lunes, 14 de mayo de 2018

La asociación entre Israel y la Unión Europea

En el año 1897, inspirado en la visión de Theodor Herzl sobre el Estado judío, el primer congreso sionista proclamó el derecho del pueblo judío de revivir su carácter nacional en su propio país. Este derecho fue reconocido por la Declaración Balfour el 2 de noviembre de 1917 y ratificado por el Mandato de la Sociedad de las Naciones, que expresó el reconocimiento internacional explícito a la conexión histórica del pueblo judío con Palestina y su derecho a constituir nuevamente su hogar nacional. El holocausto nazi, que sepultó a millones de judíos en Europa, demostró una vez más la necesidad urgente de restablecer el Estado judío. (…) El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución a favor del establecimiento de un Estado judío independiente en Palestina, e hizo un llamamiento a los habitantes del país a tomar las medidas necesarias de su parte para poner en marcha el plan.
 
El reconocimiento por parte de las Naciones Unidas del derecho del pueblo judío a establecer un Estado independiente no podrá ser revocado. Además, el pueblo judío tiene un derecho manifiesto a constituirse en nación, como todas las demás naciones, en su propio Estado soberano. Por consiguiente, nosotros, los miembros del Consejo Nacional, en representación de la comunidad judía en Palestina y el movimiento sionista mundial, estamos reunidos aquí en sesión solemne en el día de la terminación del Mandato Británico sobre Palestina y, en virtud del derecho natural e histórico del pueblo judío y de la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamamos el establecimiento del Estado judío en Palestina, que llevará el nombre de Israel (*).
 
Con estas palabras, a las 16:00 del 14 de mayo de 1948 –hace hoy 70 años– el director del Consejo Nacional Judío y futuro Primer Ministro israelí, David Ben Gurion, leyó la Declaración de Independencia de Israel, cuna del pueblo judío, en el Museo de Tel-Aviv.
 
La estrecha vinculación euroisraelí se puso de manifiesto una década más tarde, en 1958, cuando el Estado hebreo se convirtió en el tercer país del mundo –tras Grecia y los Estados Unidos– que estableció una misión diplomática en Bruselas [1] aunque, ese mismo año, un memorándum de la Comisión Europea rechazó la posibilidad de que sus relaciones bilaterales concluyeran en la adhesión a la incipiente Comunidad Económica Europea; no obstante, en virtud del Art. 238 del Tratado de Roma, sí que propuso la posibilidad de llegar a firmar un Tratado de Asociación [2].
 
 
El primer paso fue –como era habitual en los años 70– firmar un acuerdo de cooperación (o de primera generación): el Reglamento (CEE) nº 1274/75 del Consejo, de 20 de mayo de 1975, por el que se celebró el Acuerdo entre la Comunidad Económica Europea y el Estado de Israel.
 
Aquel tratado se sustituyó por el actual Acuerdo Euromediterráneo que creó una Asociación entre las Comunidades Europeas y sus Estados miembros, por una parte, y el Estado de Israel, por otra, hecho en Bruselas el 20 de noviembre de 1995, bajo la presidencia española del Consejo; enmarcado en el contexto de los denominados acuerdos euromediterráneos que las autoridades de Bruselas continuaron suscribiendo, entre 1998 y 2006, con El Líbano, Argelia, Egipto, Jordania, Marruecos y Túnez; siempre, con un triple objetivo, fomentar un diálogo periódico en materia de política y seguridad; la cooperación económica, comercial y financiera; y la cooperación social, cultural y en materia de educación.
 
Recordemos, como ha señalado el profesor Hidalgo Lavié, que en los años 90, durante el gobierno socialista de Felipe González, (…) la acción diplomática de España no se limitó solo a apoyar, de forma decidida y continua, el Proceso de Paz en Oriente Medio iniciado en Madrid, sino también a aproximar a Israel al mundo europeo, otorgándole un status específico y relevante [3].
 
Desde entonces, este país socio con el que se desarrolla una relación especial basada en la cooperación, la paz y la seguridad, la responsabilidad mutua y el compromiso común con los valores universales de democracia, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos [según el Reglamento (UE) n° 232/2014 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 11 de marzo de 2014, por el que se estableció un Instrumento Europeo de Vecindad] ha fomentado su relación con la Unión Europea en otros aspectos más concretos, firmando nuevos acuerdos sobre cooperación científica y técnica; aviación; liberalización del comercio de productos agrícolas y pesca, etc. o incluso su participación en el Programa Marco de Investigación e Innovación “Horizonte 2020” o el conocido Erasmus+.

Por último, en cuanto a la otra gran organización de integración paneuropea, Israel no es uno de los 47 Estados miembro del Consejo de Europa pero sí que es, desde diciembre de 1957, uno de sus 6 Estados observadores (*); de modo que la Knesset (el Parlamento israelí) está representada en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE) por una delegación de tres miembros.
 
NB: todo ello sin olvidar que, más allá de su participación en las instituciones regionales europeas, la vinculación de Israel con el Viejo Continente es indudable; por citar tres ejemplos recientes: en abril de 2018, el Campeonato Europeo de Yudo se celebró en Tel Aviv; a continuación, la primera etapa de la 101ª edición del Giro de Italia salió de Jerusalén; y, anteayer, el 12 de mayo de 2018, la representante israelí ganó en Lisboa (Portugal) el festival de la canción de Eurovisión (y ya van cuatro ocasiones: 1978, 1979, 1998 y 2018).
 
Citas: [1] PARDO, S. y PETERS, J. Israel and the European Union: A Documentary History. Plymouth: Lexington, 2012, p. XXVII. [2] Ob. cit., p. 4. [3] HIDALGO LAVIÉ, A. y TOBIASS, J. Israel, siglo XXI: tradición y vanguardia. La Coruña: Netbiblo y UNED, 2011, p. 164.

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