En 1973, el filósofo Michel Foucault encabezó un grupo de diez miembros del Collège de France que estudiaban la historia de las relaciones entre la psiquiatría y la justicia penal y por el camino –como ellos mismos reconocieron– se encontraron con el caso Rivière. El resultado de aquella investigación fue una obra titulada Yo, Pierre Rivière, habiendo degollado a mi madre, mi hermana y mi hermano... [Moi, Pierre Rivière, ayant égorgé ma mère, ma soeur et mom frère] en la que recopilaron un considerable número de elementos notables sobre aquel crimen: los divergentes informes médicos [incluyendo los firmados por los nombres más importantes de la psiquiatría y de la medicina legal de la época (Esquirol, Marc, Orfila, etc.)]; diversas piezas de los autos (como las declaraciones de los testigos); la autobiografía que fue escribiendo el propio acusado durante su encarcelamiento; los artículos que aparecieron en la prensa; y otros documentos conservados en los archivos municipales. Al recopilar esa pluralidad de fragmentos de la vida real en un único dossier que elaboraron siguiendo el método compositivo de la assemblage –similar al que empleó Bram Stoker en Drácula– se propusieron que el lector pudiera seguir el desarrollo de todo el proceso: un caso de parricidio del siglo XIX.
En su tiempo, el asunto Rivière no fue nunca un «caso importante» porque los casos de parricidio eran más bien numerosos en los juzgados de la época (de diez a quince anuales, y a veces más). Además, el atentado y el proceso de [Giuseppe] Fieschi [y], la condena y ejecución de [el poeta asesino Pierre-François] Lacenaire (…) ocupaban en ese momento lo esencial de las crónicas judiciales; pero, con el paso de los años, aquella documentación singularmente extensa para su época trascendió por la pionera utilización de conceptos psiquiátricos en la justicia penal y la noción de «monomanía homicida», que Esquirol puso en circulación a comienzos del siglo XIX.
Los hechos ocurrieron al mediodía del miércoles 3 de junio de 1815, en una pequeña comuna del Norte de Francia llamada Aunay, en el pueblo de la Faucterie. El joven agricultor Pierre Rivière, de 20 años, arrebatado por un genio infernal, empuñó una cuchilla como las utilizadas para podar los árboles y asesinó a su madre Victoire Brion, embarazada de una bebé de seis meses; y a sus hermanos pequeños Jules y Marie-Françoise Victoire porque –según confensó en el interrogatorio– Dios me lo ordenó para justificar Su providencia (…) Los tres estaban de acuerdo en perseguir a mi padre. (…) Dios ordenó a Moisés que degollara a los adoradores del becerro de oro, sin exceptuar amigos, ni padre ni hijos. (…) Quince días antes (…) Estaba en el campo cuando Dios se me apareció acompañado de sus ángeles y me dio la orden de justificar Su providencia. Mientras ocurrían los homicidios, el padre –una persona apreciada en la vecindad– estaba labrando en otro terreno, donde vivía en desunión con su mujer desde la anterior década, junto a sus otros hijos (Aimée, Prosper y Jean, fallecido en 1834; la mujer estaba embarazada de otro hombre).
En opinión del fiscal: Pierre Rivière (…) salió impasible y se presentó con calma, con las manos manchadas de sangre, a dos personas a las que les dijo: «Acabo de liberar a mi padre, ahora ya no será desgraciado», y luego prosiguió su camino como si nada hubiera ocurrido; su hoz goteaba sangre. Se dio a la fuga, deambuló por la región y, finalmente, fue detenido el 16 de junio de 1835 por la gendarmería de Langannerie, en el departamento de Calvados.
El juicio se celebró en otoño en un tribunal de Caen (Normandía) y finalizó el 12 de noviembre de 1835 con la sentencia que lo condenó a muerte, pero gracias a los informes médicos se apeló a la clemencia del rey Luis Felipe y ahí radica la singularidad de este caso: se convocó a Esquirol, médico jefe de Charenton; Orfila, decano de la Facultad de Medicina de París; Marc, médico del rey; Pariset, secretario perpetuo de la Real Academia de Medicina; Rostan, profesor de la Facultad de Medicina de París; Mitivié, médico de la Salpetrière y Leuret, doctor en medicina, para dar su opinión sobre el estado mental de Pierre.
Los grandes nombres de la medicina legal y la psiquiatría francesa dieron su opinión sobre el estado mental de Pierre Rivière, antes, durante y después de cometidos los homicidios, teniendo en cuenta que a menudo se le veía hablando solo; que no se acercaba a ninguna mujer, aunque fuera de su familia, por temor de mancillarla por las emanaciones que creía que su cuerpo vertía; que torturaba de mil maneras a los animales; que, por sus extravagancias desde niño, las gentes de la región le llamaban el imbécil, el loco, el bestia de Rivière; que procede de una familia en la que hay varios alienados con síntomas habituales de locura… todo ello indica una total privación de juicio y demuestra una aberración profunda y constante de sus facultades intelectuales y de sus sentimientos morales, concluyendo –por unanimidad, el 25 de diciembre de 1835– que:
Pierre Rivière fue internado en la prisión de Beaulieu, en Caen, donde se suicidó cuatro años más tarde, ahorcándose en su celda la madrugada del 20 de octubre de 1840.
- Desde la edad de cuatro años, Pierre Rivière no cesó de dar signos de alienación mental;
- Su alienación mental ha persistido, aunque con menos intensidad, después de los homicidios que cometió; y
- Estos homicidios son únicamente debidos al delirio.
Pierre Rivière fue internado en la prisión de Beaulieu, en Caen, donde se suicidó cuatro años más tarde, ahorcándose en su celda la madrugada del 20 de octubre de 1840.
PD: en anteriores in albis ya hemos tenido ocasión de conocer otros famosos ejemplos de la crónica negra francesa como los casos de Robert François Damiens, Jean Calas, Alfred Dreyfus, Toussaint Augustin Gouffé, Pierrot, Landru o Marie Lafarge.
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