A Henry Fielding (1707-1754) se le considera en la literatura inglesa, en palabras de Walter Scott, el “padre de la novela”, pues es con él cuando la novela inglesa alcanza su apogeo en la primera mitad del siglo XVIII. A partir de él los novelistas que siguen tienen siempre una figura y unos logros estéticos superiores con los que medirse, a los que emular e intentar superar. (…) Pero Fielding, por fortuna, es mucho más que un hito histórico de gran trascendencia en la evolución literaria inglesa. No es solo un epígrafe importante en un manual de historia literaria. Es un escritor aún vivo, tremendamente divertido, lleno de sorpresas y con el que el lector (…) del siglo XXI, podrá seguir disfrutando [1].
En 1737, ya casado y con dos hijos, el autor de Tom Jones decidió seguir los pasos de su abuelo materno y matricularse en el Middle Temple para estudiar Derecho, compaginando sus prácticas jurídicas con la publicación de crónicas sociales en periódicos londinenses y vendiendo su escaso patrimonio para poder mantener a su familia. Tres años más tarde, se colegia en 1740 y empieza a ejercer como abogado en diversos condados del Suroeste de Inglaterra (Cornualles, Devon…. o su natal Somerset) al mismo tiempo que desarrolla su periodo de mayor creatividad literaria con sus mejores novelas y ensayos, muy críticos con la decadencia moral y legal de aquel tiempo. En los últimos años de su vida, viudo y enfermo, se instaló en el barrio de Covent Garden, en el número 4 de la calle Bow, que era una de las zonas más conflictivas de la capital inglesa, y fue nombrado magistrado, en 1748.
Con ayuda de su hermano John creó un servicio de policía para perseguir a los delincuentes en una época en la que todavía no se había fundado Scotland Yard –la policía metropolitana de Londres se fundó en 1829–; así surgieron los pioneros Bow Street Runners.
En 1749, el mismo año en que publicó su novela picaresca Tom Jones, el novelista inglés Henry Fielding fundó una organización que recibiría el nombre de Bow Street Runners («los corredores de Bow Street»). Los runners trabajaban fuera de la oficina en la que Fielding ejercía de magistrado en Londres, situada en Bow Street; corrían de un lado a otro para arrestar a delincuentes y repartir citaciones o mandatos judiciales. Al principio había solo ocho runners. A pesar de que en algunos aspectos se parecían más a detectives privados que a nuestra idea contemporánea de policías, muchos historiadores los consideran el primer cuerpo policial moderno. Su sueldo salía de fondos gubernamentales asignados de modo específico a dicho efecto; ese tipo de pago los diferencia de sus ancestros jurídicos. Antes de los runners, muchas víctimas de delitos solo podían recurrir a «cazabandidos». Estos personajes sombríos no eran exactamente cazarrecompensas (que en su mayor parte recibían el pago de fiadores judiciales); los cazabandidos quedaban normalmente a disposición de las escasas víctimas que podían permitirse sus servicios. Como es natural, ese tipo de tratos se prestaba a las estafas De hecho, algunos cazabandidos actuaban como intermediarios: devolvían artículos que habían robado sus compañeros.
NB: a finales del siglo XVIII, a los Bow Street Runners también se les conoció por otros sobrenombres como los "thief takers", "Robin Redbreasts" o "Raw Lobsters" (literalmente, atrapaladrones, petirrojos y langostas crudas, en referencia al color rojizo de su uniforme) [3].
Citas: [1] GALVÁN, F. "Introducción". En FIELDING, H. Tom Jones. Madrid: Cátedra, 1997, pp. 9 y 10. [2] SIMS, M. Detectives victorianas. Las pioneras de la novela policiaca. Madrid: Siruela, 2018, pp. 12 y 13. [3] ACKROYD, P. London. The biography. Londres: Vintage, 2001, p. 287.
No hay comentarios:
Publicar un comentario