Tras la muerte del escritor portugués Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935) se descubrió que el poeta había guardado en el interior de un baúl un amplísismo legado de obras, unas manuscritas y otras mecanografiadas, pero todas inéditas; entre ellas se encontró una pequeña guía de su ciudad natal donde recomendaba a los turistas que visitaran la capital lisboeta los lugares que, en su opinión, debían conocer. Uno de esos rincones imprescindibles era este mercado: (…) Al salir del Largo de São Vicente, se toma a la izquierda y después de pasar bajo el arco lateral, se llega a una amplia explanada: el Campo de Santa Clara, donde todos los martes y sábados se instala la Feira da Ladra, un pintoresco mercado de deshechos, algunos útiles, otros no tanto, algunos nuevos, otros viejos, pero todos ellos, sin duda, representan un negocio rentable para los extraños comerciantes que ese día extienden su mercancía sobre el pavimento al aire libre [1].
Desde entonces, es habitual que los autores que publican una reseña sobre Lisboa también acaben mencionándolo; por ejemplo: Situado en el Campo de Santa Clara, a las afueras del precioso barrio de la Alfama, entre edificios de estilo manierista, barroco y neoclásico. Aquí se celebra dos veces por semana la Feira da Ladra (literalmente, de los ladrones), el rastro de Lisboa [2]. (…) en cuyos puestos se detiene el viajero por unos momentos, intentando buscar con la mirada los relojes robados a sus amigos. Cree el viajero que si compra uno de ellos jamás se separará de él, pues el prodigio de encontrarlo hará adquirir verdadero valor al objeto. Además, si quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón, quien le compra lo robado ha de tener aún más, lo que anima al viajero, pecador nato, que a buen seguro necesitará toda esa piedad extra cuando se encuentre a las puertas del Cielo [3].
La «Feira da Ladra» –en castellano, el «mercadillo de los ladrones»– tuvo su origen en una antigua feria medieval que, desde el siglo XIII, se ha venido celebrando en diversos emplazamientos –comenzó a las afueras del Castelo de São Jorge y pasó por las plazas del Rossio y la Alegría o el Campo de Santana hasta recabar en el actual Campo de Santa Clara– por lo que este mercadillo suele considerarse el más antiguo de la ciudad; a feira urbana mais tradicional de Lisboa [4]. Llena de gente, como le cantó Sergio Godinho en 1980: (…) É terça-feira. É feira da ladra. Quase transborda de abarrotada [Es martes, el mercado de los ladrones, casi se desborda de abarrotado].
¿De dónde procede esa denominación tan coloquial? Al parecer recibe este nombre, al menos desde el siglo XVII, porque en sus puestos se solían vender los objetos robados; aunque existen otras versiones que lo relacionan con una acepción de “pulga” llamada “ladro”.
Citas: [1] PESSOA, F. Lisboa: lo que el turista debe ver. Ciudad de México: Verdehalago, 2006, p. 47. [2] MESALLES DE ZUNZUNEGUI, J. Restauración básica de muebles y nociones de pintura decorativa (3ª ed.). Madrid: Recicla, 2010, p. 201. [3] CARNERO SOBRADO, J. I. La luz de Lisboa. Barcelona: UOC, 2016. [4] ALMEIDA, S. A. S. O (meu) melhor de Portugal. São Paulo: Labrador, 2019.
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