lunes, 19 de octubre de 2015

Los regicidios visigodos [Morbus gothicus]

El historiador José Ordalis considera que el legado de los visigodos sirvió de catalizador de las mayoritarias poblaciones indígena e hispano-romana y que esta unión dio como resultado el nacimiento de esa entidad histórica que conocemos con el nombre de España. Aquel primer capítulo de la historia de la nación española se desarrolló durante los tres siglos que transcurrieron entre el ¿12 de octubre? de 409, cuando los vándalos, suevos y alanos cruzaron a la Península Ibérica por los Pirineos Occidentales, y la madrugada del 28 de abril de 711, fecha en que el reino visigodo se derrumbó súbitamente (…) ante el ataque del islam, en una de las catástrofes políticas más fulgurantes que registra la historia del mundo [1]. Sucedió tras el desembarco del ejército al mando de Tarik, compuesto en su mayor parte por bereberes, que derrotó al último rey, Rodrigo, a orillas del río Guadalete, el 23 de julio de ese mismo año, sacando ventaja de la traición de los hijos del anterior monarca, Witiza, que decidieron abandonar la lucha en medio de la contienda, lo que favoreció el triunfo musulmán y la debacle de todo el reino.

Desde que Ataúlfo accedió al trono visigodo en su primera capital, Tolosa (actual Toulouse, Francia) en el 414, hasta la muerte de Rodrigo en la batalla de Guadalete, en 711, el reinado de estos monarcas –la célebre lista cronológica de los reyes godos que los escolares debían aprender de memoria en los colegios españoles del Franquismo– estuvo integrada por treinta y tres soberanos que articularon toda la política y la administración de aquella época, en pleno tránsito entre la Antigüedad y la Edad Media.

Teniendo en cuenta su origen germánico, el sistema sucesorio para ostentar la corona era, en principio, el electivo; una norma consuetudinaria que se positivizó en el canon 75 del IV Concilio de Toledo, celebrado en diciembre de 633 bajo la dirección de san Isidoro de Sevilla, de modo que los obispos y los magnates laicos [los gobernadores de las seis provincias (Cartaginense, Bética, Tarraconense, Lusitania, Gallaecia y Narbonense o Septimania con capitales en Cartagena y después Toledo, Sevilla, Tarragona, Mérida, Braga y Narbona, respectivamente), los jefes militares, los próceres (magistrados) y los miembros de la Corte Palatina] pudieran elegir como soberano a quien poseyera ciertas virtudes (como ser noble de origen godo) y careciera de impurezas (ser infame, extranjero o servil). Así ocurrió con el rey Wamba, elegido, contra su propia voluntad, en el antiguo pueblo de Gérticos [en su honor, actual municipio de Wamba (Valladolid) en 672]; pero este canon regular se vio ensombrecido por tiranos –como Chindasvinto– que usurparon la autoridad regia y, sobre todo, por numerosos crímenes para hacerse con el poder; de ahí que el cronista Fredegario comenzase a divulgar la denominada enfermedad goda [Morbus gothicus] a la que el historiador Gregorio de Tours calificó como detestable costumbre [detestabilem consuetudinem] de los godos: dar muerte violenta a sus reyes.

Salvo escasas excepciones –como los reyes Atanagildo, que falleció de muerte natural en 567; Gundemaro, en 612; Chindasvinto, en 653; o Recesvinto, en 672– los regicidios fueron la práctica habitual para poner fin a los reinados. Se iniciaron el 14 de agosto de 415 cuando Ataúlfo fue asesinado en Barcino (actual Barcelona); su sucesor, Sigerico apenas se mantuvo con vida una semana en el trono, y así se repitió con la gran mayoría de los soberanos del reino visigodo que perecieron de forma violenta: Turismundo (estrangulado en el año 453); Teodorico II (466); Amalarico (531); Teudis (548); Teudicisclo (apuñalado en múltiples ocasiones durante un banquete, en 549); Agila I (554); Liuva II (603); o Witerico (610), que mató con la espada y murió con la espada, según san Isidoro; etc.

¿A qué motivo obedeció esta enfermedad goda? Probablemente no respondió a una única causa sino a la suma de las luchas por el poder entre diversos clanes, fomentada por la influencia de los vecinos francos, ostrogodos y bizantinos por lograr una monarquía afín a sus intereses y la enorme inestabilidad que suponía la continua discusión por la sucesión; todo ello, unido a la dicotomía religiosa entre arrianos y cristianos y a un contexto de crisis económica, social y política [la peste, el hambre, la nueva exención de impuestos en tiempos de Egica, la prohibición del comercio judío, la posterior reducción a la esclavitud de todos los judíos españoles bajo la acusación general de traición, la mala situación de la moneda, etc.] dieron lugar a un reino desmoralizado y desintegrado empeñado en su propia destrucción [2].

 
Citas: [1] ORDALIS, J. Historia del reino visigodo de España. Madrid: Rialp, 2003, p. 9. [2] KING, P.D. Derecho y sociedad en el reino visigodo. Madrid: Alianza, 1981, p. 41. Cuadros: superior: Antonio Muñoz Degrain | Conversión de Recaredo I del arrianismo al catolicismo (1888). Inferior: Marcelino de Unceta y López | Don Rodrigo cabalgando a lomos de un caballo blanco en la batalla del Guadalete (1858).

2 comentarios:

  1. Puede que los visigodos fueran más romanistas que los comparatistas de hoy en día, y por ello acudiesen a la sana tradición del regicidio como instrumento de poder por parte de sus distintas facciones y camarillas.

    ResponderEliminar