lunes, 9 de abril de 2018

La Unión de Lublin y la Constitución de Polonia-Lituania de 1791

(…) Dado que las instituciones lituanas habían sido influidas por el modelo polaco, y como los señores del sur de Lituania deseaban una protección eficaz contra las numerosas incursiones de los tártaros, la Unión de Lublin decidió en 1569 la union perpetua del reino de Polonia y del gran ducado de Lituania, que, conservando sus instituciones, sus finanzas y su justicia, serían gobernados por una dieta común [Parlamento o Sejm] y un soberano elegido por ambos [1]. Formalmente, era una Mancomunidad de dos estados soberanos (…) integrados en una Monarquía electiva, cuyo sistema politico recibió el nombre de República de las Dos Naciones [2] y alcanzó su mayor apogeo a finales del siglo XVI y principios del XVII, al convertirse en unos de los Estados más grandes de toda Europa ya que abarcaba no solo Polonia y Lituania sino también otros territorios que, en la actualidad, pertenecen a Alemania, Bielorrusia, Estonia y Ucrania.

Pero, desde su creación, por iniciativa del rey Segimundo II Augusto, en la ciudad polaca de Lublin, la Mancomunidad vivió un inestable equilibrio (…) a causa de su complejo modelo institucional; básicamente, la vida del estado polaco-lituano se veía limitada por dos problemas acuciantes: a) La presión predatoria ejercida por Prusia, Austria y Rusia, cuyo creciemiento territorial dependía en Buena medida del botín que lograran a costa de la Rzeczpospolita [en polaco, República] (…); y b) La crisis interna derivada de la absoluta preponderancia de la nobleza, civil y eclesiástica, en todos los ámbitos de la vida nacional [2].

Jan Matejko | La Unión de Lublin (1869)

En ese contexto, la Memoria del Mundo de la UNESCO recuerda que: la muerte del último rey de la dinastía Jagelloniana, el 7 de julio de 1572, se produjo cuando la reforma del sistema político estaba todavía incompleta. Lo que agravó las cosas fue la inexistencia de medidas legales que permitieran al Estado funcionar de manera eficaz durante el interregno, es decir, mientras no hubiera rey. La extinción de la línea masculina de la dinastía planteó un verdadero reto para la recientemente reforzada Unión de Lublin entre Polonia y Lituania. Se temía que se impusieran las tendencias separatistas, especialmente en Lituania, y que la integridad del Estado se viera amenazada. También existía el riesgo de que fueran elegidos dos soberanos, y la elección de un candidato inepto habría podido acarrear la destrucción de la estabilidad religiosa del país.

La aprobación de la Confederación de Varsovia [del 28 de enero de 1573] impidió que estallara una crisis política. Para mantener el orden jurídico existente era necesario conseguir que todos los ciudadanos acatasen incondicionalmente las decisiones adoptadas en asamblea. (...) La Confederación sentó las bases jurídicas de un nuevo sistema político, y al mismo tiempo aseguró la unidad del Estado en un país que venía siendo habitado durante generaciones por comunidades de distinto origen étnico (polacos, lituanos, rusos, alemanes, georgianos y judíos) y de distintas confesiones.

La vida religiosa a finales del siglo XVI en Polonia, situada entre Moscú, Turquía y una Europa occidental desgarrada por las luchas de religión, tuvo un carácter excepcional. Este país llegaría a ser lo que el cardenal Hozjusz llamó "un refugio de herejes": un lugar donde acudían en busca de asilo las sectas religiosas más radicales, tratando de escapar de la persecución en otras regiones del mundo cristiano. En Polonia todas las sectas religiosas gozaban de tolerancia porque tal era la voluntad del rey. La Confederación legalizó oficialmente esa situación e instauró la norma de la coexistencia pacífica para los nobles de todas las confesiones (*).

Para la Comisión Europea, al divulgar los lugares del Viejo Continente que han recibido el Sello de Patrimonio Europeo (*): La Unión de Lublin es un caso excepcional de integración democrática de dos países que se tradujo en una coexistencia pacífica e integradora de gente con distintos trasfondos étnicos y religiosos.

Y antes de que sus poderosos vecinos acabaran engulléndola a finales del siglo XVIII, el 3 de mayo de 1791, aquella pionera República de las Dos Naciones aprobó en Varsovia una de las primeras constituciones europeas, reflejando las influencias de la Ilustración, por las que se primaban la razón, el Derecho y la libertad. Fue la primera constitución aprobada democráticamente en Europa y simboliza la transformación democrática y pacífica de un sistema político (*).

Jan Matejko | La Constitución del 3 de mayo (1891)

De acuerdo con el Ministerio de Educación español (*): La Constitución del 3 de mayo de 1791 [Konstytucja 3 maja, en polaco] fue creada como un estatuto que regulaba los derechos y las obligaciones civiles de los ciudadanos y las competencias del poder del estado. Su principal logro fue la introducción del concepto de “nación”, cuya soberanía recaía en el pueblo, con una separación de poderes y protección para los campesinos. A pesar de que esta Constitución funcionó sólo durante un corto período de tiempo, se mantiene como un legado común en toda la región en la lucha por la independencia y la creación de una sociedad justa. Esta Constitución es también un símbolo de los ideales de Europa debido a su ejemplo de cómo es posible una transformación democrática y pacífica de un sistema político.

Citas: [1] BENNASSAR, M. B. et al. Historia moderna. Madrid: Akal, 5ª ed. , 2005, p. 233. [2] GIL PECHARROMÁN, J. Europa Centrooriental Contemporánea (siglos XIX y XX). Madrid: UNED, 2010. Edición digital.

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