miércoles, 1 de abril de 2020

El juicio por traición de Aaron Burr

La Tercera Sección del Art. III de la Constitución de los Estados Unidos de América, de 17 de septiembre de 1787, dispone que: 1. La traición contra los Estados Unidos sólo consistirá en hacer la guerra en su contra o en unirse a sus enemigos, impartiéndoles ayuda y protección. A ninguna persona se le condenará por traición si no es sobre la base de la declaración de los testigos que hayan presenciado el mismo acto perpetrado abiertamente o de una confesión en sesión pública de un tribunal. 2. El Congreso estará facultado para fijar la pena que corresponda a la traición; pero ninguna sentencia por causa de traición podrá privar del derecho de heredar o de transmitir bienes por herencia, ni producirá la confiscación de sus bienes más que en vida de la persona condenada. A este precepto se le conoce como la Treason Clause (Cláusula de la traición) y es el único delito que se definió, de forma expresa, en la ley fundamental estadounidense. Tres años más tarde, el 30 de abril de 1790, el Congreso aprobó su primer código penal federal –la Act for the Punishment of Crimes– para castigar esta conducta, entre otras (como la piratería, la falsificación de moneda o el asesinato), con la pena capital, ejecutando al reo en la horca.

Con ese marco legal, tras los dos primeros mandatos de George Washington (1789-1797) y el de John Adams (1797-1801), el tercer inquilino de la Casa Blanca fue Thomas Jefferson que también dirigió el país durante dos periodos, entre 1801 y 1809. En el primero de ellos, el cargo de vicepresidente del Gobierno Federal y, por lo tanto, también presidente del Senado (Art. 1.3 de la Constitución) lo desempeñó el abogado Aaron Burr; uno de los personajes más controvertidos de la historia de este país porque, mientras ejercía su cargo, mató en un duelo a Alexander Hamilton –considerado como uno de los padres fundadores de EE.UU.– y porque terminó siendo juzgado, acusado de traidor, por sus presuntas conspiraciones secesionistas.

Como ha investigado el catedrático Fernández Segado: Aaron Burr, nacido en 1756 en Newark (New Jersey) (…) pertenecía al grupo elitista de jóvenes que parecían llamados a gobernar la joven República. Burr fue un joven intelectualmente precoz. Su abuelo, el Rvdo. Aaron Burr, fue el primer Presidente de Princeton, y en ese centro se graduó nuestro personaje con 16 años de edad tan sólo. Según la tradición familiar, estaba predestinado al clero (…) pero pronto constató que no estaba llamado a seguir las estrictas reglas del dogma calvinista, abandonando esos estudios en la primavera del siguiente año. En la Law School de Tapping Reeve, su cuñado, ubicada en Litchfield, Connecticut, comenzó a estudiar leyes, aunque la Revolución interrumpió sus estudios (…). Tras retornar al estudio de las leyes, Burr fue admitido como abogado en 1782, abriendo su despacho en Albany, trasladándose al año siguiente a Nueva York, y siendo elegido tan sólo seis meses después como miembro de la Asamblea estatal. Burr prontó se convirtió en uno de los líderes del Colegio de Abogados de Nueva York, teniendo en frente tan sólo a Alexander Hamilton, el líder del mundo jurídico newyorkino sin discusión. Aunque con una relación inicialmente amistosa, las radicales discrepancias políticas entre ambos (frente al conservadurismo de Hamilton, Burr aparecía como un liberal progresista, con tintes incluso revolucionarios) los enfrentarían mortalmente, y nunca mejor aplicado el término, pues Burr terminaría dando muerte a Hamilton en el duelo más famoso de la historia [1].

Ilustración anónima del duelo

Siendo vicepresidente de Estados Unidos, durante el primer mandato de Thomas Jefferson, (…) el fatal duelo de Weehawken, en el amanecer del día 11 de julio de 1804, donde se tomó la venganza sobre Hamilton, saldado con la muerte de éste, convirtió a Burr en un proscrito social, al margen ya de en un fugitivo de la justicia, al ser acusado en Nueva York de asesinato, no obstante tener lugar el duelo en un lugar cercano a Nueva York, pero en todo caso al otro lado del río Hutson [sic], en territorio del Estado de New Jersey, donde el duelo no estaba tan duramente castigado [1] sino que aún se consideraba un método aristocrático para resolver las diferencias personales entre caballeros [2].

El prestigioso analista politico William J. Bennet narra qué ocurrió a partir de aquel momento: Apenas dejó Burr el sillón del vicepresidente, comenzó a conspirar con el ministro británico que estaba en Washington. Lo que Burr quería era eliminar a los estados del oeste y al territorio de Louisiana de la Unión. Apeló a los británicos para que le dieran medio millón de dólares para formar una fuerza con la cual atacaría a las colonias españolas. Burr involucró en ese plan a su viejo amigo el general James Wilkinson, gobernador militar del territorio de Louisiana y además ex agente de un gobierno extranjero durante veinte años: el Agente 13, pagado por el rey de España. Burr recorrió el oeste, donde (…) los duelos no eran un problema, y tampoco les amedrentaba un plan para atacar a los españoles. Era obvio que Burr no le habría contado a sus amigos nuevos, como lo era el general Andrew Jackson, que confabulaba con los británicos para destruir la Union. Con agudeza, negaba que hubiera intentos de secesión mientras su conspiración proseguía, a lo largo de 1805 y 1806. Pero en diciembre de 1806 se descubrió el plan. El general Wilkinson traicionó a su cómplice y le escribió al presidente Jefferson, informándole de «una conspiración profunda, oscura, malvada y ya muy difundida» promovida por Burr con el fin de destruir a la Unión. Jefferson ordenó de inmediato el arresto de su ex vicepresidente, y Burr fue llevado de regreso a Richmond para ser juzgado, acusado de traición [3].

El caso United States v. Burr enfrentó sobre todo a dos grandes personalidades de aquel momento: por un lado, el mencionado presidente Thomas Jefferson, que proyectó todo el peso de la Administración detrás de la acusación [1] para lograr que su exvicepresidente fuera juzgado, condenado y ahorcado; y, por otro lado, su primo John Marshall que tuvo que presidir el Tribunal de Circuito de Richmond (Virginia) que juzgó a Burr.

Grabado anónimo del juicio a Burr

El juicio comenzó el 22 de mayo de 1807 y el jurado dictó su veredicto unos meses más tarde, el 1 de septiembre: No se ha demostrado por ninguna prueba presentada a nosotros que Aaron Burr sea culpable según esta acusación. Por lo tanto, le declaramos no culpable. El acusado salió libre por la falta de pruebas documentales y –sobre todo– porque no existió ninguna declaración de testigos ni la confesión ante el tribunal que exigía la Tercera Sección del Art. III de la Constitución, Marshall logró que Burr tuviera un juicio justo y Jefferson se sintió ultrajado [1].

Alejado de la política, Aaron Burr continuó ejerciendo la abogacía con gran prestigio hasta que falleció en 1836 en Staten Island.

PD: en la crónica negra de la Casa Blanca destaca otro singular duelo: el que fuera séptimo presidente de los Estados Unidos, Andrew Jackson (1829-1837) también se batió en más de una ocasión antes de ser elegido para el cargo en Washington. En uno de ellos, en 1806, mató de un disparo a Charles Dickinson porque injurió a su esposa Rachel llamándola polígama.

Citas: [1] FERNÁNDEZ SEGADO, F. “Marshall versus Jefferson: el caso United States v. Burr (1807)”. En: Anuario Iberoamericano de Justicia Constitucional, 2013, nº 17, pp. 112 y 113. [2] MELTON, B. F. Aaron Burr: The Rise and Fall of an American Politician. Nueva York: Power Plus Books, 2004, p. 56. [3] BENNET, V. J. América: La última esperanza. Volumen I: desde la edad del descubrimiento al mundo en guerra. Nashville: Grupo Nelson, 2010, pp. 196 y 197.

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