Ya tuvimos ocasión de comentar que la actual Cooperación Estructurada Permanente –en inglés, Permanent Structured Cooperation (PESCO)– adoptada por la Decisión (PESC) 2017/2315 del Consejo, de 11 de diciembre de 2017, ha sido definida por las autoridades de Bruselas como un paso fundamental hacia el refuerzo de la política de defensa común; pero, hasta entonces, en la historia de la integración europea hubo otras iniciativas similares que, sin embargo, fracasaron en el intento de lograr una política de defensa común. Hoy veremos dos de esos precedentes.
El 24 de octubre de 1950, en plena Guerra de Corea y tan solo un año después de que se firmara en Washington el Tratado del Atlántico Norte (4 de abril de 1949), el presidente del Consejo de Ministros francés y exministro de defensa, René Préven (1901-1993), propuso la creación de la denominada Communauté européenne de défense (CED) a la Asamblea Nacional (el Parlamento de Francia); inspirada, como él mismo reconoció, en la Recomendación adoptada el 11 de agosto de 1950 por la Asamblea del Consejo de Europa que pidió la creación inmediata de un ejército europeo unificado para cooperar en la defensa de la paz con las fuerzas estadounidenses y canadienses.
El establecimiento de esta Comunidad Europea de Defensa no podía limitarse –según el Plan Préven– a ser el resultado del mero abrazo de unidades militares nacionales, que, en realidad, solo enmascararían una coalición del viejo tipo. A tareas inevitablemente comunes, solo pueden corresponder organismos comunes. Un ejército de Europa unida, compuesto por hombres de varias naciones europeas, debe, en la medida de lo posible, lograr una fusión completa de los elementos humanos y materiales que reúne bajo una única autoridad política y militar europea (*).
Como consecuencia de las negociaciones que se llevaron a cabo tanto en Europa Occidental como en Estados Unidos, en el marco de la Alianza Atlántica, el 27 de mayo de 1952, los seis Estados de la CECA (Comunidad Europea del Carbón y el Acero; integrada por la República Federal de Alemania, Italia, Francia y el BENELUX) firmaron en París el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea de Defensa; pero, cuando este acuerdo empezó a ser ratificado por los seis parlamentos nacionales, llegó el turno a la propia Asamblea francesa que lo había impulsado y finalmente lo rechazó sin llegar a discutir el articulado, el 30 de agosto de 1954; de modo que aquel pionero ejército europeo integrado bajo un mando común nunca llegó a entrar en vigor.
Con el cambio de década, solo cabe destacar los dos borradores del Plan Fouchet que redactó el embajador francés Christian Fouchet (1911-1974), durante el gobierno de Charles de Gaulle, en noviembre de 1961 y enero de 1962. De nuevo, Francia tomó la iniciativa para que las incipientes instituciones europeas (CEE, CECA y EURATOM) se encaminaran hacia una unión que incluyera, entre otros ámbitos, la cooperación de los Estados miembros en materia de política exterior y de defensa. Como sucedió con el Plan Préven, las desavenencias entre los miembros del gobierno francés y los cambios políticos motivaron sus fracaso.
Tres años antes de que la integración del Viejo Continente avanzara con las primeras adhesiones a las Comunidades Europeas, en 1973 (Dinamarca, Irlanda y Reino Unido), en la Cumbre de Luxemburgo se presentó el denominado Informe Davignon, el 27 de octubre de 1970, sobre cooperación política; cuyo objetivo era conseguir que los por aquel entonces aún 6 miembros del club comunitario (recordemos: Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Francia, Italia y Alemania) se reunieran para tratar de negociar una postura común sobre cooperación política y hablarle al mundo con una sola voz acerca de los problemas internacionales más importantes.
La propuesta formulada por el ministro belga de Asuntos Exteriores que lo redactó, Étienne Davignon (1932), es considerada por Bruselas como el origen de la Cooperación Política Europea (CPE), lanzada de manera informal en 1970 antes de ser institucionalizada por el Acta Única Europea (AUE) en 1987. La CPE implicaba fundamentalmente la consulta entre los Estados miembros sobre las cuestiones de política exterior (*).
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