América para los americanos es la conocida síntesis con la que se resume la mal llamada Doctrina Monroe [que, en realidad, no fue obra del quinto presidente de los EE.UU. sino de John Quincy Adams, su Secretario de Estado (Ministro de Asuntos Exteriores) y sucesor en la Presidencia] pero fue James Monroe quien pronunció aquel célebre discurso ante el Congreso el 2 de diciembre de 1823, mostrándose contrario a la injerencia de las antiguas metrópolis europeas en un momento crucial de la historia americana, cuando –a comienzos del siglo XIX– aún estaba reciente la declaración de independencia de las colonias francesas, portuguesas, inglesas o españolas y el Gobierno de Wáshington comenzaba a desplegar su hegemonía regional. Como Simón Bolívar fracasó en Panamá (en 1826) al intentar constituir los Estados Unidos de América del Sur –El Libertador quería establecer una federación que reuniera a las repúblicas iberoamericanas de forma análoga a los EE.UU.– la integración de todas las naciones de las Américas, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, en una única organización de carácter panamericano, surgió durante la I Conferencia Internacional Americana que se celebró en el Distrito de Columbia, de octubre de 1889 a abril de 1890, donde se estableció la Unión Internacional de Repúblicas Americanas, el primer sistema institucional de carácter internacional.
De aquella Unión del siglo XIX surgió la Organización de los Estados Americanos, en 1948; por ese motivo, la OEA suele considerarse como el organismo regional más antiguo del mundo. Entonces, 21 Estados [Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, EE.UU., Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela] suscribieron la Carta de la OEA, en Bogotá (Colombia), que entró en vigor en 1951; posteriormente, este tratado internacional ha sido enmendado en cuatro ocasiones por los protocolos de Buenos Aires (1967), Cartagena de Indias (1985), Washington (1992) y Managua (1993). Actualmente, además de aquellos 21 Estados fundadores, otros 14 países de las Américas han ratificado la Carta: Barbados y Trinidad y Tobago (en 1967), Jamaica (1969), Granada (1975), Surinam (1977), Dominica y Santa Lucía (1979), Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas (1981), Bahamas (1982), San Cristóbal y Nieves (1984), Canadá (1990) y Belice y Guyana (1991).
Su objetivo es, de acuerdo con el Art. 1 de la Carta de la OEA, lograr un orden de paz y de justicia, fomentar su solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia. El Art. 53 establece que la OEA realiza sus fines por medio de seis órganos: la Asamblea General; la Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores; los Consejos; el Comité Jurídico Interamericano; la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; la Secretaría General; las Conferencias Especializadas y los Organismos Especializados.
Aunque las comparaciones resulten odiosas, si tuviéramos que establecer un cierto paralelismo entre la Organización de los Estados Americanos y alguna de las instituciones paneuropeas, la OEA podría ser análoga al Consejo de Europa, no a la Unión Europea (que disfruta del estatus de observador permanente en esta Organización panamericana).
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