miércoles, 4 de mayo de 2022

Organizaciones internacionales (XXVII): la Oficina Internacional de Exposiciones (OIE/BIE)

Una exposición –definida como “una manifestación que, cualquiera que sea su denominación, tiene como fin principal enseñar al público, haciendo un inventario de los medios de que dispone el hombre para satisfacer las necesidades de una civilización y poniendo de relieve, en uno o varios sectores de la actividad humana, los progresos realizados o las perspectivas futuras”– se califica como “internacional” cuando participa en ella más de un Estado. Así lo dispone el Art. 1 del Convenio relativo a las Exposiciones Internacionales que se firmó en París el 22 de noviembre de 1928 –de ahí que, coloquialmente, se le conozca por su denominación en inglés: «1928 Paris Convention»–; acuerdo que, posteriormente, se modificó y completó por los Protocolos de 10 de mayo de 1948, 16 de noviembre de 1966 y 30 de noviembre de 1972 así como por las Enmiendas de 24 de junio de 1982 y 31 de mayo de 1988.

Tras la celebración en el Crystal Palace (Londres, 1851) de la primera Gran Exposición [Great Exhibition of the Works of Industry of all Nations], el comisario del pabellón británico en la “Expo” de París de 1867 [Exposition universelle d'art et d'industrie] propuso a sus homólogos la necesidad de establecer un marco común para la organización de los próximos eventos con el fin de garantizar la calidad de las exhibiciones; su duración, frecuencia y clasificación; y el sistema de rotación entre los países organizadores (que, en aquel momento, se turnaba entre las capitales inglesa y francesa); pero su memorándum no prosperó hasta el periodo de entreguerras cuando treinta y una naciones firmaron la «Convención de París de 1928» que a partir de 1931 estableció la reglamentación aplicable a todas aquellas exposiciones que no tuvieran carácter comercial ni se dedicaran tan solo a las bellas artes y cuya duración fuese superior a las tres semanas. Hoy en día, 170 naciones han suscrito este acuerdo internacional que se aplica a todas las exposiciones universales [World Expos o International Registered Exhibitions], las especializadas [Specialised Expos o International Recognised Exhibitions], las de horticultura [Horticultural Expos] y a la Triennale di Milano.


El Art. 25.1 de dicha Convención fue el precepto que constituyó: (…) una organización internacional denominada Oficina Internacional de Exposiciones [Bureau International des Expositions (BIE)], encargada de aplicar el presente convenio y cuidar de dicha aplicación. Sus miembros serán los gobiernos de las partes contratantes. La sede de la oficina estará situada en París. 2. La Oficina tendrá personalidad jurídica y en particular la capacidad para concluir contratos, adquirir y vender bienes muebles e inmuebles, así como actuar ante los tribunales. 3. La Oficina tendrá la capacidad suficiente para concluir acuerdos, en particular en materia de privilegios e inmunidades, con los estados y organizaciones internacionales para el ejercicio de las facultades que le confiere el presente convenio. 4. La oficina estará compuesta de una Asamblea General, un Presidente, una Comision Ejecutiva, Comisiones Especializadas, tantos Vicepresidentes como Comisiones y una Secretaria sometida a la autoridad de un Secretario General.


España –que fue uno de los veinticinco países que acudieron a la primera cita universal celebrada en la capital británica en 1851 y continuó participando en las posteriores muestras de París, Londres y Viena– organizó su propia Exposición Universal en Barcelona, del 8 de abril al 10 de diciembre de 1888, a la que siguió una nueva edición en la ciudad condal en 1929, justo un año después de que se firmara la «Convención de París de 1928» [Gaceta de Madrid de 9 de enero de 1931; con una de las erratas más singulares que se recuerdan porque el precedente del BOE señaló que ese acuerdo se concertó (sic) con el “Reino de los Servicios”; en referencia al Reino de los Servios que, por aquel entonces, aún se escribía con uve). Desde entonces, el gobierno español ha vuelto a organizar tanto exposiciones de carácter universal (Sevilla, 1992) como especializada (Zaragoza, 2008; sobre el agua y el desarrollo sostenible).

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