El reglamento internacional para jugar al fútbol –que, hablando en propiedad, se denomina Reglas de juego FIFA– establece diecisiete reglas (desde el terreno de juego hasta el saque de esquina) y una serie de procedimientos entre los que se establece (regla 10) que si el reglamento de la competición exige que haya un equipo ganador después
de un partido empatado o una eliminatoria que finaliza en empate, se
permitirán únicamente los siguientes procedimientos para determinar el
vencedor:
1) Regla de goles marcados fuera de casa;
2) Tiempo suplementario [la prórroga];
y 3) Tiros desde el punto de penalti [que se ejecutarán una vez terminado el partido
y, a menos que se estipule algo diferente, se aplicarán las Reglas de Juego
correspondientes].
Hasta que se inventó el lanzamiento de la tanda de penaltis, las finales de los torneos de fútbol se podían eternizar con una prórroga tras otra, esperando que un gol deshiciera el empate, o resolver con soluciones menos justas, como lanzar una moneda al aire y confiar en el azar.
La idea de que cada equipo tirase cinco lanzamientos de desempate se le ocurrió al periodista gaditano Rafael Ballester Sierra durante la final de la VIII edición del Trofeo Ramón de Carranza (uno de los más prestigiosos que se celebran en España cada verano). Ocurrió en Cádiz, en 1962, cuando el Barcelona y el Zaragoza empataron a 0-0, al terminar los 90 minutos, y 1-1, al acabar la prórroga. Ballester propuso al árbitro y a los capitanes de ambos equipos la solución de los cinco disparos a puerta y, desde entonces, esta es la regla habitual en todo el mundo, tal y como figura en los reglamentos de la FIFA y la UEFA; con la única salvedad de que aquella primera tanda de penaltis que se lanzó en Cádiz fueron consecutivos (cada equipo tiró cinco veces a portería de una sola vez) y ahora son alternativos.
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