miércoles, 26 de noviembre de 2025

La mal llamada «guerra del fútbol»

Por un lado, en el Título III de la Constitución de la República de El Salvador -proclamada por el Decreto nº 38, dado en el Salón de Sesiones de la Asamblea Constituyente; Palacio Legislativo: San Salvador, a los quince días del mes de diciembre de mil novecientos ochenta y tres- el Art. 84 describe los límites del territorio nacional (…) sobre el cual ejerce jurisdicción y soberanía: (…) AL PONIENTE, con la República de Guatemala, de conformidad a lo establecido en el Tratado de Límites Territoriales, celebrado en Guatemala, el 9 de abril de 1938. AL NORTE Y AL ORIENTE, en parte, con la República de Honduras, en las secciones delimitadas por el Tratado General de Paz, suscrito en Lima, Perú, el 30 de octubre de 1980. En cuanto a las secciones pendientes de delimitación los límites serán los que se establezcan de conformidad con el mismo Tratado, o en su caso, conforme a cualquiera de los medios de solución pacífica de las controversias internacionales. AL ORIENTE, en el resto, con las Repúblicas de Honduras y Nicaragua en las aguas del Golfo de Fonseca. Y AL SUR, con el Océano Pacífico.

Y, por otro, el Art. 9 de la Constitución Política de la República de Honduras (Decreto N.º 131, de 11 de enero 1982) dispone que: El territorio de Honduras está comprendido entre los Océanos Atlántico y Pacífico y las Repúblicas de: Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Sus límites con estas Repúblicas son: 1) Con la República de Guatemala los fijados por la sentencia arbitral emitida en Washington, D.C., Estados Unidos de América, el veintitrés de enero de mil novecientos treinta y tres. 2) Con la República de Nicaragua, los establecidos por la Comisión Mixta de Límites Hondureño-Nicaragüense en los años de mil novecientos y mil novecientos uno, según descripciones de la primera sección de la línea divisoria, que figura en el acta segunda de doce de junio de mil novecientos y en las posteriores, hasta el Portillo de Teotecacinte y de este lugar hasta el Océano Atlántico conforme al laudo arbitral dictado por Su Majestad el Rey de España, Alfonso XIII, el veintitrés de diciembre de mil novecientos seis cuya validez fue declarada por la Corte Internacional de Justicia en sentencia del dieciocho de noviembre de mil novecientos sesenta. 3) Con la República de El Salvador los establecidos en los Artículos diez y seis y diez y siete del Tratado General de Paz suscrito en Lima, Perú el treinta de octubre de mil novecientos ochenta, cuyos instrumentos de ratificación fueron canjeados en Tegucigalpa, Distrito Central, Honduras, el diez de diciembre de mil novecientos ochenta en las secciones pendientes de delimitación se estará a lo dispuesto en los artículos aplicables del Tratado de referencia.

Como vemos, las dos leyes fundamentales salvadoreña y hondureña -de 1983 y 1982, respectivamente- se refieren al Tratado General de Paz, suscrito en Lima (Perú), el 30 de octubre de 1980, para delimitar su frontera. Un acuerdo de 48 artículos y dos actas que ambas naciones centroamericanas firmaron en la capital peruana, tras haber suscrito previamente el Convenio de 6 de octubre de 1976 en Washington (EE.UU.), por el cual se adoptó un Procedimiento de Mediación, para delimitar la frontera entre ambas Repúblicas en aquellas secciones en donde no existe controversia (Art. 16) y crear la Comisión Mixta de Limites El Salvador-Honduras, instalada el día primero de mayo de mil novecientos ochenta para delimitar la línea fronteriza en las zonas no descritas en el Art. 16 de este Tratado [y] en las zonas en controversia (Art. 18).

La singularidad de esta reclamación fronteriza es que el diferendo alcanzó su punto álgido del 14 al 18 de julio de 1969 al estallar lo que la prensa de la época denominó la «guerra del fútbol». Un titular, sin duda, de claras reminiscencias periodísticas que el conocido reportero polaco Ryszard Kapuściński popularizó en su libro homónimo, formando parte de una antología de sus mejores reportajes, tras dos décadas ejerciendo de corresponsal en los conflictos de medio mundo. Así lo narró Kapuściński:

(…) Luis Suárez dijo que habría guerra, y yo siempre creía a pies juntillas todo lo que él decía. Vivíamos juntos en Ciudad de México, y Luis me daba clases sobre América Latina [se refiere al periodista hispano-mexicano Luis Suárez (1918-2003)]. En esta ocasión, Luis expresó su opinión sobre la guerra que se nos avecinaba, después de doblar el periódico en el que acababa de leer una crónica deportiva, dedicada al partido de fútbol que habían jugado las selecciones nacionales de Honduras y El Salvador. Los dos equipos luchaban por clasificarse para el Mundial que, según lo anunciado, se celebraría en México en 1970. El primer partido se jugó el domingo 8 de junio de 1969 en la capital de Honduras, Tegucigalpa. Nadie en todo el mundo prestó la más mínima atención a este acontecimiento. (…) Honduras venció al equipo de El Salvador, muerto de sueño, por 1 a 0 [no pudieron dormir porque, la noche anterior, fueron víctima de una guerra psicológica que desencadenaron los hinchas hondureños delante de su hotel de concentración].

Y añade: Una semana después [15 de junio de 1969] se celebraba en un campo de fútbol de bello nombre, Flor Blanca, de la capital salvadoreña, San Salvador, el partido de vuelta. Esta vez fue el equipo de Honduras el que pasó la noche en blanco: una multitud de hinchas encolerizados rompieron todos los cristales de las ventanas del hotel para, a continuación, arrojar al interior de las habitaciones toneladas de huevos podridos, ratas muertas y trapos apestosos. (…) El Salvador ganó por 3 a 0. Todo esto lo leyó Luis en el periódico y dijo que habría guerra. En sus tiempos había sido un gran reportero y conocía a la perfección su terreno. En América Latina, decía, la frontera entre el fútbol y la política es tan tenue que resulta casi imperceptible [1]. El partido de desempate se jugó en Ciudad de México el 27 de junio de 1969 y El Salvador ganó 3-2 a Honduras, logrando su primera clasificación para la fase final de la Copa Mundial de Fútbol de 1970 en México (aunque allí después perdió los tres partidos de la primera ronda contra Bélgica, la URSS y el anfitrión).

Por su parte, el investigador Óscar García, muy crítico con el nombre que el reportero polaco le puso a la «Guerra de las Cien Horas» explica qué sucedió las horas posteriores al segundo encuentro de fútbol: (…) A pesar de que el partido fue ganado por la selección salvadoreña, con marcador de 3–0, la violencia contra los aficionados hondureños continuó durante toda su estadía en el país. Como respuesta, Honduras aceleró las expulsiones de inmigrantes salvadoreños de su territorio, para lo cual las autoridades contaron con la ayuda de hordas de civiles armados, conocidas como la ‘Mancha Brava’. Asimismo, se produjeron ataques contra establecimientos que vendían productos salvadoreños. La ola de campesinos expulsados alcanzó rápidamente la cifra de 17,000 personas. (…) la élite gobernante y los militares en El Salvador temían que la presencia de esa gran cantidad de refugiados, en su mayoría campesinos sin tierra ni hogar, provocara una insurrección ‘comunista’ (…). 

Con ese estado de cosas, el presidente salvadoreño no descartaba la posibilidad de ser derrocado. Después de acusar a Honduras de genocidio ante la Organización de Estados Americanos (OEA), el 26 de junio rompió relaciones con ese país y, sin declarar la guerra, el 14 de julio lanzó un ataque aéreo contra los aeropuertos militares hondureños y dio inicio a una invasión bien organizada, tomando algunas ciudades y pueblos fronterizos. Honduras, por su parte, contraatacó con ayuda de la Fuerza Aérea y movilizó sus tropas hacia los frentes de guerra. Las acciones bélicas cesaron cuatro días después, gracias a la intervención de la OEA.

Para García: (…) A pesar de que el periodista Ryszard Kapuściński señala las verdaderas causas del conflicto, se puede deducir que el mero título de su reportaje, que le dio nombre a todo un libro, ha ayudado a difundir la idea de que esa guerra fue consecuencia del fútbol. De hecho, el texto crea cierta ambigüedad. (…) da la impresión de que la guerra fue algo inmediato a los encuentros, cuando en realidad el tercero y último partido se jugó 17 días antes del comienzo de los enfrentamientos armados [2].

Concluimos con una reflexión del documental «Cien horas de Furia» [Walter Hernández (2019)], mientras el mundo entero dirigía su mirada hacia la Luna, dos países hermanos se enfrentaron en una sangrienta guerra que muchos desconocen y otros olvidaron (con más de 4.000 víctimas, tuvo más bajas que la «Guerra de las Malvinas»).

Citas: [1] KAPUŚCIŃSKI, R. La guerra del fútbol y otros reportajes. Barcelona: Anagrama, 2006, pp19 a 21. [2] GARCÍA, Ó. “La Memoria de la Mal llamada ‘Guerra del Fútbol’” En: Iberoamericana – Nordic Journal of Latin American and Caribbean Studies, 2019, nº 48(1), pp. 70 y 71.

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