
Por unas fotografías que se hicieron en 2003, dos años más tarde se dio a conocer el descubrimiento del objeto llamado 2003 UB 313. La convención internacional de nomenclatura que se adoptó en 1925 para denominar a los nuevos cuerpos celestes que los astrónomos iban encontrando en el universo se puede traducir de la siguiente manera: año de descubrimiento (2003) + una letra del alfabeto (cada quincena del año se asigna con una; en este caso, la U se corresponde con la segunda quincena de octubre) + otra letra (que indica el número de objetos descubiertos durante esa quincena; es decir, si es una B es que fue el segundo) + un número subíndice (en este caso, el 313) porque, como actualmente se descubren muchos cuerpos, se señala el número de veces que se ha reiniciado la serie de la segunda letra (de la A a la Z, prescindiendo de la I, serían 25 letras; luego este planeta enano fue el segundo objeto que se halló en la 313ª vuelta de la serie correspondiente a la segunda quincena de 2003).
Aquel 29 de julio de 2005 que se anunció, oficialmente, el descubrimiento de 2003 UB 313, la opinión pública supo también de la existencia de otros dos nuevos planetas enanos situados más allá de Plutón (Haumea y Makemake) que se llamaron así siguiendo la costumbre de ponerles nombre de acuerdo con las antiguas mitologías de dioses; en este caso, de los Olimpos hawaiano y pascuense.
Lógicamente, la denominación de 2003 UB 313 debía recibir un bautismo análogo y, extraoficialmente, sus descubridores decidieron llamarlo Xena, en homenaje a la princesa guerrera que protagoniza la actriz Lucy Lawless en una conocida serie juvenil de televisión, pero la Asamblea de Praga votó por unanimidad que aquel objeto fuese Eris, por la diosa griega de la discordia. Un nombre muy adecuado para una reunión que vino a redefinir cuáles eran los planetas de nuestro Sistema Solar.
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