden de 11 de junio de 1888, donde se disponía que las mujeres fuesen admitidas á los estudios dependientes de este Ministerio [de Instrucción Pública y Bellas Artes] como alumnas de enseñanza privada pero que cuando alguna solicite matrícula oficial se consulte á la Superioridad para que ésta resuelva según el caso y las circunstancias de la interesada. Este criterio de la autorización previa desapareció en 1910 al considerarse que aquellas consultas, si no implican limitación de derecho, por lo menos producen dificultades y retrasos de tramitación, cuando el sentido general de la legislación de Instrucción Pública es no hacer distinción por razón de sexos, autorizando por igual la matrícula de alumnos y alumnas. S. M. el Rey (q. D. g.) [se refiere a Alfonso XIII] se ha servido disponer que se considere derogada la citada Real Orden de 1888 y que por los Jefes de los Establecimientos docentes se concedan, sin necesidad de consultar á la Superioridad, las inscripciones de matrícula en enseñanza oficial ó no oficial solicitadas por las mujeres, siempre que se ajusten á las condiciones y reglas establecidas para cada clase y grupo de estudios.

Aquella norma de 1910 puso fin a situaciones tan indignas e injustas como la que vivió Concepción Arenal, disfrazándose con ropa de hombre para asistir a clase en la Facultad de Derecho durante tres cursos académicos, sin posibilidad de examinarse, sólo como oyente, porque en el siglo XIX las mujeres todavía no podían matricularse en la universidad. Doce años después de que se aprobase aquella Real Orden, en 1922, la valenciana María Ascensión Chirivella Marín se convirtió en la primera licenciada en Derecho que pudo colegiarse en España para ejercer como abogada.

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