lunes, 8 de julio de 2024

La diplomacia del Antiguo Egipto según las «Cartas de Amarna»

Al comentar las diferentes posturas doctrinales que han investigado el origen de la Diplomacia, el embajador José Antonio de Yturriaga Barberán menciona las «Cartas de Tell el-Amarna» citando la obra La evolución de la Humanidad: De los clanes a los Imperios [Barcelona: Cervantes, 1925] escrita por el egiptólogo Alexandre Moret y el sociólogo Georges Davy. En su opinión, los dos autores franceses (…) van aún más lejos al observar que, durante largo tiempo, hemos creído que la Diplomacia era una invención de los sutiles políticos del Renacimiento, pero esta ilusión se desvanece cuando se examinan los despachos cruzados entre los Faraones de Egipto y los Reyes de Babilonia, de Asiria, de Mittani   [Mitani] y de Khatti [Hatti], los tratados de alianza ofensiva y defensiva [recordemos que el Tratado de Qadesh del año 1279 a.C. fue el primer tratado de paz internacional que se firmó; en este caso, entre el faraón egipcio Ramsés II y el rey hitita Hattusili III con el fin de lograr la paz y finalizar el conflicto armado que enfrentó a las dos grandes potencias de aquel entonces: Egipto y Hatti], los convenios comerciales y los casamientos políticos. Tales son los expedientes de los archivos de El-Amarna y de Bogas-Keui, que nos descubren los secretos del concierto internacional en los siglos XV y XIV antes de nuestra era  [1]. Los mencionados «archivos de El-Amarna» también son conocidos con otros dos sobrenombres: Las «cartas de Tell el-Amarna» o, sencillamente, las «Cartas de Amarna».

Localización de Amarna | Faraón Amenofis IV

En 1987, el asiriólogo estadounidense William Lambert Moran (1921-2000) -un auténtico erudito en el estudio de esta correspondencia cincelada en arcilla- publicó su libro Les Lettres d'El-Amarna [París: Les éditions du Cerf] que, cinco años más tarde, se editó en ingles: The Amarna Letters [Londres: Johns Hopkins University Press (1992)]. Tomándolo como referencia, Moran nos introduce de este modo en su estudio: Las tablillas de Amarna toman su nombre de el-Amarna [en árabe: Tell el-Amarna], una llanura en la orilla oriental del Nilo, a unas 190 millas [algo más de 300 km] al sur de El Cairo. Este fue el lugar de Akhetaton [Ajetatón], la capital del antiguo Egipto durante un breve período en el siglo XIV a.C. Aketatón fue fundado por Amenofis IV, también conocido como Akenatón, uno de los reyes egipcios más famosos, más conocido como reformador religioso, a menudo llamado el "rey hereje" y el "primer monoteísta". Fue aquí, entre las ruinas antiguas, donde, probablemente en 1887, los nativos encontraron tablillas de arcilla con algunas escrituras y comenzaron excavaciones clandestinas. Hay relatos contradictorios sobre el descubrimiento, y nunca sabremos cuántas tablillas se pudieron encontrar y luego perderse o destruirse, ni todas las formas, tal vez muchas y tortuosas, por las que más de 300 tablillas llegaron a manos de anticuarios y comerciantes. coleccionistas privados. Finalmente, mediante compra, donación o confiscación, la mayoría de las tablillas llegaron a museos [2]; en Berlín, Londres, París o El Cairo.


Y añade: De las 382 tablillas, sólo 32 no son cartas (…). El contenido de este pequeño grupo es bastante diverso [mitos, epopeyas, silabarios, listados de dioses, cuentos, amuletos, etc.]. El resto, 350 fueron halladas en el mismo lugar: la «Casa de la Correspondencia del Faraón» en la ciudad de Ajetatón (actual Amarna). Moran, siguiendo la investigación del historiador noruego Jørgen Alexander Knudtzon (1854-1917) [Die El-Amarna-Tafeln. Leipzig: Hinrichs, 1915] dividió la correspondencia en dos partes.
  • La primera se refiere a las potencias extranjeras que trataron con Egipto más o menos sobre una base de igualdad. En un mapa, la disposición se mueve en sentido contrarreloj: Babilonia, Asiria, Mitani [Siria], Arzawa [Anatolia Occidental], Alasia [Chipre] y Hatti.
  • La otra parte, y con diferencia la mayor, se refiere a Siro-Palestina y sus diversos gobernantes locales, la mayoría de los cuales eran vasallos egipcios (…); por ejemplo, el príncipe Biryawaza de Musihuna [actual Líbano], tras un periodo en Egipto, habría regresado a Palestina para ejercer funciones políticas y militares por cuenta de la administración egipcia. Se trataría de un nuevo ejemplo de la práctica egipcia, atestiguada en otras cartas de El- Amarna, de educar en Egipto a hijos de reyes siro-palestinos con el fin de hacerlos regresar a sus reinos de origen como agentes locales del poder egipcio [3].

Aquellas manifestaciones de la "cultura cuneiforme" que compartió todo Oriente Medio en el siglo XIV a.C. [2] se cincelaron, en su mayoría, en acadio, el idioma de Babilonia; y la mayor parte del archivo consta de cartas recibidas [es decir, dirigidas al faraón], aunque un pequeño número fueron escritas en Egipto [2]. Para la egiptóloga Iria Souto Castro, esa correspondencia es una buena muestra de una incipiente diplomacia que llevaría al Egipto de su época a convertirse en un Imperio. (…) La política matrimonial junto a las alianzas político-militares fueron las principales formas de diplomacia de la época [4]. 

Para concluir, si en el primer párrafo citábamos la obra de Moret y Davy relativa a los archivos de El-Amarna y de Bogas-Keui; aunque solo sea por alusiones, vistas las «Cartas de Amarna» debemos referirnos a su némesis en el siglo XIV a.C. El historiador soviético Vladimir Potemkin lo explicaba así: Entre los numerosos monumentos de la diplomacia del Antiguo Oriente, los más interesantes son, por su volumen y por su valioso contenido, la correspondencia de Tell-el Amarna, y el Tratado del faraón Ramsés II con el rey de los hititas, Hattusili III (…). Complemento sustancial del archivo de Tell-el Amarna es el archivo del rey hitita Suppiluliuma en Bogaz-Koi (en las proximidades de lo que ahora es Ankara), lugar donde el Estado hitita tenía su capital [5]. El término municipal de la actual aldea turca de Bogazköy alberga los restos del sitio arqueológico de Hatusa, antigua capital del Imperio Hitita que, desde 1986, forma parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad; según la UNESCO es excepcional por los vestigios del trazado y la organización de la ciudad, los tipos de construcciones conservadas –templos, mansiones reales y fortificaciones– y la riqueza ornamental de la Puerta de los Leones y la Puerta Real, así como por el conjunto de arte rupestre de Yazilikaya. En el segundo milenio antes de nuestra, esta ciudad tuvo una influencia considerable en Anatolia y el norte de Siria (*).

Citas: [1] DE YTURRIAGA BARBARÁN, J. A. Los órganos del Estado para las relaciones exteriores. Compendio de Derecho Diplomático y Consular. Madrid: Imprenta de la Oficina de Información Diplomática, 2015, p. 29. [2] MORAN, W. L. The Amarna Letters: Londres: Johns Hopkins University Press, 1992, pp. XIII a XIX. [3] VITA, J. P. “Reyes de Damasco en la época de El-Amarna”. En: Isimu: Revista sobre Oriente Próximo y Egipto en la antigüedad, 2004, nº 7, p. 226. [4] SOUTO CASTRO, I. “La ruptura de Amarna: hechos, teorías, causas y consecuencias”. En: AA.VV. Construyendo la Antigüedad. Actas del III Congreso Internacional de Jóvenes Investigadores del Mundo Antiguo (CIJIMA III). Murcia: CEPOAT, 2017, p. 40. [5] POTEMKIN, V. Historia de la Diplomacia. Ciudad de México: Editorial Grijalbo, 1966, p. 9.

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