lunes, 25 de julio de 2022

El bulo del «Código de Calantiao» que nunca existió

En 1916, el historiador y periodista hispanofilipino Manuel Artigas y Cuerva (1866-1925) publicó en la Imprenta "La Pilarica", de Manila, su libro Historia de Filipinas para uso de los alumnos del Instituto Burgos y de otros colegios particulares. Con esta modesta obra, según sus propias palabras, el autor pretendía dar una verdadera idea de la Historia de Filipinas, separándose así de la costumbre hasta ahora seguida, de colocar como texto en las escuelas, trabajos de índole tan especial, que apenas permiten á los alumnos formar concepto cabal de las cosas; asimismo, Artigas quiso que el elemento nativo ocupase el puesto que merece en la Historia de Filipinas, dando así la razón a lo que las circunstancias exigen, y para evitar que de aquí en adelante continúe la preterición [omisión] de que ha sido objeto, siempre que de nuestras cosas se ha tratado.

Partiendo de esos objetivos, Artigas retomó los trabajos e informes prehispánicos del sacerdote José Mª Pavón –al que más tarde volveremos a referirnos– para asegurar que, antes de la llegada de los españoles a las islas [recordemos que Fernando de Magallanes murió en Cebú en 1521 y que la posterior colonización conllevó más de tres siglos de presencia española, entre 1565 y 1898, cuando Filipinas pasó a manos estadounidenses] los habitantes de este archipiélago del Sudeste asiático ya contaban con su propio sistema legal, una unidad legislativa que iba más allá de mantener las tradiciones y costumbres de los antiguos. En concreto, afirma que: Existían, pues, leyes escritas y procedimientos más ó menos análogos a los que hasta nosotros han llegado, y sin embargo, la mayor parte de los escritores, habían negado la existencia de la ley escrita, hoy de indudable veracidad, por haberse conocido el Código del Regulo Kalantiaw III, en vigor desde 1483 ó acaso desde antes de esa fecha, y que dice así [sic]: 1ª No matereis, ni robareis, ni lastimeis a viejos sin ser vuestra vida corrida peligro de muerte. Todos los que esto infringieran, á morir ahogados con piedra en río ó agua hirviendo. 2ª Cumplireis que todas vuestras deudas con principales sean muy bien pagadas. El que no cumpliere, por primera vez, cien azotes. Si es mucha la deuda, meter tres veces la mano en agua hirviendo. Por segunda vez, morir á palos. (…) hasta la 18ª: Los que no hagan obedecer estas reglas, si son principales, serán muertos á pedradas y machacados, y si son agurangs [jefes, líderes], puestos en ríos para ser comidos de tiburones y caimanes.


Según esta fuente, el denominado «Kalantiaw Code» o «Código de Calantiao» habría sido promulgado en el siglo XV por un rajah de la ciudad de Aclán, en la isla filipina de Panay [actual región de las Bisayas Occidentales] llamado Bendara Kalantiaw. El historiador Manuel Artigas y Cuerva da por cierta su historia basándose en un capítulo del libro Las antiguas leyendas de la Isla de Negros escrito, entre 1838 y 1839, por un párroco de la localidad de Himamaylan (Negros Occidental) Fray José Pavón [en otras ocasiones: José María Aranguru Pavón]. Los dos volúmenes de su manuscrito original fueron robados de la parroquia y acabaron en manos del anticuario y coleccionista José E. Marco que se lo entregó al Dr. James Robertson, Director de la Philippine Library and Museum, en 1914.

A partir de ese momento, diversas traducciones en Filipinas y Estados Unidos popularizaron el bulo de este código legal del que nadie llegó a cuestionarse nunca su veracidad hasta que el historiador William Henry Scott (1921-1993) desmontó el fraude en la defensa de su tesis doctoral, el 16 de junio de 1968, en la University of Santo Tomas, de Manila, ante un panel de eminentes historiadores filipinos como Teodoro Agoncillo, Horacio de la Costa, Marcelino Foronda, Mercedes Grau Santamaria, Nicholas Zafra y Gregorio Zaide [1].

La historiadora Maria Christine N. Halili ha resumido las cuatro conclusiones con las que Scott argumentó que el «Code of Kalantiaw» era falso:

  1. No hay prueba de que el Padre Pavón, presunto autor del manuscrito, estuviera alguna vez en Filipinas en 1838, o que fuera párroco de esa ciudad en 1839 (fechas del manuscrito). El descubridor del supuesto manuscrito,  José E. Marco, también estuvo involucrado en la venta de otros documentos históricos falsos. No hay evidencia histórica de la existencia de Datu Kalantiaw [el cacique Calantiao] o de un código con su nombre más allá de los documentos presentados por José Marco.
  2. El contenido del manuscrito es de dudoso valor; por ejemplo, el autor reza por la conservación del Rey de España en 1838 y le dedica un libro en 1839 [pero en aquellos años reinaba Isabel II]. 
  3. El autor también afirma que el mes de noviembre fue llamado mes malo porque traía aire cargado de microbios putrefactos de fiebres malignas; sin embargo, no fue hasta la década de 1850 cuando Louis Pasteur descubrió la teoría de los gérmenes infecciosos. La palabra "microbio" en sí fue inventada por el Dr. Charles Emmanuel Sedillot. Propuso el término por primera vez en una conferencia ante la Academia de Ciencias en 1878.
  4. El Código Kalantiaw contiene muchos edictos extraños que contradicen el carácter del pueblo filipino. Por ejemplo, el código prescribía la pena de muerte por el delito de allanamiento de morada del datu, pero imponía sólo un año de esclavitud por robarle a su esposa [2].

Monumento al Código de Calantiao en Aclán (Filipinas)

A pesar de las evidencias, durante el gobierno de Ferdinand E. Marcos, el Decreto Presidencial nº 105, de 24 de enero de 1973, declaró a la ciudad de Aclán santuario nacional porque allí fue promulgado el “Code of Kalantiyaw” en 1433 y castigó con al menos 10 años de reclusión y una multa no inferior a 10.000 pesos a quien perturbara ese lugar santificado (es decir, que cuestionara la veracidad de aquel “instrumento jurídico”).

Tuvieron que transcurrir tres décadas para que aquellas inventadas dieciocho órdenes que castigaban de modo adecuado determinadas transgresiones morales y sociales fueran declaradas, oficialmente, sin base histórica válida por la Resolución nº 12 del National Historical Institute (actual National Historical Commission of the Philippines) en 2004: Declaring that Code of Kalantiao has no valid historical basis.

Como recuerda la profesora Maureen Cristin S. Justiniano, el propio Scott llegó a decir que: (…) en el momento en que me retiré de la enseñanza de la historia de Filipinas en 1982, los estudiantes de primer año todavía ingresaban en la Universidad convencidos de que Kalantiaw era una figura histórica real y que promulgó un código penal filipino genuino en 1433. Me pregunto si mis sucesores todavía comparten su aulas con este fantasma filipino y el código legal que nunca existió [1].

Citas: [1] JUSTINIANO, M. C. S. “Jose E. Marco’s Kalantiaw Code: Implications for Philippine Historiography and Filipinos’ Historical Consciousness”. En: Explorations, 2011, nº 11, p. 20. [2] HALILI, M. C. N. Philippine History. Manila: RBS, 2004, pp. 10 y 11.

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