Isabella Stewart Gardner nació en Nueva York el 14 de abril de 1840 en el seno de una familia acomodada –los Stewart– que amasaron su fortuna gracias al lino de Irlanda que importaban a los Estados Unidos y a las excelentes inversiones que realizó su padre, David Stewart, con aquellas ganancias. Durante su etapa de formación en el extranjero, la joven conoció en París al empresario John Lowell Gardner Jr. (1837 – 1898) con el que se casó poco antes de cumplir los 20 años, en 1860. Jack e Isabella se instalaron en Boston, hogar de los Gardner, y tres años más tarde tuvieron un hijo, John Lowell Gardner III (Jackie), que falleció de neumonía en 1867. Siguiendo el consejo de su médico, la joven pareja decidió viajar por Europa, Asia y Oriente Medio durante las siguientes dos décadas.
En 1878, el profesor de historia del arte de la Universidad de Harvard, Charles Eliot Norton, la invitó a participar en la Dante Society y, a partir de aquel momento, Isabella –que siempre se había sentido muy atraída por la vida intelectual y artística de Boston– comenzó a coleccionar libros y manuscritos y, desde 1896, cuadros, al adquirir un Autorretrato de Rembrandt. Con esa primera iniciativa, una estancia en el Palazzo Barbaro, de Venecia –propiedad de los bostonianos Daniel y Ariana Curtis– le ofreció la posibilidad de conocer a los pintores John Singer Sargent, James McNeil Whistler y Ralph Curtis, brindándole la ocasión de establecer un museo en la capital de Massachusetts, asesorada por el experto Bernard Berenson. A pesar de la repentina muerte de su marido, Isabella quiso continuar adelante con el proyecto, adquiriendo un solar para que el arquitecto Willard T. Sears levantase un edificio de nueva planta, entre 1899 y 1901, de evidente inspiración italiana y con diversos elementos (columnas, dinteles, balaustres, capiteles y estatuas) originales de Italia, donde pudo reunir su incalculable colección de pinturas, esculturas, tapices, muebles, manuscritos, libros raros y artes decorativas en el denominado Isabella Stewart Gardner Museum que se abrió al público el 1 de enero de 1903 para mostrar una de las mejores colecciones privadas de arte de los Estados Unidos.
La mecenas murió en 1924 dejando estipulado en su testamento que no debía cambiarse nada de las galerías y que tampoco se adquiriese ni vendiera ningún objeto de la colección.
Johannes Vermeer | El concierto (1663) |
En tan solo 81 minutos, dos hombres disfrazados de policía acudieron a la sede del Museo bostoniano la madrugada del 18 de marzo de 1990 fingiendo que habían recibido un aviso. El guardia de seguridad rompió el protocolo y tanto él como su compañero del turno de noche fueron maniatados en el sótano del edificio mientras los ladrones desvalijaban 13 piezas únicas; motivo por el cual el propio FBI lo calificó como el mayor robo de obras de arte de la historia.
Actualmente, continúan sin aparecer El concierto de Johannes Vermeer (sobre estas líneas, es considerado el lienzo desaparecido más valioso del mundo): un autorretrato y los cuadros Dama y caballero de negro y Tormenta en el mar de Galilea (en la imagen superior), de Rembrandt; el Retrato de Chez Tortoni, de Édouard Manet; Saliendo del paddock, de Edgar Degas (abajo); y otros estudios en carboncillo o un bronce chino del s. XII; de modo que el Isabella Stewart Gardner Museum ofrece una recompensa de 10.000.000 de dólares a quien facilite información que permita recuperar todas las obras robadas.
Como es imposible llenar el vacío que dejaron los ladrones, hoy en día, los visitantes aún pueden contemplar los marcos sin los lienzos, esperando que en algún momento regresen.
Edgar Degas | Saliendo del paddock (s. XIX) |
Como es imposible llenar el vacío que dejaron los ladrones, hoy en día, los visitantes aún pueden contemplar los marcos sin los lienzos, esperando que en algún momento regresen.
Fotografía de Sean Dungan de la Sala Holandesa |
NB: como curiosidad, este robo es uno de los FBI Top Ten Art Crimes que la Oficina de Investigación Federal creó en noviembre de 2005 para llamar la atención sobre las obras maestras robadas y obtener la ayuda del público para recuperarlas y llevar a los ladrones ante la justicia. Para Anthony M. Amore -que, en 2005, asumió las funciones de director de seguridad del museo-(...) it remains the greatest unsolved art heist in the world (sigue siendo el mayor robo de arte sin resolver del mundo) [AMORE, A. M. & MASHBERG, T. Stealing Rembrandts: The Untold Stories of Notorious Art Heists. Nueva York: Pelgrave McMillan, 2011, p. IX].
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