En su interesante obra Justice et littérature [París: Presses Universitaires de France, 2011] el abogado Jacques Vergès afirmó que: Un expediente judicial es siempre el resumen de una novela, el argumento de una tragedia, la sinopsis de una película. Pero esa tragedia, esa novela y esa película permanecen inconclusas: a unas y a otras les falta un quinto acto, un epílogo o un desenlace; en definitiva, una coronación, aunque sea de espinas, para que el drama sea completo. Solo los abogados tienen el privilegio de ser a la vez espectadores de tal drama, confidentes del héroe y coautores, ya que acompañan al acusado a lo largo de todo el proceso y le ayudan a hacer frente al quinto acto de su tragedia, al epílogo de su novela, al desenlace de su película. Corresponde a los jueces encarnar al ciego destino. Puede que a algunos, este parentesco formal entre la obra judicial y la obra literaria les parezca un sacrilegio y, sin embargo, resulta evidente al comparar la tragedia de Antígona, concebida como proceso, y el proceso a Juana de Arco, que se desarrolla como una tragedia [1].
Junto al mito de Sófocles y el juicio a la Doncella de Orleáns, el didáctico ensayo de Vergès también analiza grandes casos que forman parte de la crónica negra no solo francesa sino europea como, por ejemplo, la intolerancia del «Caso de Jean Calas», la requisitoria contra Gustave Flaubert por la inmoralidad de su «Madame Bovary», la condena a muerte de Fiódor Dostoievski o la inclasificable historia de El asesinato considerado como una de las bellas artes (1827) escrita por el británico Thomas de Quincey.
Sin embargo, Jacques Vergès [Ubon Ratchathani (Tailandia), 5 de marzo de 1925 – París (Francia), 15 de agosto de 2013] no ha pasado a la posteridad como escritor sino por su labor como penalista, al decidir acompañar al quinto acto de su tragedia -según decía él mismo- a infames acusados de crímenes horrendos que acabaron valiéndole el sobrenombre de «abogado del diablo» [de hecho, en 2007, el director Barbet Schroeder estrenó la película documental L'avocat de la terreur (El abogado del terror) centrada en su vida procesal, en un intento de iluminar el misterio que se esconde tras esta enigmática figura].
A finales del siglo XX, Véronique Martin [2] lo entrevistó para publicar una biografía gracias a la cual sabemos que el letrado era hijo del médico e ingeniero criollo Raymond Vergès [cónsul francés en Oubône, por entonces Siam (extremo oriental del actual Tailandia)] y de Khang Pham Thi [su segunda esposa, ìnstitutriz originaria del Reino de Annam (Sur de Vietnam); una madre bonita y dulce que murió demasiado pronto]. Con apenas 3 años, su padre decide regresar con la familia a la isla de Reunión donde, en 1942, el joven Jacques se alistó en las Forces Françaises libres para combatir en la Resistencia durante la II Guerra Mundial con voluntarios llegados de todo el mundo mientras su padre obtenía el acta de diputado por aquella isla del Índico, junto a Madagascar. Esa infancia y adolescencia muestran, como apunta su biógrafa, a un niño euroasiático en una sociedad colonial, cuyos primeros recuerdos evocan inmediatamente un viaje en barco por el Mekong lejos de su tierra natal, y sitúa sus primeros descubrimientos en el corazón de la naturaleza tropical.
A partir de aquel momento, tras instalarse en la capital francesa, se afilió al Partido Comunista, estudió Derecho y se colegió como abogado en París. Para el letrado colombiano Abelardo de la Espriella [3], Vergès fue el creador de la defensa de “ruptura”, un método revolucionario y genial, que consiste en acusar a los acusadores de los mismos delitos imputados al procesado, buscando con ello justificar su conducta. Abogado de guerrilleros argelinos acusados en Francia de terribles actos terroristas; de Kieu Sampa, líder de los temidos Jemeres Rojos de Camboya; de El Chacal, el conocido terrorista internacional; del exoficial nazi Klaus Barbie, y del expresidente serbio y yugoslavo Slobodan Milosevic [aunque declinó aceptar su defensa], entre muchos otros peculiares personajes de los distintos espectros ideológicos. Vergés entendió desde siempre que el abogado defiende al ser humano y no al delito: era un humanista por excelencia.
Al analizar el juicio por el atentado islamista contra la sala Bataclan el viernes 13 (V13) de noviembre de 2015, el escritor Emmanuele Carrère recuerda que la mencionada defensa de ruptura fue (…) teorizada en 1987, durante el juicio del oficial nazi Klaus Barbie, por el escandaloso y célebre abogado Jacques Vergès. De acuerdo, decía Vergès, Barbie torturó en Lyon, pero el ejército francés hizo lo mismo en Argelia. En consecuencia, cada vez que se hable de tortura en Lyon, la defensa invocará la tortura en Argelia [4].
Sus detractores no dudan en descalificar sus argumentos defensivos; por ejemplo, el cineasta camboyano Rithy Panh se indignó al ver el citado documental de Barbet Schroeder: (…) Jacques Vergès afirma sin pestañear que en la Kampuchea Democrática no hubo un crimen «premeditado»; que no hubo genocidio; ni hambruna organizada; y además, que no hubo tantos muertos como se pretende. ¿Estaba presente en el país en aquella época? ¿Tuvo acceso a información privilegiada a través de su amigo de juventud Khieu Samphan, actualmente procesado en Phnom Penh, y de quien es abogado? ¿Y cómo se puede decir que «no hay más que ver las fosas que se han encontrado, no coinciden con el número de muertos de que se habla». Fijar una imagen no permite escribir la historia. Y según el Centro de Estudios de la Universidad de Yale, se han inventariado más de 20.000 campos de la muerte en el conjunto del territorio camboyano [5].
Se trata, en definitiva, de un abogado que incluso después de fallecer todavía ejerce una gran fascinación en Francia, por defender las causas más difíciles, las más insostenibles, a los ojos de la mayoría [6].
Citas: [1] VERGÈS, J. Justicia y literatura. Barcelona: Ediciones Península, 2013, p. 13. [2] MARTIN, V. Jacques Vergès. Envers et contre tous. París: Editions de Verneuil, 1999, pp. 5 a 18. [3] DE LA ESPRIELLA, A. “Adiós a Vergès”. En: Ambito Jurídico, 2013. [4] CARRÈRE, E. V13. Crónica judicial. Madrid: Anagrama, 2023. [5] PANH, R. & BATAILLE, C. La eliminación. Madrid: Anagrama, 2013. [6] OBARRIO MORENO, J. A. 1984 (George Orwell). Diálogos entre el derecho y la literatura. Madrid: Dykinson, 2021, p. 36.
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