Desde que Charles-Louis de Secondat, barón de Montesquieu, publicó Del espíritu de las leyes (De l´Esprit des lois) en 1748, defendiendo la teoría de la separación de poderes –entre otras claves de su pensamiento político, jurídico, sociológico e histórico– para defender la independencia del poder judicial con respecto al ejecutivo y el legislativo, de modo que se asegurase la libertad del pueblo, lo habitual es que esos tres poderes supremos tengan también sus propias sedes separadas. En Estados Unidos, ya tuvimos ocasión de referirnos a la excepcional singularidad de Nebraska; por un lado, porque desde 1934 es el único de sus 50 Estados que decidió abolir la Cámara Baja para legislar mediante un sistema unicameral (el más habitual en el mundo); y por otro, porque prefirió reunir en una única sede, el Nebraska State Capitol ubicado en su capital, Lincoln, a los tres poderes de modo que el Capitolio alberga no solo la institución del legislativo (Nebraska Legislature) sino las oficinas del poder judicial (Nebraska Supreme Court) y el ejecutivo (Governor of Nebraska).
Dejando al margen el singular caso nebraskeño, entre los 193 Estados soberanos que forman parte de las Naciones Unidas solo hay una única nación que también decidió acoger los tres poderes bajo un mismo techo: Dinamarca, en el Palacio de Christian [Christiansborg Slot] –al que, coloquialmente, se conoce como «Borgen» (de ahí el título de la conocida serie de TV sobre los entresijos del Gobierno)– que se levanta en el islote del castillo [Slotsholmen], en pleno centro de la capital danesa, allí donde el obispo Absalón (siglo XII) erigió la primera fortaleza defensiva que con el transcurso del tiempo daría lugar a la ciudad de Copenhague [1].
PD: como curiosidad, según la tradición escandinava, la enseña nacional más antigua del mundo es la cruz blanca sobre fondo rojo de la Dannebrog –la bandera de Dinamarca– que, aunque ya se mencionaba en un tratado holandés del siglo XIV y apareció en diversos textos y canciones daneses del XV, su origen se puede remontar al siglo XIII. La leyenda asegura que la cruz blanquirroja cayó del cielo para ayudar a las tropas de Valdemar II a vencer a los paganos estonios en la batalla de Lyndanisse, cerca de Tallin, el 15 de junio de 1219. Aquella cruz fue el modelo en el que se basaron, posteriormente, las otras cuatro banderas escandinavas: sueca, noruega, finesa e islandesa.
Cita: [1] ARMENGOL, M. Dinamarca. Copenhague, casco histórico y distrito monumental. Barcelona: ECOS, 1993, p. 82.
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