miércoles, 27 de julio de 2022

El sistema monetario de Yap y el «blockchain»

Como ya tuvimos ocasión de comentar en otra entrada de este blog, en el ocaso del Imperio Español –aquel donde nunca se ponía el sol– el [martes y] 13 de junio de 1899, la Gaceta de Madrid, precedente histórico del BOE, publicó el Real Decreto autorizando al Ministro de Estado para presentar á las Cortes un proyecto de ley concediendo autorización al Gobierno para ceder á Alemania unas islas del Océano Pacífico; como consecuencia, el día 24 de aquel mismo mes se decretó la Ley por la que ambos países firmaron el Tratado cediendo al Imperio alemán los Archipiélagos de Carolinas, Palaos y Marianas, excepto la isla de Guam; a cambio, Alemania indemnizó la cesión de aquellos territorios pagando a España la suma de 25 millones de pesetas que pusieron fin a la historia de la desconocida Micronesia española. Una de aquellas islas de las Carolinas que las autoridades de Madrid vendieron a Berlín fue Yap (también llamada, Uap) que, tras la I Guerra Mundial, pasó a ser japonesa y, en la actualidad, forma parte de los Estados Federados de Micronesia.

En ese contexto, el profesor Jorge Pérez Ramírez nos pone en antecedentes del singular sistema monetario de los isleños en este documentado fragmento de su libro El cuento del dinero y los bancos como no te lo habían contado antes: (…) en 1903, el antropólogo William Henry Furness [1866-1920] pasó varios meses en la isla de Yap, impresionado por lo intacta que se encontraba y que para su sorpresa albergaba una sociedad compleja, con castas y clubs de fraternidades, que junto con los ritos culturales describiría en un libro [The Island Of Stone Money. Uap Of The Carolines (Filadelfia: J. B. Lippincott Company, 1910)]. Pero, sin duda, uno de los descubrimientos más impactante para Furness fue el sistema monetario de la isla. La isla carecía absolutamente de metales y, si bien había abundancia de conchas, frutos, huesos y dientes de animales, parece que los habitantes de Yap intuitivamente debieron concluir que un sistema monetario basado en objetos comunes carecía de la estabilidad necesaria. Era preciso hallar un material que poseyera auténtico valor intrínseco. El mercado de bienes de la isla era muy limitado y se concentraba en tres productos: el pescado, los cocos y los pepinos de mar. Apenas había agricultura o artesanía y los cerdos eran los únicos animales domesticados. Como era una economía muy simple y sin apenas contactos con el exterior, lo natural hubiera sido encontrar un sistema de trueque, o incluso dada la escasa población de la isla y que la comida, bebida y ropa crecían en los árboles, hasta el sistema de trueque podía ser demasiado sofisticado. Los nativos de Yap eligieron como base monetaria un producto situado en otra isla, a unas cuatrocientas millas, una gran distancia de donde había que extraer, dar forma y luego transportar, lo que sin duda implicaba un considerable esfuerzo. Los habitantes de Yap carecían de lenguaje escrito, de modo que el sistema monetario diseñado era puramente verbal, pero respetado tan fielmente como si fuese un largo documento redactado por un regimiento de abogados.


El libro de Furness se publicó en 1910; un año después, el etnólogo estadounidense William Churchill [1859-1920] sobre la base del trabajo de Furness subrayó las similitudes y diferencias de los nativos de Yap frente a los de otras islas de la Polinesia. Algunos años después, un jemplar de la obra de Furness acabó en la Real Sociedad Económica de Gran Bretaña y sus editores encargaron una reseña de la obra a un joven economista recién trasladado del servicio de guerra: John Maynard Keynes [1883-1946]. El hombre, cuyas ideas económicas revolucionarían la forma de entender el dinero y las finanzas internacionales, quedó maravillado al leer la obra de Furness y acabó publicando la siguiente reseña de su obra:


La isla de Yap es la más occidental de todas las del archipiélago cuya población es de entre 5.000 y 6.000 habitantes. El doctor William Henry Furness, en su trabajo «La isla del dinero de piedra» de 1910, nos da cuenta de la moneda. No habiendo metales en la isla, tuvieron que recurrir a las piedras; cómo y con qué resultados se extrae directamente del texto del Dr. Furness: 
«Como no hay yacimientos de metales en la isla, tuvieron que recurrir a la piedra, esa piedra, debidamente labrada y conformada, viene a ser allí una representación tan auténtica del trabajo humano como el dinero de la civilización, hecho de metal extraído de las minas y acuñado.

A su medio de cambio lo llaman “fei”, y consiste en unas ruedas grandes, gruesas y macizas, en cuyo centro hay un agujero, de distinto tamaño según el diámetro de la rueda, que permite la inserción de un palo suficientemente largo y grueso como para soportar el peso de aquella y facilitar su transporte. Estas “monedas” de piedra se hacen de una caliza que se encuentra en Baberthuap, una de las islas Carolinas, a unas cuatrocientas millas de distancia, que es donde están las canteras, para transportarlas luego a Yap, una vez labradas, en las canoas y las balsas de algunos osados navegantes nativos, y con las piedras seguras en tierra, estos navegantes nativos de alguna forma se convierten en especuladores, e inducen a los demás nativos de la isla a creer que estas nuevas piedras son las más deseables. Por supuesto, cuanto más grande es la piedra, mayor es su valor, pero no es solo el tamaño lo que se aprecia; la piedra caliza de la que se compone el “fei” para que sea de mayor valor debe ser blanca y de grano fino; es esencial que un “fei” sea de esta variedad y calidad particular de piedra caliza.


Una característica notable de este dinero de piedra es que no tiene por qué hallarse necesariamente en poder de su propietario. Cuando se realiza una operación cuyo precio implicaría tener que mover una cantidad excesiva de “fei”, el nuevo dueño de estos se contenta con la mera declaración formal de cesión y, sin molestarse siquiera en marcar las monedas, estas quedan en el recinto de su antiguo propietario (…) [1].

¿Por qué se vincula esta singular historia de nuestras antípodas con la actual tecnología del «blockchain»? En la lección 5 del Curso El abogado del futuro: Legaltech y la transformación digital del Derecho [2] el emprendedor argentino Federico Ast lo relaciona de un modo muy didáctico: (…) A la hora de explicar el "blockchain", muchos empiezan por introducir conceptos de criptografía e ingeniería de redes, pero yo tengo un plan mucho más divertido. Les propongo un viaje a las paradisíacas playas del Pacífico Sur. En una de las islas de la Micronesia vive la tribu de los yap que tiene un curioso sistema monetario. En lugar de monedas y billetes, su dinero son las piedras rai. Son unas piedras con un agujero en el centro que miden hasta dos metros de alto y pesan hasta 4.000 kilos. Como son difíciles de mover, los yap descubrieron que es más práctico dejarlas siempre en el mismo lugar. Para hacer intercambios decidieron crear un registro que les permita saber quién es el dueño de cada piedra. Ahora bien, ¿cómo desarrollar este registro?


Una posibilidad es delegar la responsabilidad en un yap honesto y de excelente memoria. Alguien que no vaya a olvidar quién es el dueño de cada piedra ni alterar los datos en beneficio propio. Pero, claro, ¿cómo están seguros de que esto no va a ocurrir? En lugar de centralizar la tarea en un único agente, los yap crearon una base de datos distribuida entre los miembros de toda la tribu. Cada Yap sabe de memoria a quién pertenece cada piedra, sabe quién la talló y todas las manos por las que pasó hasta el presente. Imaginemos que Bob vende una gallina a Alice. Acuerdan que ella pagará con la piedra que se encuentra al oeste de la playa. Reúnen a toda la tribu y anuncian, "la piedra al oeste de la playa se transfiere de Alice a Bob". Tras el anuncio, cada yap revisa en su base de datos mental, la piedra al oeste de la playa, ¿es realmente de Alice? Si el consenso de la tribu dice que la piedra pertenece a Alice, entonces la transacción es aprobada y todos los yaps actualizan su registro mental. La nueva versión de la base de datos ahora indica que la piedra al oeste de la playa pertenece a Bob. Si Alice quisiera volver a gastarla, cuando lo anuncie públicamente, la comunidad no aceptará la transacción. Esa piedra ya no le pertenece. La combinación entre un registro compartido y la realización de las transacciones en público permite a los yap mantener un sistema monetario sin un registro centralizado. En el fondo, el "blockchain" reproduce la lógica del sistema monetario de los yap [2].


En ese mismo sentido, el profesor Ismael Santiago Moreno nos recuerda que: La innovación de Satoshi Nakamoto con su cadena de bloques consistió en desarrollar un método basado en la criptografía y las matemáticas para que una red de ordenadores anónima pudiera llegar a un consenso único sobre una base de datos compartida, igual que el ejemplo de la tribu de los yap [3].


Citas: [1] PÉREZ RAMÍREZ, J. El cuento del dinero y los bancos como no te lo habían contado antes. Madrid: Marcial Pons, 2021, pp. 18 a 20. [2] AST, F. Curso El Abogado del Futuro: Legaltech y la Transformación Digital del Derecho. Buenos Aires: Universidad Austral, 2022. [3] SANTIAGO MORENO, I. Introducción al blockchain y criptomonedas en 100 preguntas. Madrid. Nowtilus, 2021.

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