La carita sonriente de este joven paquistaní se ha convertido en un verdadero icono de las campañas que demandan acabar con la esclavitud infantil y potenciar la justicia como base de las relaciones internacionales entre los países del Norte y el Sur del planeta; sin embargo, más allá de esta simbólica imagen, se esconde un crimen aún sin resolver que conmocionó al mundo el 16 de abril de 1995, cuando Iqbal, con apenas 12 años, fue asesinado de un disparo mientras montaba en bici en Muridke, su aldea natal, cerca de Lahore (Pakistán). Según Naciones Unidas, aquella muerte no fue en vano porque inspiró a muchas otras personas que han tratado de cambiar las cosas desde entonces, defendiendo a los 250.000.000 de niños que se calcula que son empleados como esclavos en todo el mundo: uno de cada seis menores comprendidos entre los 5 y los 17 años.
La historia de Iqbal Masih (1983-1995) se relata en numerosas páginas de internet. Según la Procuraduría General de la República de Venezuela: Este niño alzó la voz contra la explotación de los más débiles en 1992, hastiado de una vida a la cual fue sometido sin consideración alguna por su condición de ser humano. Tenía cuatro años cuando su padre, a cambio de un préstamo para pagar la boda de su hijo mayor, decidió entregar al pequeño Iqbal al propietario de una fábrica de alfombras. Desde entonces el pequeño hubo de trabajar 12 horas diarias para saldar la deuda familiar. Sin embargo, con el paso del tiempo, la deuda no sólo no disminuía, sino que aumentaba con los intereses y con los nuevos préstamos que pedía su padre. En 1992, cinco años después de que comenzara su particular infierno, Iqbal conoció a Ehsan Khan, un activista que luchaba por acabar con las condiciones de esclavitud en el trabajo. Siguiendo su ejemplo, el ya no tan pequeño paquistaní comenzó a denunciar las deplorables condiciones laborales en las que otros muchos niños como él trabajaban en los telares de alfombras, convirtiéndose en un héroe para ellos. Este activismo se convirtió de inmediato en una molestia para aquellos empresarios que se lucraban con el trabajo infantil.
Amnistía Internacional, por su parte, nos aporta nuevos elementos: Era un hecho habitual: los hijos menores eran entregados a cambio de préstamos, para casar a los mayores. Para la madre de Iqbal, una campesina pobre, conseguir el dinero para la boda de Aslam era una obligación: reunir una suma apreciable para permitir que su hijo Aslam se pudiera construir una casa o adquirir tierras antes de casarse. En aquellas circunstancias, Iqbal y Patras, el otro hermano menor de Aslam, debían mostrase solidarios con su hermano mayor. En estos casos, los patronos de las fábricas recuperaban el dinero prestado descontando una parte del salario mensual acordado con sus obreros esclavos, o con su familia en el caso de menores, lo que forzaba a los trabajadores a permanecer a su servicio hasta la restitución total de la deuda. Pero a los patronos les alegraba ver a los trabajadores o a las familias de los menores pedir nuevas cantidades antes de que el miserable salario hubiera redimido la deuda anterior, ya que de esta forma la deuda no se amortizaba nunca. Al contrario, crecía, y el patrón se podía seguir beneficiando de aquel trabajo en condiciones de esclavitud.
En 1992, cuando el niño logró escapar de su cautiverio en la fábrica de alfombras donde trabajaba, con 10 años y el apoyo de la ONG Bandhua Mukti Morcha, que defiende los derechos de los trabajadores, logró denunciar a su patrón y que la justicia paquistaní clausurase la empresa textil, liberando al resto de sus compañeros. Desde ese momento, Iqbal se empezó a hacer popular, y numerosas asociaciones humanitarias comenzaron a prestar oídos a una situación que contravenía los derechos infantiles y que el Gobierno de Pakistán había preferido ignorar hasta la fecha a pesar de los acuerdos internacionales suscritos.
Lamentablemente, unos mercenarios -presuntamente contratados por los empresarios textiles- acabaron con su vida. De forma gráfica, puedes conocer la historia del niño tejedor de alfombras en este cómic.
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