Con su habitual tono distendido, el antropólogo canadiense Elliott Leyton considera que: (…) el asesino de desconocidos probablemente ha estado siempre entre nosotros. Por mucho que queramos despacharlo tachándolo de monstruo, de aberración o de accidente producto del azar, sus gustos y deseos forman parte del repertorio humano [1]. Buena muestra de que estos criminales han formado parte del legado de la Humanidad desde la más remota Antigüedad lo encontramos documentado en el testimonio de uno de los más grandes historiadores de China [2], Sima Qian (ca. 145 - ca. 86 a.C.) -retratado en la imagen superior- en su obra cumbre, las Memorias Históricas (Shiji o Registros del gran historiador) que escribió entre finales del siglo II y comienzos del I antes de Cristo.
Para el historiador e hispanista francés Pierre Chaunu, Sima Qian representó (…) la madurez de seis siglos de crónicas chinas. Prosigue la obra emprendida por su padre Sima Tan. Sus “Memorias Históricas (Shiji)” «aprovechan todo lo adquirido anteriormente y proporcionan al mismo tiempo el primer modelo de una larga serie de narraciones oficiales cuya tradición continuará hasta el Imperio chino-manchú» (1644-1912). Sima Qian heredó el marco cronológico preciso de las crónicas, un uso que consiste en reproducir, fiel y textualmente, la letra de las actas y tratados, y recogió gran número de tradiciones orales a punto de perderse [2]. Su obra maestra, consta de ciento treinta capítulos. Doce capítulos abarcan desde los hechos del mítico Emperador Amarillo, fundador de la civilización china, vencedor y sojuzgador de los hombres especulares que antes tenían vida propia y hoy repiten servilmente nuestros gestos, aunque al revés, hasta el año 200 a.C. Otros capítulos detallan tablas dinásticas. Ocho abordan temas dispares: astronomía, recursos hídricos y economía agrícola. Varios capítulos narran la vida de individuos prominentes: estadistas, generales, adúlteros, bandoleros y rapsodas [3].
Uno de esos capítulos sobre "bandoleros" trata sobre Liu Pengli [o Liu P´eng-li]. Con la dificultad que entraña consultar el texto original en chino y la inexistencia de traducciones publicadas en castellano, la referencia a este personaje que vivió a mediados del siglo II a.C. debemos encontrarla en las ediciones en inglés de los Records of the Grand Historian como, por ejemplo, la editada por Columbia University Press en 1961: Liu Pengli was arrogant and cruel, and paid no attention to the etiquette demanded between ruler and subject. In the evenings he used to go out on marauding expeditions with twenty or thirty slaves or young men who were in hiding from the law, murdering people and seizing their belongings for sheer sport. When the affair came to light in the twenty-ninth year of his rule i twas found he had murdered at least 100 or more person. Everyone in the kingdom knew about his ways, so that the people were afraid to venture out of their houses at night. The son of one of his victims finally sent a report to the [Han Emperor], and the Han officials requested that he be executed. The emperor could not bear to carry out their recommendation, but made him a commoner and banished him to Shangyong.
Traducible del siguiente modo: Liu Pengli era arrogante y cruel, y no prestó atención a las reglas que exigía la relación entre gobernante y súbdito. De noche solía salir a merodear en expediciones con veinte o treinta esclavos o jóvenes que se escondían de la ley, asesinaban a la gente y se apoderaban de sus pertenencias por puro deporte. Cuando el asunto salió a la luz en el vigésimo noveno año de su gobierno, se descubrió que había asesinado al menos a 100 personas o más. Todos en el reino conocían sus costumbres, por lo que la gente tenía miedo de salir de sus casas por la noche. El hijo de una de sus víctimas finalmente envió un informe al [Emperador de la dinastía Han], y los funcionarios de Han solicitaron que fuera ejecutado. El emperador no pudo soportar llevar a cabo su recomendación, pero lo convirtió en un plebeyo y lo desterró a Shangyong [4] quedándose con todos sus bienes.
Con ese bagaje, suele considerarse al aristócrata chino Liu Pengli como el primer asesino en serie que documenta la historia [5].
PD: como curiosidad sobre el autor, Sima Qian (…) en el año 99 defendió a un importante general chino forzado a capitular (…). El emperador compensó su audacia emasculándolo. La castración era una invitación al suicidio, pero Sima eligió seguir, para completar su obra [2]; es decir, el historiador prefirió ser castrado y sobrevivir a esa pena corporal para terminar con su memoria histórica.
Citas: [1] LEYTON, E. Cazadores de humanos. El auge del asesino múltiple moderno. Barcelona: Alba, 2005, p. 339. [2] CHAUNU, P. Historia, ciencia social: La duración, el espacio y el hombre en la época moderna. Madrid: Encuentro, 1985, p. 53. [3] JACOMET, P. Un viaje por mi biblioteca. Santiago de Chile: Catalonia, 2006, pp. 95 y 96. [4] QIAN, S. Records of the Grand Historian of China. Vol. 1. Nueva York: Columbia University Press, 1961 p. 448. [5] DOVAL, G. Los grandes asesinos de la historia. Madrid: Alba, 2012, p. 71.
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