lunes, 13 de octubre de 2025

La tesis abandonista de cambiar Ceuta por Gibraltar

Según el historiador estadounidense Bullitt Lowry: (…) Años antes de la Primera Guerra Mundial, la Comisión de Defensa Imperial [del Reino Unido] había estimado que Gibraltar era militarmente indefendible y lo parecía menos aún en 1917, siendo posibles los ataques desde distancias cada vez mayores. No obstante, durante la guerra, la comisión de variaciones territoriales no alcanzó ninguna decisión «por (…) la firme oposición por parte del representante del Almirantazgo». El 28 de marzo de 1917, el presidente de la comisión envió una nota a Arthur Balfour, nuevo secretario de Estado de Asuntos Exteriores, en que le exponía el punto muerto y le sugería que el primer ministro crease una comisión pequeña con representantes del Almirantazgo, de la Oficina de Guerra y de la Oficina del Exterior, para examinar la cuestión de Gibraltar. Un objetivo de esta propuesta de permuta de Gibraltar por Ceuta era ganar la benevolencia de España y quizá incluso lograr que declarase la guerra a las potencias centrales en alianza con Inglaterra. El embajador español en Londres había insinuado que podía sobrevenir la declaración de guerra a la cesión de Gibraltar y Tánger y a la concesión de libertad de acción en Portugal; y Primo de Rivera, entonces gobernador militar del Campo de Gibraltar, había sugerido francamente en un discurso la permuta de Gibraltar por Ceuta. Aunque se destituyó a Primo de Rivera de su cargo inmediatamente después de este discurso, España tenía buenas razones para aprobar tal permuta, no sólo por su reivindicación histórica de Gibraltar, sino también por la insurrección en Marruecos, que hacía difícil guarnecer Ceuta. Y aunque la actual ciudad autónoma podía ser una base naval más útil que Gibraltar, tras dos años de consultas y discusiones entre las autoridades británicas, el 12 de febrero de 1919, el Gabinete de Guerra se ocupó del informe de la comisión Gibraltar-Ceuta y aprobó la conclusión (…): terminar la discusión sobre la permuta propuesta. Después se olvidó esta posibilidad [1].

Lowry analizó este debate geoestratégico desde el punto de vista británico; pero, ¿qué se planteó en España? Por alusiones, aquella posible permuta la sugirió, por primera vez, el general Miguel Primo de Rivera en 1913, en unas cartas enviadas a Eduardo Dato, presidente del Consejo de Ministros, ya esgrimía esos mismos argumentos [del] posible trueque con los británicos [2], de Ceuta por Gibraltar. Lo retomó siendo gobernador militar de Cádiz, el 26 de marzo de 1917, al pronunciar su discurso de ingreso en la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras gaditana como miembro de número con el título: «Recuperación de Gibraltar».


El periodista y profesor Romero Bartumeus afirma que: (…) Primo de Rivera mantiene en su discurso académico que África es una carga para España y que «si no sabemos desatar a tiempo y con ventaja los lazos de dolor que a África nos unen, pueden ellos irnos apretando hasta producirnos ahogo». El general no proponía, al menos eso afirmaba, un abandono precipitado, «sino apartarnos de una dirección que entiendo sincera y lealmente es mala para la patria». Ceuta, afirmó, es la única prenda de cambio con que ganan las dos partes. El trueque por Gibraltar, afirmó en ese acto, no supondría para los ingleses pérdida de situación privilegiada en el Estrecho y España, sin perder el control desde nuestra orilla, limpiaría su blasón, borraría el agravio y nos alejaría del problema de África «que ciego será quien no vea que nos lleva a la ruina» [2]. Y, de nuevo, reiteró su propuesta en 1921, tras el desastre de Annual; es decir, su opinión fue coetánea de las reuniones británicas que señalamos al comienzo aunque, unos años más tarde, como veremos a continuación, el dictador acabó arrepintiéndose de su tesis abandonista.


Lo narra el profesor Díez Rioja: (…) En la crónica resumen de la Dictadura –cuatro artı́culos que el dictador escribió en Parı́s para el periódico “La Nación” de Buenos Aires, cuyos derechos adquirirı́a más tarde “El Noticiero”– Primo de Rivera refiere que fue en el invierno de 1924, una vez consolidada la retirada de posiciones y establecida la “lı́nea Primo de Rivera[nombre coloquial con el que se conocía al perfil trazado por la carretera que unía las plazas de soberanía españolas de Ceuta, Tetuán, Arcila, Larache y Alcazarquivir] cuando “me di cuenta que mi teorı́a expuesta en Cádiz era errónea e impracticable, porque ya no habı́a opción, pues elevado al máximo el prestigio de Abd el-Krim [líder de la insurrección rifeña] (…). Si España abandonaba aquellos territorios podrı́a ser objeto de agresiones corsarias en sus propias costas (…)”. Debemos recordar que, en 1917 en Cádiz, aprovechando el discurso que pronunciaba con motivo de su ingreso en la Real Academia Hispanoamericana, planteó lo que en su opinión era una solución airosa para España: proponer al Gobierno británico la permuta de Gibraltar por Ceuta. Declaró entonces que el Protectorado español era “un pedazo de terreno improductivo e ingobernable”. En este mismo sentido se expresó cuatro años más tarde: “tener a soldados en la otra orilla del Estrecho entraña una debilidad estratégica para España”. Discursos que le acarrearon consecuencias. En el primer caso, Agustı́n Luque, ministro de la Guerra, lo destituyó en el cargo de gobernador militar de Cádiz tres dı́as después de su polémica intervención y, en el segundo, fue apartado de la Capitanı́a General de la Primera Región Militar (Madrid) por el ministro de la Guerra Juan de la Cierva y Peñafiel, tras intervenir en el Senado [3].

Por último, la profesora Sueiro Seoane considera que: (…) aunque Primo de Rivera tenía esa íntima y auténtica convicción abandonista, era consciente -como lo eran, desde luego, sus colegas del Directorio- de que un abandono sin más, una renuncia a continuar soportando “la pesada carga” de Marruecos, significaba abdicar de los compromisos contraídos internacionalmente, reconocer ante el resto de las potencias mediterráneas la incapacidad colonizadora de España. Era una humillante declaración de impotencia y una definitiva autoexclusión del foro internacional, en el que la Dictadura aspiraba a desempeñar un papel más relevante (…) Tanto si se negociaba con Francia como si se hacía con Gran Bretaña, el objetivo era intentar rentabilizar una renuncia -al menos a gran parte de la Zona- que el dictador no sólo estaba dispuesto si no deseoso de hacer, a cambio de conseguir alguno de los puntos clave del Estrecho, esto es, Gibraltar o Tánger. Pero era más un persistente anhelo que un proyecto con visos de hacerse realidad y, en cualquier caso, fue sólo una de las diversas vías ensayadas por la Dictadura, cuya máxima pareció ser hacer tanteos en todas direcciones por que, como Primo afirmaba, él era de los que creían que “se debe siempre soplar, por si acaso el palillo pita [4].

Citas: [1] LOWRY, B. “El indefendible Peñón. Inglaterra y la permuta de Gibraltar por Ceuta, de 1917 a 1919”. En: Revista de Política Internacional, 1977, nº 153, pp. 195, 196 y 203. [2] ROMERO BARTUMEUS, L. “Los archivos de Luis Romero Bartumeus. Gibraltar y África. Discurso del General Primo de Rivera. Ed.: Imprenta de M. Álvarez. Cádiz, 1917, 56 páginas”. En: Cuadernos de Gibraltar–Gibraltar Reports, 2022-2023, nº 5, p. 2. [3] DÍEZ RIOJA, R. “De la “Conferencia de Madrid” al desembarco en Alhucemas (junio-septiembre de 1925). Las objeciones del estado mayor francés al plan español”. En: NAVAJAS ZUBELDIA, C. & MUÑOZ, G. Mª. Nuevas miradas sobre la dictadura de Primo de Rivera en su centenario: Actas del VIII Congreso Internacional de Historia de Nuestro Tiempo, 2025, pp. 357 y 358. [4] SUEIRO SEOANE, S. “El mito del estratega Primo de Rivera y la resolución del problema de Marruecos”. En: Cuadernos de historia contemporánea, 1994, nº 16, 1994, pp. 116 y 120.

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