lunes, 30 de abril de 2018

¿Quiénes fueron los "Bow Street Runners"?

A Henry Fielding (1707-1754) se le considera en la literatura inglesa, en palabras de Walter Scott, el “padre de la novela”, pues es con él cuando la novela inglesa alcanza su apogeo en la primera mitad del siglo XVIII. A partir de él los novelistas que siguen tienen siempre una figura y unos logros estéticos superiores con los que medirse, a los que emular e intentar superar. (…) Pero Fielding, por fortuna, es mucho más que un hito histórico de gran trascendencia en la evolución literaria inglesa. No es solo un epígrafe importante en un manual de historia literaria. Es un escritor aún vivo, tremendamente divertido, lleno de sorpresas y con el que el lector (…) del siglo XXI, podrá seguir disfrutando [1].

En 1737, ya casado y con dos hijos, el autor de Tom Jones decidió seguir los pasos de su abuelo materno y matricularse en el Middle Temple para estudiar Derecho, compaginando sus prácticas jurídicas con la publicación de crónicas sociales en periódicos londinenses y vendiendo su escaso patrimonio para poder mantener a su familia. Tres años más tarde, se colegia en 1740 y empieza a ejercer como abogado en diversos condados del Suroeste de Inglaterra (Cornualles, Devon…. o su natal Somerset) al mismo tiempo que desarrolla su periodo de mayor creatividad literaria con sus mejores novelas y ensayos, muy críticos con la decadencia moral y legal de aquel tiempo. En los últimos años de su vida, viudo y enfermo, se instaló en el barrio de Covent Garden, en el número 4 de la calle Bow, que era una de las zonas más conflictivas de la capital inglesa, y fue nombrado magistrado, en 1748.

Con ayuda de su hermano John creó un servicio de policía para perseguir a los delincuentes en una época en la que todavía no se había fundado Scotland Yard –la policía metropolitana de Londres se fundó en 1829–; así surgieron los pioneros Bow Street Runners.

John Collet | Escena de una calle de Londres (1770)

En 1749, el mismo año en que publicó su novela picaresca Tom Jones, el novelista inglés Henry Fielding fundó una organización que recibiría el nombre de Bow Street Runners («los corredores de Bow Street»). Los runners trabajaban fuera de la oficina en la que Fielding ejercía de magistrado en Londres, situada en Bow Street; corrían de un lado a otro para arrestar a delincuentes y repartir citaciones o mandatos judiciales. Al principio había solo ocho runners. A pesar de que en algunos aspectos se parecían más a detectives privados que a nuestra idea contemporánea de policías, muchos historiadores los consideran el primer cuerpo policial moderno. Su sueldo salía de fondos gubernamentales asignados de modo específico a dicho efecto; ese tipo de pago los diferencia de sus ancestros jurídicos. Antes de los runners, muchas víctimas de delitos solo podían recurrir a «cazabandidos». Estos personajes sombríos no eran exactamente cazarrecompensas (que en su mayor parte recibían el pago de fiadores judiciales); los cazabandidos quedaban normalmente a disposición de las escasas víctimas que podían permitirse sus servicios. Como es natural, ese tipo de tratos se prestaba a las estafas De hecho, algunos cazabandidos actuaban como intermediarios: devolvían artículos que habían robado sus compañeros.

Lo que hacía falta era un departamento oficial de policía, a pesar de que una institución así también fuera un caldo de cultivo para la corrupción. En 1829, ocho años antes de que diese comienzo el reinado de Victoria, el Parlamento aprobó la Ley de la Policía Metropolitana, que reemplazaba el tejido de vigilantes y guardias parroquiales por una fuerza razonablemente organizada. Pronto Londres presenció cómo una nueva figura caminaba por sus calles con audacia. Aquellos guardias imponían con su aspecto: altos, robustos, vestidos con sombrero de copa azul y frac para diferenciarlos lo más posible de los soldados ataviados de rojo con cascos de metal que a menudo habían servido de policía militar en la calle. Iban armados solo con una porra de madera y unas esposas. Al principio llevaban una carraca de madera para llamar a otros oficiales, pero resultó que abultaba demasiado y no hacía suficiente ruido; la sustituyeron por un silbato. Como el impulsor de la fuerza policial fue el célebre ministro de Interior Robert Peel, sus agentes recibieron el apodo de peelers en Irlanda y de bobbies en Inglaterra. Peel había alcanzado la fama al poner en marcha la Royal Irish Constabulary o Policía Real Irlandesa cuando ejercía como secretario principal en Irlanda, cargo que apuntaba al objetivo de mantener el «orden» —tal y como lo definía, recordémoslo, la fuerza inglesa de ocupación—. Una década después de la fundación del cuerpo de los bobbies, los Bow Street Runners habían desaparecido [2].

NB: a finales del siglo XVIII, a los Bow Street Runners también se les conoció por otros sobrenombres como los "thief takers", "Robin Redbreasts" o "Raw Lobsters" (literalmente, atrapaladrones, petirrojos y langostas crudas, en referencia al color rojizo de su uniforme) [3].

Citas: [1] GALVÁN, F. "Introducción". En FIELDING, H. Tom Jones. Madrid: Cátedra, 1997, pp. 9 y 10. [2] SIMS, M. Detectives victorianas. Las pioneras de la novela policiaca. Madrid: Siruela, 2018, pp. 12 y 13. [3] ACKROYD, P. London. The biography. Londres: Vintage, 2001, p. 287.

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