jueves, 10 de mayo de 2012

Medioambiente (VIII): El diseño de los parques para combatir la criminalidad

En otros in albis ya hemos tenido ocasión de comentar algunas estrategias criminológicas como la prevención situacional o la teoría de las ventanas rotas; su alternativa anglosajona se conoce en Estados Unidos con el acrónimo de la CPTED (Crime Prevention Through Environmental Design) mientras en el Reino Unido se denomina DOC (Design out Crime). En ambos casos, se intenta prevenir la comisión de delitos en espacios públicos urbanos recurriendo al diseño, modificando el entorno para lograr incrementar la seguridad de los ciudadanos, al tiempo que se desplaza de esos lugares a los posibles delincuentes. La idea es muy sencilla (y lógica): si un parque ofrece bancos para sentarse, zonas arboladas donde pasear, canchas para hacer deporte y columpios para que jueguen los niños, ese pulmón atraerá a la gente que, sin pretenderlo, ejercerá una vigilancia instintiva del entorno al recriminar cualquier comportamiento incívico. Si además, el parque se mantiene limpio, cuidado e iluminado, sin lugares apartados y sombríos y está bien comunicado, se incrementará la percepción general de seguridad, de modo que las personas acudirán a disfrutar de sus instalaciones y disminuirá la posibilidad de que actúen delincuentes que buscarán otros lugares más propicios.

Una percepción que también funciona en sentido contrario; es decir, si la maleza se come los paseos, la frondosidad de los árboles oculta algunos rincones donde se podría agazapar algún agresor y el mobiliario urbano sufre el vandalismo sin que las autoridades repongan los bancos, farolas y juegos rotos, los visitantes del parque dejarán de visitarlo porque se sentirán inseguros, lo que a su vez degenerará en marginalidad y ésta incrementará las tasas de criminalidad

Pero la CPTED/DOC no se emplea tan solo en el diseño de los jardines sino que va más allá y también ofrece aplicaciones prácticas en otros equipamientos urbanos; por ejemplo, para mejorar las condiciones de los ciudadanos en los polígonos industriales que suelen estar pensados para quienes acuden a ellos en coche y no para los peatones (conservando los adoquines de las aceras, aumentando la iluminación, pintando pasos de cebra o señalizando las paradas de transporte público); o diseñar barrios donde convivan el uso residencial (de viviendas) con el dotacional (de tiendas) para que las calles comerciales no se queden desiertas fuera del horario de apertura al público y se puedan cometer robos o destrozos impunemente, sin ningún testigo que avise a la policía.

Sus pioneros fueron la urbanista Jane Jacobs, con su libro Muerte y vida de las grandes ciudades (1961); y el arquitecto Oscar Newman, autor de Defensible Space (1972); y Creating Defensible Space (1996).

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