En su autobiográfica Historia de mis experiencias con la verdad [1], Mohandas Karamchand “Mahatma” Gandhi afirmó que: El principio llamado satyagraha tuvo nacimiento antes de que el nombre fuese inventado. Incluso cuando nació, yo mismo no hubiera podido decir de qué se trataba. En gujaratí [idioma del Estado de Guyarat (India) donde nació el 2 de octubre de 1869] también utilizamos el término inglés “resistencia pasiva” para describirlo. Cuando en una conversación con europeos comprendí que el término “resistencia pasiva” estaba demasiado simplemente construido, que se lo suponía un arma para débiles, que podía ser definido como un odio, y que finalmente podía manifestarse por la violencia, tuve que negar todas estas caracterizaciones y explicar la verdadera naturaleza del movimiento indo. Resultó claro que una nueva palabra debía ser acuñada por los indos para designar su lucha. (…) La historia de esta lucha es la historia del resto de mi vida en África del Sur [Gandhi residió en Sudáfrica entre 1893 y 1915 donde ejerció como abogado, luchando por los derechos de sus compatriotas que habían emigrado para trabajar en ese país sudafricano], y especialmente de mis experiencias con la verdad en ese subcontinente. Redacté la mayor parte de esta historia en la cárcel de Yeravda y la terminé después de ser puesto en libertad.
De regreso a la India británica, cuando las autoridades de Londres se negaron a reconocerle a su país el mismo estatuto de Dominio que a Canadá o Australia, Mahatma Gandhi recurrió de nuevo a aquella protesta pacífica de la satyagraha durante la Marcha de la Sal [Dandi March, Salt March o the Salt Satyagraha] que recorrió a pie, del 12 de marzo al 6 de abril de 1930, los cerca de 400 kilómetros que separaban Sabarmati Ashram (Ahmedabad) del pequeño pueblo de Dandi en la costa de Guyarat, acompañado de un grupo integrado por unas ochenta hombres y mujeres –los satyagrahis– que acabó convirtiéndose en 50.000 pacíficos manifestantes. Su objetivo era desafiar la ley británica que gravó la adquisición de la sal con un impuesto que estableció un monopolio para producir y comercializar con este bien tan necesario para conservar los alimentos. (…) la marcha de la sal fue un golpe de genialidad. La frágil figura de Gandhi, avanzando con su bastón en la mano para enfrentarse al imperialismo británico por el acceso a un artículo básico, se convirtió rápidamente en el centro de una atención comprensiva no sólo en toda la India sino en el mundo entero (…) Aunque el gobierno detuvo a Gandhi poco después de la marcha, el daño ya estaba hecho. Más disciplinado en su organización, aunque menos apocalíptico en sus expectativas que su predecesor una década antes, el movimiento de desobediencia civil se extendió rápidamente por toda la India [2].
Aquel periodo finalizó con la firma del denominado Pacto Gandhi-Irwin, el 5 de marzo de 1931, entre el líder pacifista indio, que fue liberado de la cárcel, y el virrey británico Lord Irwin, posterior vizconde Halifax (1881-1959). Este pacto fue bastante criticado por muchos nacionalistas por obtener pocas concesiones políticas concretas para la India después de movilizaciones tan grandes. Pero Gandhi quería restaurar un clima de paz en el país y retomar la confianza hacia los ingleses, sabiendo que ya estos habían comprendido la determinación total del pueblo hindú; devolvió así la iniciativa al otro bando al confiar en su “buen sentido”. Pero poco duraría esta expectativa, pues la Segunda Conferencia de la Mesa Redonda [Round Table Conference] en Londres (septiembre-diciembre de 1931) [en la imagen inferior] fracasó: Gandhi sostuvo que los hindúes sólo aceptaban ya la “independencia total” e Inglaterra no la quería otorgar [3].
A corto plazo, aquel acuerdo puso fin a la campaña de satyagraha, frenando la desobediencia civil; eliminó la tributación británica sobre la sal, permitiendo que los indios la elaborasen para su consumo doméstico; y liberó a todos los detenidos que participaron en las protestas pacíficas; a largo plazo, aunque algunos líderes, como Jawaharlal Nehru, llegaron a considerarlo una capitulación, fomentó su apuesta por unos métodos sin violencia, le dio una legitimidad sin precedentes como representante de una nación india embrionaria [2] y logró aunar el esfuerzo colectivo necesario para acabar declarando la independencia de Gran Bretaña el 15 de agosto de 1947. En cuanto a Gandhi, fue asesinado pocos meses más tarde, en Nueva Delhi, el 30 de enero de 1948.
Citas: [1] GANDHI, M. Historia de mis experiencias con la verdad. Madrid: Gaia, 2014, p. 273. [2] METCALF, B. & METCALF, T. Historia de la India. Madrid: Cambridge University Press, 2003, p. 231. [3] PATELLA; P. A. Gandhi y la desobediencia civil. Ciudad de México: Plaza y Valdés, 2002, p. 84.
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