miércoles, 9 de octubre de 2019

Las Constituciones de Brasil

La independencia de Brasil llegó con rapidez y casi sin sangre. Como recuerda Fernández-Armesto: (…) El Brasil independiente siguió siendo una monarquía, regida por un vástago de la casa real de la antigua potencia colonial. Esto era comprensible, ya que en el caso de Brasil las guerras napoleónicas habían acercado las colonias a la madre patria cuando la familia real decidió exiliarse en Brasil [1]. El historiador británico se refiere a los acontecimientos que ocurrieron el 27 de noviembre de 1807: el ejército francés cruzó la frontera hispanoportuguesa e invadió el pequeño reino peninsular. El príncipe regente decidió aceptar el consejo de su viejo aliado británico y la oferta de una flota para embarcarse junto con todo su aparato de Estado –desde funcionarios y cortesanos, cerca de doce mil, hasta papeles y archivos de la administración– en dirección a Brasil. La colonia americana llegaba así al cénit de su importancia en el seno de la monarquía Braganza. Con la llegada de la Corte a Río de Janeiro, la ciudad sucia y provinciana de 1808 pasaba a convertirse en una residencia digna de ser la capital de un imperio [2].

Y, como consecuencia, también cambió el estatus jurídico de este vasto territorio sudamericano, alcanzando su punto de inflexión con la Carta de Lei de 16 de Dezembro de 1815; en ella, el príncipe regente Juan VI estipuló: I. Que desde a publicação desta Carta de Lei o Estado do Brazil seja elevado a dignidade, preeminencia e denominação de -Reino do Brazil-. II. Que os meus Reinos de Portugal, Algarves e Brazil formem d'ora em diante um só e unico Reino debaixo do titulo - Reino Unido de Portugal e do Brazil e Algarves (…). Es decir, la antigua colonia dejaba de serlo y se equiparaba en igualdad a la metrópoli.

François-René Moreau | Pedro I de Brasil (1843)

Cuando Napoleón fue derrotado en 1815 y la situación europea lo permitió, Juan VI accedió finalmente al trono lisboeta y decidió que su hijo, el infante Pedro, permaneciera en la capital carioca mientras él regresaba al Palacio Real de Queluz; sin embargo, el mundo había cambiado y el nuevo monarca ya no pudo retomar su antiguo absolutismo; al contrario, tuvo que jurar la primera ley fundamental de la historia de Portugal: la Constituição Política da Monarquia Portuguesa de 1822. Ese mismo año, las Cortes lusas decidieron suprimir el nuevo estatus brasileño –medida que, a ese lado del Atlántico, se percibió como una recolonización– y con las primeras revueltas, el propio infante encabezó la ruptura con Portugal, proclamando la independencia el 7 de septiembre de 1822 para convertirse en el emperador Pedro I de Brasil.

Después de disolver una primera Asamblea Constituyente, el 25 de marzo de 1824 se proclamó la Constitución del Imperio [Constitução Política do Império do Brasil] que se mantuvo en vigor hasta la llegada de la República, en 1889. Al añadir a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial el moderador del monarca, permitiéndole así intervenir decisivamente en la vida y el funcionamiento político, aquella primera norma fundamental brasileña de 1824 provocó la oposición de los liberales, que desconfiaban de las convicciones constitucionales del monarca, al que también se le criticaba su excesiva inclinación hacia los portugueses residentes [3]. El descontento social fue en aumento y, finalmente, Pedro I abdicó el trono en su hijo Pedro II, siendo apenas un niño.

Manuel de Araújo Porto-Alegre | La coronación de Pedro II (ca. 1841)

El reinado del último soberano brasileño se caracterizó por diversos conflictos internos (trata de esclavos, polarización de las fuerzas liberales y conservadoras, crisis de Pernambuco, etc.) y externos (sucesivos enfrentamientos territoriales con Uruguay, Paraguay y Argentina) que se solventaron de forma positiva para Brasil, de modo que el país empezó a ser considerado una próspera potencia regional por su estabilidad y progreso; aun así, a pesar del prestigio real y de su aceptación social, la decisión de abolir la esclavitud el 13 de mayo de 1888 [Ley Áurea] generó un profundo descontento entre los propietarios de las grandes plantaciones que dejaron de apoyar a la monarquía en favor de un régimen republicano, similar al del resto de América; y con la implicación del ejército, finalmente, el 15 de noviembre de 1889 se instauró la República.

Benedito Calixto  | Proclamación de la República de Brasil en 1889 (1892)

Depuesto el emperador y proclamada la República, el general [Deodoro] Da Fonseca se convirtió en el primer presidente de la historia republicana de Brasil. La República nació, así, con origen reaccionario y con dictadura militar. El Gobierno militar promulgó la nueva Constitución en 1891 y convocó a elecciones en 1894 [4]. Durante el periodo que transcurrió entre aquella República Velha [Vieja] y la Revolución de 1930, la Constituição da República dos Estados Unidos do Brasil, de 24 de febrero de 1891, se promulgó esta ley fundamental inspirada, como su propio nombre indica, en la Constitución federal de los EE.UU.


Gustavo Hastoy | Firma del Proyecto de la primera Constitución (1891)

Se abolió el “poder moderador” que representaba la Monarquía; se federalizó a las antiguas provincias convirtiéndolas en Estados, que se podían subdividir o unirse entre ellos y dotarse de su propia Constitución; se estableció un sistema bicameral, con un Congresso Nacional compuesto por la Câmara dos Deputados y el Senado Federal, con legislaturas de tres años; el presidente (que debía ser brasileño, tener al menos 35 años y encontrarse en pleno ejercicio de sus derechos políticos) no podía presentarse a la reelección del cargo; y, por último, incluyó una Declaração de Direitos (Arts. 72 y ss).

Tras la Revolución de 1930, encabezada por los estados de Minas Gerais, Río Grande del Sur y Paraíba, se produjo un golpe militar que llevó a Getúlio Vargas a asumir, provisoriamente, la jefatura de gobierno, el 3 de noviembre de aquel mismo año (liderazgo que, como veremos, terminó extendiéndose, a lo largo de diferentes momentos, hasta 1954 en que se disparó un tiro en el corazón, siendo uno de los escasos presidentes que se han suicidado en el ejercicio de su cargo en todo el mundo).

En los primeros años de la Segunda República se aprobó la Constitución de 16 de julio de 1934, con un marcado carácter social; fue la más efímera del legado constitucional brasileño. (…) tuvo una corta duración, pues ante las convulsiones sociales fue decretado el estado de sitio en 1935. Los legisladores de la Constitución de la República de 1934 se inspiraron en la socialdemocracia de la República de Weimar. La nueva Carta determinaba que el presidente debía ser elegido por la propia Asamblea, definiendo un mandato de cuatro años (…). Desaparecía el cargo de vicepresidente, siendo el presidente de la Cámara Federal el que sustituiría al jefe del Estado en caso de impedimento. El número de senadores quedaba reducido a dos por Estado, independientemente del número de electores y de sus poblaciones. La Constitución creaba el Tribunal del Trabajo (…) y todos los ciudadanos tendrían derecho al recurso de mandato de seguridad, «en la defensa del derecho cierto e incontestable amenazado por acto manifiestamente ilegal» [5].

En 1937, Vargas dio un golpe de estado y, a semejanza del Estado Nuevo implantado por Oliveira de Salazar en Portugal, su régimen recibió el nombre de Estado Novo, III República o Era Vargas y concluyó en 1945 cuando el hombre fuerte del país fue depuesto por las Fuerzas Armadas. En este periodo, la ley de leyes de 1934 fue sustituida por la nueva Constitución de 10 de noviembre de 1937, La Polaca, en recuerdo al modelo autoritario de la nación europea. Esta Carta Otorgada se caracterizó por su centralismo y la atribución de poderes en la figura del presidente.

En 1945 se convocaron elecciones y se nombró una asamblea constituyente que redactó el nuevo texto de la Constitución de 18 de septiembre de 1946 así como las disposiciones transitorias del ADCT (Ato das Disposições Constitucionais Transitórias), retomando los derechos y libertades de la Carta Magna de 1934. En 1951, Vargas volvió a ser elegido presidente hasta su suicidio en 1954.

La segunda mitad del siglo XX brasileño se caracterizó por los golpes y contragolpes del régimen instaurado por la Dictadura Militar (1964-1985). Tras suspenderse la vigencia de la ley fundamental se otorgó la quinta constitución republicana, el 24 de enero de 1967, que trató de institucionalizar a los militares en la presidencia, enmendándola en 1969 de forma tan sustancial que, de hecho, equivalió a redactar una nueva.

Antonio Henrique Amaral | Campo de batalla III (1973)
 
Hoy en día, podemos decir que la [vigente] Constitución de [5 de octubre de] 1988 inauguró una nueva era en el constitucionalismo brasileño, quebrando el ciclo autoritario que dominó al Brasil de 1964 (fecha de la revolución militar que se implantó en el país por más de veinte años), a mediados de la década de 80 [6].

Citas: [1] FERNÁNDEZ-ARMESTO, F. Las Américas. Historia de un hemisferio. Barcelona: Debate, 2014, p. 114. [2] SÁNCHEZ GÓMEZ, J. “El Brasil portugués”. En: AMORES CARREDANO, J. B. Historia de América. Barcelona: Ariel, 2006, pp. 903 y 904. [3] ROCA, E. “Dificultades para la creación de un orden nuevo”. En: AA.VV. Historia común de Iberoamérica. Madrid: EDAF, 2000, p. 333. [4] RODRÍGUEZ ITURBE, J. Los gatos pardos: Visión histórica del contexto jurídico-político latinoamericano (siglos XX-XXI). Cundinamarca: Universidad de La Sabana, 2016, p. 72. [5] MOTA, C.G. & LÓPEZ, A. Historia de Brasil: una interpretación. Salamanca: Universidad de Salamanca, 2009, p. 482. [6] FIGUEIREDO, M. “La evolución político-constitucional de Brasil”. Revista Estudios Constitucionales, año 6, n° 2, 2008.

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