Según el informe OCTA 2011 [Organised Crime Threat Assessment (Evaluación de las amenazas de la delincuencia organizada)] que elabora anualmente la Europol, en la Unión Europea existen cinco grandes polos donde se concentra la logística relacionada con las organizaciones criminales que operan en el Viejo continente. A estas áreas, en inglés, se les denomina: The EU’s five organized crime hubs. En el norte encontramos dos ejes de gravedad: el Noroeste (Bélgica y Holanda), continúa siendo el centro neurálgico para la distribución europea de drogas, gracias a su proximidad con los rentables mercados donde se consumen y a que cuenta con unas infraestructuras comerciales y de transporte muy desarrolladas; y el Noreste (Estonia, Letonia, Lituania y el enclave ruso de Kaliningrado), es el principal punto de tránsito de mercancías ilícitas con origen o destino en Rusia y las antiguas repúblicas soviéticas, por su estratégica localización; asimismo, esta región de Báltico es la base de violentos grupos criminales.
Los restantes crime hubs son meridionales y se localizan en: el Sudeste (Grecia, Rumanía y Bulgaria) es el área que ha experimentado un mayor crecimiento por el aumento del tráfico de productos ilegales en el Mar Negro y el denominado Eje de los Balcanes así como por el incremento de la inmigración ilegal a través de las fronteras griegas; el Sur de Italia, que destaca por su relación con el mundo empresarial en delitos relacionados con la falsificación de moneda y las mafias que trafican y explotan sexualmente a seres humanos; y, finalmente, el Suroeste (España y Portugal), donde a pesar del cambio de las rutas del narcotráfico, la Península Ibérica continúa siendo la principal zona de paso de cocaína y resina de cannabis para el resto de Europa así como de trata de blancas.
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