viernes, 27 de diciembre de 2024

Las «especies sociables» suizas no pueden estar solas

En la Confederación Suiza, el Art. 13 de la Ordonnance sur la protection des animaux (OPAn) de 23 de abril de 2008 [RS 455.1] dispone que: Les animaux d’espèces sociables doivent avoir des contacts sociaux appropriés avec des congénères [es decir: los animales de especies sociables deben tener contactos sociales apropiados con sus congéneres]; a continuación, el Art. 119.2 añade que: Les animaux d’expérience d’espèces sociables doivent être détenus en groupes avec des congénères. La détention individuelle est admise à titre exceptionnel et pour une durée limitée [Los animales de especies sociables que se empleen en experimentos deben mantenerse en grupos con sus congéneres. La reclusión individual se permite excepcionalmente y durante un período limitado]; y, finalmente, en los anexos, especifica -entre otros aspectos- que debe favorecerse que los animales de especies sociables mantengan el contacto visual entre ellos.

Desde su entrada en vigor el 1 de septiembre de 2008, los propietarios de animaux d’espèces sociables -el Art. 2 no llega a definirlos pero podemos entender que el legislador helvético quiso referirse a cobayas, tortugas, conejos, canarios, peces…- deben buscar un compañero de caja, terrario, acuario, jaula o pecera a sus mascotas para que puedan sociabilizar entre ellos (no se prevé si han de ser de igual o diferente sexo). La normativa federal sobre este ámbito se completa con la Loi fédérale sur la protection des animaux (LPA), de 16 de diciembre de 2005 que también entró en vigor el primer día de septiembre de 2008 y tampoco llegó a identificar cuáles eran los animaux d’espèces sociables. OPAn y LPA constituyen la legislación suiza básica en materia de protección animal.


Este marco legal ha dado lugar a situaciones imprevistas, como investigó la periodista francesa Marie Maurisse para el diario Le Figaro: (…) A pesar de su lado agradable, esta disposición ha tenido un efecto perverso: algunas personas denuncian con facilidad a sus vecinos si no han encontrado pareja para su cobaya o periquito. Y una "infracción de la ley de protección de los animales puede castigarse con una multa de hasta 10.000 francos” (…) El uso de la denuncia da lugar a historias trágicas, como la de la pequeña Zoé, hija única de 6 años, que adoraba a su cabritilla Maryline, con la que jugaba al escondite. Tras ser denunciados, la familia de Maryline tuvo que vender la cabra, al no poder adquirir otra para hacerle compañía (*).

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