El 19 de julio de 1941 se aprobó el decreto del État français –nombre con el que se conoció al gobierno colaboracionista de Vichy presidido por el general Philippe Pétain desde que se estableció en 1940 en el Suroeste de Francia tras la caída de París y la firma del armisticio con la Alemania nazi (1940) que ocupaba el resto de la República– para regular el denominado intercambio artístico francoespañol. Sus tres artículos establecían que el gobierno francés se comprometía a ceder a España, entre otras piezas, la escultura de la Dama de Elche, una Inmaculada Concepción de los Venerables pintada por Murillo, una treintena de objetos de arte celta e íbero y diversas joyas visigodas del Tesoro de Guarrazar; a cambio, el régimen de Franco, en contrapartida, le entregaría al Estado Francés los retratos de Doña Mariana de Austria (atribuido a Velázquez) y de Antonio de Covarrubias, de El Greco, además de un tapiz del siglo XVIII basado en un cartón de Goya (La riña en la venta nueva) y algunos dibujos del grabador Jean-Pierre Houël.
Este “trueque” de obras de arte solo puede entenderse en el contexto bélico de la II Guerra Mundial. Como han investigado los historiadores Cédric Gruat y Lucía Martínez: (…) es difícil negar que el intercambio artístico realizado en 1941 entre Francia y España fuera desigual. ¿Qué hay de igual entre obras únicas y piezas de las que existen varios ejemplares? (…). No hay duda de que este intercambio estuvo apoyado por Pétain por razones sobre todo políticas (…): reforzar a España en su posición de neutralidad, mejorar la imagen de Francia en la Península Ibérica [y] retomar relaciones amistosas tras los años de guerra civil. (…) la llegada a Madrid de las obras, en diciembre de 1940 y en febrero de 1941, antes incluso de que se hubiera firmado un acuerdo, nos da testimonio de una táctica deliberada de la diplomacia francesa que pretendía actuar lo antes posible con el fin de satisfacer al régimen de Franco [1].
Pero, ¿cómo llegó a Francia la célebre escultura íbera? El que fuera director del Museo Arqueológico Nacional, Miguel Ángel Elvira Barba, nos lo explica: (…) El busto fue hallado casualmente cuando, el 4 de agosto de 1897, se realizaban labores agrícolas en los terrenos que poseía el doctor Manuel Campello en la Loma de la Alcudia, junto a Elche. La noticia del hallazgo se difundió pronto, de modo que, cuatro días más tarde, ya publicó un artículo sobre ella Pedro Ibarra Ruiz, archivero local, en el periódico La Correspondencia de Alicante (…). Pero quiso la fortuna que, en esas fechas, se hallase en Elche el insigne hispanista y arqueólogo francés Pierre Paris, invitado precisamente por Ibarra para asistir a las fiestas de la Asunción. Mientras que su amigo difundía la noticia por carta entre diversas personas e instituciones españolas, Paris envió una fotografía al Musée du Louvre, recomendando la compra inmediata de la obra. Efectivamente, logró interesar a sus colegas, quienes buscaron un mecenas -el banquero Noël Bardac-, y, así respaldado, firmó el contrato de compraventa el 18 de agosto. Doce días después, la Dama, que había sido admirada como «reina mora» por los habitantes de Elche, partía para embarcarse en Alicante y, tras una escala en Barcelona, se dirigía hacia Marsella. (…), la ya bautizada en París como Dama de Elche se convirtió en el centro de una campaña periodística y científica: tomando su ejemplo como base, diversos escritores españoles reclamaron una legislación más dura contra las exportaciones de obras artísticas [2].
José S. Garnelo Alda | Santuario greco-íbero (ca. 1950) |
Todo esto sucedió en una España convulsa que, al año siguiente, alcanzaría su momento crítico con el Desastre del 98. Precisamente, fue la Generación del 98 la que primero reclamó el regreso de la Dama pero las autoridades galas se negaron. (…) Hubo que esperar a 1940 para que, con posterioridad a la derrota de Francia por Alemania, comenzaran los trámites definitivos de repatriación. Dirigió los primeros tanteos para un «intercambio de obras de arte entre Francia y España» el marqués de Lozoya, entonces director general de Bellas Artes, destacando entre sus agentes Joaquín María de Navascués, quien elaboró en poco tiempo la lista de las obras y documentos que había de reclamar el Gobierno español. El texto del convenio se firmó en París el 21 de diciembre de 1940, y los traslados se efectuaron con rapidez. La Dama, protegida en el castillo de Montauban desde el comienzo de la guerra, llegó a Irún el 8 de febrero de 1941, e ingresó en el Prado dos días después [2].
Tanto las autoridades de Vichy como las de Madrid emplearon siempre al término “intercambio” por ser precavidas dado que la Dama de Elche había sido adquirida legalmente y el gobierno colaboracionista se la estaba entregando a Franco. Tras el proceso de 1945 que llevó a Pétain a la cárcel, se reavivó la denuncia por la merma del patrimonio ocasionada por sus acuerdos con España y, en particular, por la ilegitimidad de haber enviado la Dama de Elche, donada por un ciudadano francés al tesoro público, al Prado [3]. Las reivindicaciones por parte del Louvre no cesaron en las siguientes décadas pero el Ministerio de Cultura galo no emprendió ninguna acción para revertir lo que había hecho el Gobierno de Vichy [3].
Citas: [1] GRUAT, C. & MARTÍNEZ, L. El retorno de la dama de Elche. Madrid: Alianza, 2011, pp. 309 y 310. [2] ELVIRA BARBA, M. Á. Dama de Elche. Enciclopedia del Museo del Prado (*). [3] ARANEGUI GASCÓ, C. La Dama de Elche. Dónde, cuándo y por qué. Madrid: Marcial Pons Historia, 2018, p. 146.
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