miércoles, 26 de agosto de 2015

El primer tratado de paz internacional que se firmó

La prueba documental más antigua que ha llegado hasta nuestros días se encontró en 1906 en las ruinas arqueológicas de Hattusa [actual, Bogazköy], cuando se estaba escavando la que fuera capital del Imperio Hitita que se extendió por el interior de la península de Anatolia (la parte asiática de Turquía) y la costa siria del Mediterráneo. Es el denominado Tratado de Qadesh (en inglés: Treaty of Kadesh; en turco, Kadeş Anlaşması); una singular inscripción cincelada en acadio –la lengua diplomática del siglo XIII a.C.– que, originariamente, se labró en plata para que la firmasen el faraón egipcio Ramsés II y el rey hitita Hattusili III con el fin de lograr la paz y poner fin al conflicto armado que enfrentó a las dos grandes potencias de aquel entonces; una guerra que –según reconoció Kofi Annan– se desarrolló en el año 1279 a.C. (aunque esta fecha oscila entre 1269 y 1278, en función de las fuentes que se consulten).

La incompleta versión hitita se conserva en el Museo Arqueológico de Estambul; la egipcia, de acero, en la sala hipóstila del recinto del Templo de Amón-Ra en Karnak y, gracias a la generosidad del pueblo turco, una réplica de cobre puede verse en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, fuera del salón del Consejo de Seguridad, como les agradeció el antiguo Secretario General de las Naciones Unidas en un discurso que pronunció el 13 de noviembre de 2006. En aquella intervención, Annan puso de relieve la trascendencia del acuerdo de Qadesh porque poniendo fin a decenios de desconfianza y de guerra, ese tratado marcó un hito en su época. Iba más allá de una mera cesación de hostilidades, y comprometía a ambas partes a prestarse asistencia y cooperación mutuas. De hecho, fue la consagración literal de una alianza entre dos grandes civilizaciones.

 
Con el fin de establecer una buena paz y una buena fraternidad (…) para siempre entre el país de Egipto y el país de Hatti, los dos monarcas acordaron ayudarse mutuamente en caso de que un enemigo extranjero les atacase: si Hattusili, el rey del país hitita, me envía este mensaje: "Ven en mi ayuda contra él", Reamasesa, mai Amana [la transcripción cuneiforme de Ramsés II], el gran rey, el rey del país egipcio, tiene que enviar sus tropas y sus carros a matar a este enemigo y a dar satisfacción al país hitita; y viceversa: si un extranjero marcha contra el país de Egipto y (…) el rey del país de Egipto, tu hermano, envía a Hattusili, el rey del país hitita, su hermano, el mensaje siguiente: "Ven en mi ayuda contra él", entonces Hattusili, rey del país hitita, debe enviar sus tropas y sus carros y matar a mi enemigo.

Asimismo, el acuerdo de paz incluía una cláusula que, hoy en día, calificaríamos como un tratado de extradición: Si un grande huye del país hitita y si se va junto a Reamasesa, mai Amana, el gran rey, rey del país de Egipto, entonces Reamasesa, mai Amana, el gran rey, el rey del país de Egipto, tiene que apoderarse de él y entregarlo en manos de Hattusili, el gran rey, el rey del país hitita, su señor; y al revés, si alguien se marchaba de Egipto al Imperio Hitita.

La tablilla de Qadesh finaliza con la habitual cláusula conminatoria que ya se utilizó en las primeras colecciones legales de Mesopotamia, con una admonición: si ambas partes no observaban el tratado, entonces los dioses del país de Egipto y los dioses del país de Hatti debían exterminar la descendencia de los dos monarcas. En la práctica, la paz perduró más de un siglo y logró incrementar el comercio de todo Oriente Medio.
 
Bajorrelieve de la batalla de Qadesh, en Luxor (Egipto).

Nota bene: aunque el Tratado de Qadesh fue el primer acuerdo de paz del que tenemos constancia documental, eso no quiere decir que fuese el primer tratado internacional que se firmó. Antes de que el Egipto faraónico y el imperio Hitita sellaran poner fin a su conflicto, en Mesopotamia, sus ciudades-estado ya mantuvieron una relación muy estrecha, cooperando en diversos campos (comercial, militar, político, religioso….) porque, entre ellas, existía un sentimiento de pertenecer a una entidad cultural común (…) como la Grecia clásica. En el periodo que transcurrió entre los años 3000 y 1500 a.C., los tratados escritos de esta época son muy escasos, aunque la correspondencia diplomática deja claro que existían y que se redactaban con mucho cuidado; como ocurrió, por ejemplo, con el decreto de Sadlas y Neribtum, dos pequeños reinos situados en la región de Diyala, al nordeste de Babilonia, preocupados por la repatriación de sus ciudadanos: un hijo de Sadlas (…) y un hijo de Neribtum (…) que fue hecho prisionero, será liberado [POSTGATE, J. N. La Mesopotamia arcaica. Sociedad y economía en el amanecer de la historia. Madrid: Akal, 1999, pp. 50 y 307].

La principal diferencia entre lo que sucedía, por un lado, a orillas del Tigris y el Éufrates y, por otro, junto al Nilo es que Qadesh lo suscribieron dos imperios que ya podríamos calificar como dos estados nacionales -Egipto y Hatti- y no dos ciudades-estado -por establecer un paralelismo: Menfis y Hattusa- en línea con lo que sucedía en Mesopotamia, donde eran las distintas localidades las que negociaban con voz propia.

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