Durante el reinado de Carlos I de Inglaterra, Escocia e Irlanda (1625-1649) estallaron dos guerra civiles (1642-1646 y 1648-1649) por las continuas fricciones entre la Monarquía y el Parlamento a la hora de establecer la superioridad del rey o de la ley, respectivamente. Como sabemos, el segundo soberano de la Casa de los Estuardo permaneció en el trono hasta su ejecución el 30 de enero de 1649 cuando fue condenado a muerte, separándole la cabeza del cuerpo, por tirano, traidor y asesino. Aquel proceso pasó a la Historia, entre otras razones, por ser el primer juicio que se ha celebrado contra un Jefe de Estado acusándolo de lo que hoy en día se calificarían como crímenes de guerra. Hasta 1660 se cambió la forma de gobierno del país por la Act Declaring and Constituting the People of England to be a Commonwealth and Free-State, de 19 de mayo de 1649 para instaurar un régimen republicano –la Mancomunidad de Inglaterra o Commonwealth of England– presidido por un Lord Protector, Oliver Cromwell (y a su muerte, su hijo, Richard). Sus protectorados finalizaron con la restauración monárquica de Carlos II.
Bandera de la Mancomunidad de Inglaterra |
En ese contexto tan concreto de la historia británica, durante el breve intervalo de paz que se mantuvo entre ambas guerras civiles, el Parlamento de Westminster aprobó la Ordinance for Abolishing of Festivals, de 8 de junio de 1647, que abolió no solo la festividad de la Navidad en el Reino de Inglaterra y el Dominio de Gales sino cualquier otra conmemoración religiosa (Semana Santa o Pentecostés) al declarar que esos días eran observados por motivos supersticiosos y que debían ser jornadas laborales; a cambio, se declaraba la festividad de cada segundo martes de cada mes durante todo el año. De este modo se asignaba tiempo de descanso para los trabajadores.
La medida perduró hasta la restauración de 1660 pero, durante los trece años que se mantuvo en vigor, su implantación ocasionó numerosas protestas vecinales; quizá, las más conocidas fueron los Canterbury Christmas riots de 1647 cuando los habitantes tanto de la sede arzobispal como de otras localidades del condado de Kent, al Sureste del país, protestaron contra las autoridades puritanas colocando coronas de acebo en las puertas de sus domicilios.
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