Quino, hijo de padres andaluces, publicó su primer libro Mundo Quino en 1963. Al año siguiente, el semanario Primera Plana de Buenos Aires incluyó la tira cómica de aquella niña de seis años y pelo negro que odiaba la sopa y pretendía arreglar el mundo: Mafalda. Era el 29 de septiembre de 1964 (aunque, la idea de esa historieta se remonta al 15 de marzo de 1962, considerado en Argentina como el “Día de Mafalda”). A partir del 9 de marzo 1965, sus viñetas pasaron a editarse en otro medio, el diario nacional El Mundo, y su éxito fue inmediato no solo en Argentina y Latinoamérica sino también en Europa (especialmente, en España e Italia) hasta llegar a convertirse en un personaje universal.
En aquella época, la Organización de las Naciones Unidas (…) trajo aires esperanzadores para quienes soñaban con un mundo mejor, como Mafalda, que quería ser traductora en la ONU. Sin embargo, con el tiempo, el organismo se topó con sus propias limitaciones, hecho que también percibía la protagonista. Consciente de que el entendimiento entre los diferentes países no sería cosa fácil, encaró seriamente a su globo terráqueo y le dijo: «Cuando sea grande voy a trabajar de intérprete en la UN y cuando un delegado le diga a otro que su país es un asco, yo voy a traducir que su país es un encanto y, claro, nadie podrá pelearse. ¡Y se acabarán los líos y las guerras y el mundo estará a salvo!». Eso sí; vos prometeme que vas a durar hasta que yo sea grande, ¿Ehé? [1].
Esa misma tira tiene una segunda versión: «Cuando sea grande trabajaré de intérprete en la UN. Estudiaré inglés, ruso… -y mientras termina la frase se ve a si misma sentada en la ONU entre los delegados estadounidense y soviético mientras el primero le dice: ¡Dígale que se vaya a la…. Seguido de los habituales signos ortográficos de los insultos- así que añade: ... Y algo de yudo, por las dudas».
No es la única referencia de Mafalda a la ONU [ella la llama UN, por las siglas en inglés de United Nations]. En otra tira se ve a la niña accediendo a la Asamblea General, subir al atril y dirigirse a las delegaciones de todo el mundo: «¡Que levanten la mano los que estén hartos de ver el mundo manejado con los pies!». En la siguiente viñeta se ve a Mafalda angustiada cuando ve que, efectivamente, todos los asistentes han levantado… sus pies.
En otras ocasiones, tras aclararse la garganta, se subía a un pequeño taburete para arengar a todo el planeta entero: «¡Desde esta humilde sillita formulo un emotivo llamado a la paz mundial! ¡Total!... Parece que hoy en día, el Vaticano, la UN y mi sillita tienen el mismo poder de convicción»; se dirigía a su osito de peluche mientras señalaba un globo terráqueo: «Mira, esto es el mundo, ves ¿Sabés por qué es lindo este mundo, eh? Porque es una maqueta. El original es un desastre»; se preguntaba «Qué habrán hecho algunos pobres sures para merecer ciertos nortes»; o, sencillamente, le clavaba a La Tierra un compás para sujetar la nota: «¡Cuidado! Irresponsables trabajando».
Cita: [1] QUINO. Universo Mafalda. Barcelona: Lumen. 2024, p. 202.
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