viernes, 13 de diciembre de 2013

El origen del derecho al pataleo

La segunda acepción de la palabra patalear –según el Diccionario de la RAE– se define como Dar patadas en el suelo violentamente y con prisa por enfado o pesar; en ese mismo sentido, la Academia de la Lengua describe el significado de la coloquial expresión derecho al pataleo como la última y vana actitud de protesta que adopta o puede adoptar el que se siente defraudado en sus derechos. Una sentencia de la Audiencia Provincial de Tenerife [SAP TF 85/2009, de 3 de julio (ROJ: 1978/2009)] nos brinda una buena pista sobre el origen de esta curiosa frase: un estudiante acudió a la oficina de una entidad bancaria para abonar uno de los plazos de la matrícula de sus estudios universitarios; pero, como fue a realizar este ingreso fuera del periodo de pago voluntario, tuvo que pagar un recargo. Al salir de la oficina, con claro ánimo de menoscabar la propiedad ajena, le propinó una patada a una papelera que rebotó contra el cajetín eléctrico, causándole desperfectos a la papelera que resultó inutilizada y a la puerta del cajetín que quedó abollada. El valor de los daños asciende a la suma de 3,70 [euros] (puerta) y de 70,35 (papelera). Juzgado por una falta de daños [Art. 625.1 CP], el magistrado señaló que ciertamente la actitud de protesta a la que alude el letrado del recurrente fundado en un extralimitado derecho al "pataleo" sea como protesta entre iguales, al estilo universitario de Alcalá de Henares, sea para entrar en calor como los estudiantes pobres en la fría universidad de Salamanca, nada tienen que ver con la vandálica actitud de quien amparándose en la protesta, aduce a posteriori pueril berrinche, propio de un adolescente pero no lo es de un universitario de 24 años.

La resolución tinerfeña se refiere a los dos posibles orígenes que, tradicionalmente, se citan para explicar el origen de esta singular expresión: por un lado, en la Universidad de Salamanca, se dice que los alumnos con menores recursos tenían que acudir pronto a las aulas para calentar los asientos de sus compañeros más adinerados, de modo que, al comenzar la clase magistral, los pobres les cedían a los ricos el uso de aquellos bancos, ya templados, mientras que ellos debían sentarse en el fondo sobre unos pupitres muy fríos, teniendo que patalear para entrar en calor; y por otro lado, en la Universidad de Alcalá se cuenta otra versión: cuando un alumno tenía que realizar un examen oral ante un tribunal, sus compañeros –sentados en los laterales– tenían derecho a patalear su intervención para ponerle nervioso con el objetivo de que suspendiera y lograran eliminar a un oponente.

1 comentario:

  1. muy interesante el artículo, casualmente en un debate en tve 24 horas comentaron el origen de la frase el derecho al pataleo, pero no sabía que se podría utilizar como un recurso para defenderse de algo, desde el punto de vista jurídico.

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