lunes, 18 de febrero de 2013

Palabras sueltas (XVI): algor, livor y rigor mortis

De estas tres locuciones latinas –que están relacionadas con la investigación forense para determinar el momento en que una persona ha fallecido– puede que la más conocida sea la última expresión: el rigor mortis o rigidez cadavérica que suele comenzar en el maxilar inferior y progresa en sentido caudal. Se inicia de 2 a 6 horas después de la muerte y se instaura definitivamente a las 8 horas en condiciones “normales”. A los 3 ó 4 días desaparece, según la definición que dieron los doctores alemanes W. Sandritter y C. Thomas en su libro Macropatología [Barcelona: Reverté, 1981, p. 14]. Por su parte, el algor mortis o frialdad cadavérica se refiere a la temperatura corporal: si estando con vida el cuerpo se encuentra a unos 37º C, al morir, esa temperatura se va adaptando al entorno medioambiental [enfriándose o calentándose, según el caso (en las series del tipo CSI es el momento en que el forense calcula la hora de la defunción introduciendo un termómetro en el hígado del fallecido)]. Por último, el livor mortis o lividez cadavérica hace referencia a las denominadas manchas de declive o livideces que provocan una decoloración violácea en la piel, por efecto de la ley de la gravedad, al acumularse la sangre en la parte baja del cuerpo; al mismo tiempo, en aquellas zonas donde los capilares hubiesen estado presionados contra una superficie, no se acumulará la sangre y se mostrarán más pálidas que el resto (es el mismo efecto que se produce si, por ejemplo, te presionas durante unos segundos con el pulgar sobre el antebrazo contrario, verás –unos instantes– ese tono blanquecino que desaparece al restablecerse el flujo sanguíneo).

Édouard Manet | Torero muerto (ca 1864)

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