jueves, 8 de marzo de 2012

La ofensa prêt-à-porter

La publicidad de una colección de ropa de la marca francesa Marithé et Francois Girbaud para la campaña de primavera de 2005 iba a recrear La Última Cena de Leonardo da Vinci en una gran lona de 400 m² para colgarla en la fachada de un edificio de la Porte Maillot, en Neuilly-sur-Seine (una ciudad del área metropolitana de París, Francia). La imagen representaba la estética y disposición del famoso fresco renacentista pero sustituyendo las figuras de Cristo y los apóstoles por doce mujeres que mostraban las nuevas tendencias de moda de esta empresa textil junto a un hombre que enseñaba su espalda desnuda. El anuncio habría estado colgado del 1 al 31 de marzo de 2005, pero la Asociación Croyances et Liberté –creada en 1996 por la Conferencia Episcopal francesa para defender los dogmas, principios y doctrinas de la Iglesia Católica– recurrió a la Corte de Apelación de París invocando una Ley de 1881 (que tipificaba las injurias de carácter religioso) para que se retirase esta publicidad de la vía pública.

En su opinión, era ilegal utilizar la escena sagrada del sacramento de la eucaristía con un carácter puramente mercantil porque se estaba ofendiendo a los católicos. El 8 de abril de 2005, el juez de primera instancia dio la razón a esta Asociación al entender que el contenido de aquella campaña publicitaria era desproporcionado con el fin comercial que se perseguía y ordenó su retirada por resultar ofensiva para los creyentes, estableciendo la medida cautelar de que la empresa MFG debería pagar 100.000 euros de multa por cada día que se excediera en quitarla de las calles.

El abogado de la empresa alegó que aquella decisión vulneraba el derecho a la libertad de expresión de sus clientes y que Marithé et Francois Girbaud nunca había tenido intención de ofender a nadie, por lo que interpuso un recurso de casación junto a la Ligue pour la défense des droits de l'homme et du citoyen que ejerció la acción civil. Se celebró un nuevo juicio y, el 14 de noviembre de 2006, el Tribunal de Casación desestimó los argumentos de la Corte de Apelación parisina al considerar que aquel anuncio no era un insulto ni un ataque personal y directo contra un grupo de personas, a causa de sus creencias religiosas; por lo que casó y anuló la sentencia dictada en primera instancia.

En relación con este juicio, el politólogo francés Olivier Roy –un excelente escritor, con unos ensayos muy recomendables– comentó en su libro La santa ignorancia (Península, Barcelona, 2010) que ese fresco de da Vinci, en realidad, no era patrimonio exclusivo de la Iglesia Católica por el mero hecho de que represente la última eucaristía de Jesucristo, sino que se trata de un patrimonio cultural de toda la Humanidad, con independencia de cuál sea, o no, la fe que profese quien admira la obra de Leonardo. En su opinión, hoy en día la secularización y la globalización han obligado a las religiones a separarse de la cultura.

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