viernes, 1 de mayo de 2020

La Declaración de los derechos del pueblo trabajador y explotado

(…) desde mediados del siglo XIX la lucha en favor de los derechos humanos se potencia por una nueva clase social, el proletariado, que comienza a reivindicar con fuerza los derechos económicos, sociales y culturales. Y como cauce para potenciar esa reivindicación, el de la libertad sindical y el derecho al sufragio universal a los que se unen los derechos relativos al trabajo, la educación y la salud. Orientación que se manifiesta, tras la Revolución de octubre de 1917, en la Declaración de los derechos del pueblo trabajador y explotado, de 4 de enero de 1918 [1]. Esta declaración sintetizó las normas constitucionales, ya proclamadas, las unificó en instituciones del derecho estatal, y las concretó –en cierta medida– en coherencia con el desarrollo de la Revolución. (…) ratificó la permanencia inmutable de la tesis de que todo el poder, en el centro y en las localidades, pertenecía a los soviets, y especificó que para los "explotadores" no había lugar posible en ningún órgano de poder. Dejó proclamada la entera atribución del poder a las masas trabajadoras y a sus órganos representativos plenipotenciarios: los soviets de diputados obreros, soldados y campesinos [2].

Aquel texto, redactado por Vladimir Ilich Lenin, fue aprobado por el III Congreso de los Consejos (Soviets) de Rusia en enero de 1918 y –junto a la Constitución de la República Socialista Federativa de los Consejos (Soviets) de Rusia (RSFSR), de 10 de julio de 1918 (en la imagen superior)– conformaban la ley fundamental tras la Revolución Rusa. De hecho, los ocho artículos de la Declaración se incorporaron como primera parte (capítulos I a IV) de la primera Carta Magna soviética.

El Art. 3.f) de la Declaración instituyó el trabajo obligatorio para todos con el objeto de destruir todas las clases parásitas de la sociedad y para organizar el régimen económico. A continuación, sobre la base de la libertad de los pueblos para disponer de sí mismos (Art. 4), reservó a los obreros y campesinos de cada nación la facultad de tomar libremente en sus propios Congresos la decisión de fijar los principios y las bases fundamentales de su participación en el Gobierno federal y en las otras instituciones federativas de los Soviets (Art. 8) [3].

Isaak Brodsky | Lenin en el Instituto Smolny (1930)

Para el sociólogo Antonio Escohotado, el rasgo más original de dicho texto es que entre los derechos del explotado no figuren las libertades reconocidas desde 1789 comprimiéndose todos ellos en usar cualquier medio conducente a la victoria mundial del socialismo [4].

Citas: [1] GONZÁLEZ CAMPOS, J., SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, L. y ANDRÉS SÁENZ DE SANTA MARÍA, P. Curso de Derecho Internacional Público. Madrid: Civitas, 2ª ed., 2002, p. 744. [2] MÁRQUEZ PIÑERO, R. El tipo penal: algunas consideraciones en torno al mismo. Ciudad de Méxcio: UNAM, 1992, p. 286. [3] SALDAÑA, Q. La Revolución Rusa. La Constitución rusa de 10 de julio de 1918. Madrid: Reus, 1919, p. 95 y ss. [4] ESCOHOTADO, A. “El quinquenio de Lenin”. En: Revista de Santander, nº 13, 2018, p. 171.

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