miércoles, 17 de junio de 2020

La normativa británica sobre brujería

En su interesante sección Living Heritage, el Parlamento británico (*) analiza la evolución histórica de su legislación sobre brujería. Un asunto que se convirtió en una verdadera obsesión durante el siglo XVI cuando muchas personas se convencieron de que resultaba más sencillo pensar que su mala suerte –con sucesos tan repentinos e inesperados como la muerte de un hijo, una serie de malas cosechas o la enfermedad del ganado– no eran un designio de la voluntad divina sino fruto de un conjuro de brujería. Por ese motivo, en 1542, el Parliament aprobó la primera Witchcraft Act que tipificó esa práctica como un delito que se castigaba con la pena de muerte. Esta ley fue derogada cinco años más tarde pero se reinstauró en 1562. Tanto esta norma como la nueva que el rey Jacobo I promulgó en 1604 estipularon que los juicios de brujas se celebraran ante los tribunales ordinarios y no en la jurisdicción eclesiástica.

Desde finales del siglo XVI, la caza de brujas alcanzó su momento más álgido a lo largo del siglo XVII, especialmente, en el Sureste de Inglaterra. Se calcula que, entre 1560 y 1700, se juzgó a más de 500 “brujas” –por regla general, mujeres pobres y ancianas– de las cuales 112 fueron condenadas a muerte (la última ejecución que se ha documentado tuvo lugar en Devon, en 1685, y los últimos grandes procesos judiciales se celebraron en Leicester, en 1717).


El cambio de la política criminal inglesa se produjo en el siglo XVIII. La nueva y breve –apenas tres artículos– Witchcraft Act, de 1735, derogó toda la normativa anterior que castigaba a las brujas con la pena capital y estableció un sistema de sanciones (con multas que podían alcanzar las 500 libras) y reclusión (hasta dos años de privación de libertad, sin fianza) para quienes afirmaran que empleaban la telepatía, la clarividencia u otros “poderes mágicos” o encantamientos de manera fraudulenta, engañando a personas ignorantes. Su promotor fue el político John Conduitt (1688-1737), miembro de la Casa de los Comunes, casado con una sobrina de sir Isaac Newton (1642–1727) que, a pesar de ser considerado el padre de la ciencia moderna siempre se mostró muy interesado en todo lo relativo al ocultismo. Esta Ley sobre la Brujería de 1735 fue derogada en 1951 por la Fraudulent Mediums Act que, a su vez, estuvo en vigor hasta 2008.

En sus más de dos siglos de vigencia (1735-1951), el caso más famoso en el que se aplicó aquella Ley ocurrió en plena II Guerra Mundial, cuando la medium escocesa Helen Duncan (1897–1956) –alias Hellish Nell– se convirtió en la última persona encarcelada bajo aquella anacrónica ley, en 1944, al “revelar” en una sesión de espiritismo que el barco HMS Barham había sido hundido antes de que las autoridades de la Royal Navy hubieran informado de su naufragio a los familiares de la tripulación.

PD: ¿El culto de la brujería es una religión?

Pinacografía: Francisco de Goya | El hechizado por fuerza (ca. 1798). Henry Fuseli | Las tres brujas (ca. 1782).

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