jueves, 28 de marzo de 2013

El origen del escrache

En un in albis anterior ya tuvimos ocasión de hablar sobre qué era el lunfardo, la jerga que crearon los delincuentes del Río de la Plata –en Argentina y Uruguay a mediados del siglo XIX– para que la policía no les entendiera cuando hablaban entre ellos; argot que, con el tiempo, acabó dando lugar al llamado dialecto de los ladrones. Una de las palabras que formaba parte de aquel curioso vocabulario era el escrache; un término de origen incierto que, de un tiempo a esta parte, se ha vuelto a poner de actualidad por una polémica práctica relacionada con los desahucios –al interpelar a los representantes de los ciudadanos en los portales de sus viviendas, según la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH)– de forma que se ha venido a retomar una de las actividades que popularizó la asociación argentina HIJOS (acrónimo de Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) a partir de 1995, para repudiar la presencia de genocidas que estaban libres, porque algunos han sido perdonados por los gobiernos y otros nunca fueron procesados, como lo describió la periodista Paula Mónaco en el libro Justicia Penal Internacional [México: Universidad Iberoamericana, 2001, pp. 45 y ss.].

Esta autora, miembro de HIJOS, describe el escrache de la siguiente manera: (…) hacemos investigaciones: averiguamos donde viven [se refiere a aquellos genocidas de la dictadura argentina] y se aportan datos que testimonien lo que hicieron y los cargos que se les pueden imputar. Con esta investigación y con los datos confirmados, conseguimos una foto de alguien en particular y vamos a su colonia [barrio], una o dos semanas antes. Ahí repartimos la información (nombre, qué hizo, foto, teléfono, dirección) entre la gente y pegamos afiches [carteles] que dicen “asesino suelto”. Proponemos a los vecinos que también los repudien. Volvemos dos semanas después, más o menos, con una marcha que tiene una estética particular. El “escrache” es una marcha con tambores, con música, con color, la idea es no ir como marcha de silencio sino, más bien, como una fiesta (…) invitamos a los vecinos a acompañarnos y a repudiarlo también, porque un asesino no puede caminar libremente y comprar en el mismo supermercado que uno. A veces se cambian de colonia, entonces vamos a la otra colonia también; esa es una de las ideas del “escrache”: seguirlos”. Nuestra consigna es: “adonde vayan los iremos a buscar”.

1 comentario:

  1. Puede que este tipo de manifestación popular que se atribuye la prerrogativa de dictar una pena infamante contra alguien tuviera cierto sentido en otros contextos históricos –como era la Argentina durante los primeros años posteriores a las dictaduras militares– cuando no existía un poder judicial independiente ni un sistema que garantizase el ejercicio de los Derechos Fundamentales; pero, hoy en día, afortunadamente, nuestra sociedad democrática dispone de mecanismos judiciales efectivos y adecuados para resolver los conflictos sin que nadie tenga que persuadir a los demás con un comportamiento tan cercano al linchamiento.

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