Más cerca de Groenlandia –y, por lo tanto, de América– que de las costas más septentrionales europeas de Escocia o Noruega, Islandia forma parte del Viejo Continente porque comparte historia y cultura con los pueblos de Escandinavia desde que los vikingos llegaron a esta tierra de hielo [Ísland, en su denominación oficial] durante la segunda mitad del siglo IX, cuando los primeros exploradores nórdicos instalaron sus granjas en los alrededores de la capital, Reikiavik, en el año 874, según se narra en el manuscrito conocido como Libro del Asentamiento [Landnámabók]. Una década después, algunas familias de nobles noruegos que habían huido del régimen impuesto en su país por el rey Harald I se instalaron definitivamente en la isla y, desde 930, aquellos hombres empezaron a reunirse en la Roca de la Ley [Lögberg] donde un portavoz se sentaba para recitar, en voz alta, las leyes que estaban en vigor. En aquel lugar donde se trataban todas las cosas –llamado Althingi (en inglés: Althing, de All-Thing)– se redactaban las normas, se impartía justicia y se nombraba a sus dirigentes. Fue el origen histórico del actual parlamento islandés, una de las instituciones legislativas más antiguas de Europa.
Al igual que ocurrió en los otros cuatro países escandinavos (Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca), tradicionalmente, los conflictos se resolvían acudiendo a un experto en leyes llamado lagman [literalmente: hombre de ley]; eran personas que tenían conocimientos jurídicos y que, entre otras atribuciones, no solo juzgaban sino que llegaron a ejercer funciones de consejeros reales e incluso gobernadores y caudillos locales. Esta figura surgió para tratar de poner fin a la habitual sed de venganza que siempre caracterizó a los pueblos vikingos, mediante la imposición de un sistema de arbitraje que ayudara a resolver las disputas de forma pacífica.
El primer lagman de Islandia fue un hombre llamado Úlfljótr al que se envió a estudiar derecho a Noruega a finales del siglo X para que regresase a la isla y creara el primer ordenamiento del país con la normativa dictada por los miembros del Althingi y que, en su honor, se conoce como la Ley de Úlfljótr [Úlfljótslög]. Posteriormente, la compilación más importante fue el Libro de Jón [Jónsbók] que reunió el lagman Jón Einarsson, en 1281, para sustituir el anterior código legal que habían impuesto las autoridades noruegas –el Járnsida, de 1271– que la metrópoli dictó sin tener en cuenta las leyes islandesas.
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