El diccionario de la RAE define Jefe de Estado como la Autoridad superior de un país mientras que el Jefe de Gobierno es el Presidente del Consejo de Ministros. A lo largo de la Historia es evidente que muchas mujeres han alcanzado grandes cuotas de poder (pensemos en Cleopatra, Isabel I de Castilla, la reina Victoria de Gran Bretaña o la zarina Catalina la Grande, por citar tan solo cuatro ejemplos) pero desde el punto de vista de las urnas, el género femenino no llegó a desempeñar altos cargos en la Jefatura de un Estado, siendo elegidas democráticamente en unas elecciones, hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX.
La primera Jefa de Gobierno de la Historia fue la cingalesa Sirimavo Bandaranaike, Primera Ministra de Sri Lanka (el antiguo Ceilán) al acceder a este puesto el 21 de julio de 1960 y gobernar a lo largo de diversas legislaturas: de 1960 a 1965, de 1970 a 1977 y desde 1994 hasta su fallecimiento en 2000. El caso de la señora B, como se la conocía popularmente, fue excepcional porque era viuda de otro Primer Ministro (Solomon Bandaranike; asesinado por un monje budista en Colombo, en 1959) y, al mismo tiempo que ella ejercía como Jefa de Gobierno, su hija –Chandrika Kumaratunga– fue elegida Presidenta de esta isla del Índico.
En cuanto a la Jefatura del Estado, suele atribuirse este privilegio a María Estela Martínez de Perón [al enviudar del Presidente argentino, Juan Domingo Perón, llegó a ejercer como Jefa del Estado durante casi dos años (entre 1974 y 1976), al fallecer su marido siendo ella su vicepresidenta, hasta que fue depuesta por un golpe de Estado] pero su elección no procedió de las urnas sino de una designación política; de ahí que la primera mujer que fue elegida democráticamente para ejercer estas funciones no es la política argentina sino una islandesa, Vigdís Finnbogadóttir, que alcanzó la Presidencia de Islandia el 1 de agosto de 1980; ejerciendo la máxima autoridad de esta isla nórdica hasta 1996.
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