miércoles, 3 de agosto de 2011

Las constituciones líquidas

El sociólogo Zygmunt Bauman –nacido en Poznan (Polonia) en 1925, pero residente en Leeds (Inglaterra) donde es profesor de la universidad– publicó en 2003 un curioso libro titulado Liquid Love (Amor líquido) en el que analizaba la precariedad de las relaciones humanas porque -según este autor- no damos tiempo a que el amor se endurezca y solidifique para que conserve su forma, sino que siempre permanece en un estado líquido e inestable que transforma lo que ayer nos parecía un bonito compromiso en lo que hoy resulta una pesada carga, lo que genera tensión que desemboca en ansiedad, incertidumbre y desconfianza. Ese mismo razonamiento, lo aplicó el autor a la modernidad pero se puede referir a cualquier ámbito, incluyendo el jurídico. Sin ir muy lejos, la regulación española en materia de extranjería –¡cuatro leyes en lo que llevamos de siglo XXI!– es un perfecto ejemplo de legislación líquida que no nace de ningún acuerdo ni prospera el tiempo suficiente para llegar a asentarse; pero hoy vamos a centrarnos en el ámbito constitucional iberoamericano.

El 28 de julio de 2011, Ollanta Humala juró su cargo en Lima como nuevo presidente de la República de Perú sobre un ejemplar de la Constitución de 1979; el problema es que, a día de hoy, esa no es la Carta Magna que está en vigor en el país andino, sino la posterior de 1993, redactada durante el gobierno del entonces presidente Alberto Fujimori, rival directo del actual Jefe de Estado. Según Humala, su gesto sólo vino a reivindicar el espíritu de aquella ley fundamental. Nada menos. ¿Te imaginas qué ocurriría en España si un político llegara al poder y jurase su cargo ante la Constitución de la II República, de 1931, en lugar de utilizar el texto vigente de 1978? Las connotaciones que tendría...

El juramento peruano pone de relieve que esta parte del mundo es el caldo de cultivo para hablar de las constituciones líquidas que nacen sin vocación de futuro, sino ex profeso para que perduren el tiempo que se alargue el mandato del Jefe de Estado de turno. Ya lo he mencionado en otra ocasión, pero las declaraciones que efectuó, en 2009, el obispo de la ciudad de Estelí (Nicaragua) y vicepresidente de la Conferencia Episcopal de su país, monseñor Juan Abelardo Mata, son una triste realidad: para los gobernantes, la Constitución es papel higiénico.

Veamos un ejemplo evidente: más allá de las polémicas que habitualmente rodean al presidente bolivariano Hugo Chavez, desde que este país aprobó la primera Carta Magna de toda Hispanoamérica -en 1811- Venezuela se ha regido por 25 constituciones en 200 años de independencia; y eso, sin contar con enmiendas, reformas, documentos de tránsito ni decretos que declaraban en vigor normas anteriores. Su legado constitucional está formado por las Constituciones de 1819, 1821, 1830, 1857, 1858, 1864, 1874, 1881, 1891, 1893, 1901, 1904, 1909, 1914, 1922, 1925, 1928, 1929, 1931, 1936, 1947, 1953, 1961 y la actual de 1999. Pero no es un caso aislado: Ecuador ha tenido 23; Perú, 18; Bolivia y Nicaragua, 16; etc. Leyes que deberían ser fundamentales y mantener un afán de pervivencia, se quedan en simples normas líquidas, demasiado versátiles.

1 comentario:

  1. Muy ingenioso lo de ligar el amor liquido con la legislación liquida.

    ¿ Es creación tuya ? Seguro que sí

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