miércoles, 5 de diciembre de 2012

Nadie es mejor que nadie: la Ley de Jante

El escritor Axel Nielsen –también llamado Aksel Sandemose– nació en la capital de la isla de Mors (al norte de Jutlandia, la parte continental de Dinamarca), en 1899; hijo de un danés y una noruega. De joven se dedicó a viajar entre las dos orillas del Océano Atlántico ejerciendo distintos oficios (pescador, maestro o periodista) hasta que volvió de Terranova (Canadá) la víspera de la II Guerra Mundial y el conflicto le sorprendió ayudando a la resistencia noruega contra los nazis, por lo que tuvo que refugiarse en Estocolmo (Suecia) donde vivió más de una década, forjándose un gran prestigio como escritor. Cuando enviudó y, al poco tiempo, falleció también su único hijo, decidió regresar a Copenhague, ciudad en la que murió en 1965. Con esta biografía, a Nielsen se le considera uno de los mejores exponentes de la literatura dano-noruega con dos notas muy características: por un lado, la importancia que otorga a la evolución psicológica de sus personajes y, por otro, su convencimiento de que la maldad forma parte del comportamiento del ser humano.

En 1933, publicó una de sus obras más conocidas en Escandinavia: En flyktning krysser sitt spor; una novela que podríamos traducir al castellano como Un fugitivo que cruza sobre sus huellas y que –hasta donde yo sé– aún permanece inédita en España. En aquellas páginas formuló, por primera vez, una ancestral regla no escrita sobre la relación del individuo con la sociedad de su entorno que forma parte de la cultura nórdica y que, desde entonces, se denomina Ley de Jante (o Janteloven) porque la acción novelada se desarrolla, con grandes dosis de autobiografía, en una pequeña y ficticia localidad sueca a la que llamó Jante.

Tradicionalmente, en Dinamarca, Noruega, Suecia o Finlandia está muy mal visto que alguien trate de destacar sobre los demás por el simple hecho de considerarse superior al resto. En el subconsciente colectivo de estos países prima la humildad, de modo que se rechaza la conducta de aquellos individuos que alardean de su belleza, su inteligencia o su poderío socioeconómico, presumiendo para sobresalir porque, en esta sociedad, nadie se cree mejor que nadie sino al revés: todos son iguales. En este sentido, se comprende fácilmente que un alto cargo de Oslo pueda acudir al trabajo en transporte público o que los miembros de sus monarquías se hayan comprometido con plebeyos sin importar cuál fuese su pasado, por muy turbio que éste fuera.

En una traducción algo libre del noruego, el enunciado de la Ley de Jante podría resumirse en el siguiente decálogo: 1) No pienses que eres especial. 2) Ni que estás a diferente altura que nosotros. 3) No te creas más listo que nosotros. 4) Ni pienses que eres mejor que nosotros. 5) Ni que sabes más que nosotros. 6) No te creas más importante que nosotros. 7) Ni que eres el mejor en algo. 8) No te rías de nosotros. 9) No te pienses que alguien se va a preocupar de ti; y 10) Ni creas que puedes darnos lecciones.

Partiendo de esta concepción de la vida, si nadie es más que nadie, la mentalidad escandinava que se refleja en la Ley de Jante considera que cuando existe una semejanza de trato entre todos, podemos ser iguales y, entonces, la igualdad nos brindará la armonía necesaria para convivir en sociedad.

2 comentarios:

  1. Gracias por el artículo Carlos Pérez, es muy interesante. Buscaba esta ley ya que recordaba haber oído hablar del tema hace unos 20 años en Dinamarca.
    Saludos!

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