Hace ya tiempo que hablamos en este blog de la famosa Ley de Murphy y de otras dos que son menos conocidas: el adagio temporal de Hofstadter y el curioso razonamiento inductivo del Duck Test de Whitcomb; hoy vamos a conocer otras dos normas que aunque no son legales sí que pueden ser jurídicamente relevantes en el campo del Derecho Administrativo, en general, y en el ámbito funcionarial, en particular. El historiador inglés Cyril N. Parkinson publicó en 1957 el libro Parkinson´s Law, en donde formulaba tres leyes basadas en su experiencia personal con la burocracia administrativa y la falta de eficiencia. Decía Cyril que: 1) El trabajo se expande hasta llenar el tiempo de que se dispone para su realización. 2) Los gastos aumentan hasta cubrir todos los ingresos. Y 3) El tiempo dedicado a cualquier tema de la agenda es inversamente proporcional a su importancia; asimismo, Parkinson también afirmó que por mucho espacio que haya en una oficina siempre hará falta más.
En esta línea crítica, el profesor canadiense Laurence Johnston Peter añadió en 1969 su principio de incompetencia, según el cual: en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia: la nata sube hasta cortarse; es decir, según Peter, si una persona realiza bien su trabajo y se le promociona a un puesto donde deberá asumir una mayor responsabilidad, llegará un momento en el que alcance su nivel de incompetencia. En sentido contrario, esta idea ya se formuló a comienzos del siglo XX, cuando se atribuye al filósofo español Ortega y Gasset el siguiente pensamiento: Todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes.
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