
Echando un vistazo a la hemeroteca de algunos periódicos, podemos leer noticias como estas: “
El joven –se refiere a Jared Lee Loughner–
disparó a bocajarro contra la congresista demócrata Gabrielle Giffords” (El País, 04-03-2011) o “
Los militares disparan a un hombre a quemarropa durante las protestas de Bahrein” (El Correo, 17-03-2011). Según el diccionario de la RAE,
bocajarro es una locución adverbial (procede de
a boca de jarro) y lo define como
Dicho de disparar un arma de fuego: A quemarropa, desde muy cerca; mientras que
quemarropa es:
Dicho de disparar un arma de fuego: Desde muy cerca. Partiendo de estas definiciones, para nuestro diccionario, ambos términos vendrían a ser sinónimos y se referirían a efectuar un disparo desde muy cerca; la
balística, en cambio, tiene otra opinión.
El matiz que diferencia ambas expresiones radica en si el cañón del arma de fuego está en contacto con la superficie donde se impacta (bocajarro) o no (quemarropa). En un homicidio, si la pistola estuviera tocando la piel de la víctima, produciría una herida estrellada (similar a la boca de un jarro) que desgarraría la piel de forma irregular, ennegreciéndola; en cambio, si el cañón del arma estuviera separado (hasta 30 cm) la herida sería ovalada o circular y produciría una quemadura por la llama de la deflagración (tatuaje). Si nos alejamos de esos 30 cm, hablaríamos de un disparo a corta distancia y, más allá de un metro, a larga distancia.
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