lunes, 31 de diciembre de 2018

Los «Courtroom sketches»

La Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos [Library of Congress (*)] es una de las más grandes del mundo gracias a los millones de libros, grabaciones, fotografías, periódicos, mapas y manuscritos que conserva entre sus fondos donde también atesora una amplia colección de ilustraciones, realizadas a partir de los años 60, por encargo de los medios de comunicación –en especial, la prensa y la televisión– con el fin de mostrar al público el desarrollo de algunos de los procesos más célebres de la historia judicial estadounidense, con todo lujo de detalles. Son los denominados «Courtroom sketches» [literalmente, bocetos de la sala de vistas].
 
El origen de esta técnica ilustradora se remonta a finales del siglo XIX –cuando, por ejemplo, el New York Times ya utilizó estos dibujos para comentar el juicio por cohecho contra el exconcejal Thomas B. Cleary, en 1889– pero alcanzó su mayor apogeo, por pura necesidad, en la segunda mitad del siglo XX.

Anónimo | Juicio al exconcejal Thomas B. Cleary (1889)
 
En 1935, una de las consecuencias que tuvo la enorme repercusión del juicio contra el carpintero de origen alemán, Bruno Richard Hauptmann, acusado de secuestrar y matar a Charles August Lindbergh, Jr. –el bebé de apenas 20 meses, hijo del famoso aviador– fue que la American Bar Association [salvando las distancias, el Colegio de Abogados de los EE.UU.] consideró que aquella cobertura mediática había sido tan desproporcionada que, para evitar situaciones análogas, aprobó una regla específica para su Código Deontológico –el Canon 35 de los Canons of Judicial Ethics– recomendando que, salvo que otra norma estableciera lo contrario, no debía permitirse tomar imágenes en las salas de audiencia durante la celebración de un juicio. Aquella disposición acabó siendo invocada en todos los Estados de la Unión y se incorporó en las Federal Rules of Criminal Procedure [por analogía, su Ley de Enjuiciamiento Criminal] como regla 53 [Rule 53]: Except as otherwise provided by a statute or these rules, the court must not permit the taking of photographs in the courtroom during judicial proceedings or the broadcasting of judicial proceedings from the courtroom.

Pat López | Oklahoma Bomb (1996)
 
Tras el final de la II Guerra Mundial, los medios de comunicación estadounidenses empezaron a dedicarle mucho más tiempo a la crónica de tribunales; y ese interés se fue incrementando, a raíz de los movimientos por los derechos civiles o el asesinato del presidente John F. Kennedy, en los años 60. Como es lógico, si los jueces impedían el acceso de fotógrafos y cámaras al estrado, los medios de comunicación tenían que mostrar a sus lectores y espectadores qué ocurría dentro de la sala de vistas y la solución a la que llegaron fue sencilla: contratar a ilustradores para que entraran como público a las sesiones y pudieran realizar sus bocetos sobre lo que estuviera sucediendo allí, en curiosas láminas pintadas a la acuarela, pastel, lapicero, crayón... o la sencilla tinta de un bolígrafo.
 
Bill Robles | Charles Manson (1970)
 
Desde la década de los 70, aquella prohibición se fue atenuando y, finalmente, los magistrados empezaron a permitir el acceso de las cámaras y otros medios de difusión; aun así, aquellos dibujos perduran como un fiel registro de la historia judicial de EE.UU. en procesos tan conocidos como el juicio contra Jack Ruby (asesino del presunto autor del magnicidio de Dallas contra el presidente Kennedy); los de la secta de Charles Manson o el asesino en serie David Berkowitz “El hijo de Sam”; etc.
 
Joseph Papin | El hijo de Sam (1978)
 
Aggie Kenny | Garganta profunda (1974)
 
Boceto superior: Marilyn Church | Martha Stewart (2004).

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