miércoles, 8 de febrero de 2017

La exclusión de Nueva Zelanda del Tratado ANZUS

Al finalizar la II Guerra Mundial, Estados Unidos puso en marcha una política de alianzas por todo el mundo. Desde el punto de vista del Viejo Continente es probable que su estrategia más conocida sea la euroatlántica con dos grandes hitos: por un lado, el 16 de abril de 1948 entró en vigor la primera organización paneuropea que surgió tras aquel devastador conflicto armado: la Organización Europea de Cooperación Económica, con el fin de ejecutar el famoso Plan Marshall [en los años 60, la OECE se refundó en la actual Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)]; y, por otro lado, un año más tarde, ese mismo eje se reforzó, el 4 de abril de 1949, mediante la firma de los catorce artículos del Tratado de Washington por el que Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, los Países Bajos, Portugal y el Reino Unido crearon la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Pero, al mismo tiempo, el Gobierno estadounidense también echó la vista al Océano Pacífico para desarrollar otro sistema de pactos análogo, enmarcado en el denominado San Francisco System.

Una semana antes de que los aliados firmaran la paz con Japón, el 8 de septiembre de 1951, el día 1 de aquel mismo mes se adoptó el Tratado de Seguridad entre Australia (A), Nueva Zelanda (NZ) y Estados Unidos (US) –iniciales en inglés de las que procede el acrónimo ANZUS– en San Francisco (EE.UU.) que entró en vigor el 29 de abril de 1952. Aquella era la primera vez que las dos antiguas colonias [británicas en Oceanía] entraban en una alianza que no incluía a Gran Bretaña [1].

Tras reafirmarse en los fines y principios de la Carta de las Naciones Unidas y en su deseo de vivir en paz, los tres estados signatarios mostraron su deseo de coordinar esfuerzos para garantizar la seguridad en la región del Pacífico hasta que se desarrollase otro acuerdo de seguridad más completo en esa misma esfera de influencia [curiosamente, este objetivo debería haberse cumplido en 1954 con la creación de la Organización del Tratado del Sudeste Asiático (Southeast Asia Treaty Organization) pero la SEATO terminó disolviéndose en 1977 por inoperante].

Los once artículos del Tratado ANZUS comprometieron a los tres países a resolver cualquier disputa internacional mediante el arreglo pacífico, absteniéndose de recurrir al uso de la fuerza y ayudándose de forma mutua; en este sentido, la esencia de ese acuerdo trilateral se encuentra en la redacción de su Art. IV al disponer que cada parte reconoce que un ataque armado en el área del Pacífico contra otra de ellas constituye un peligro para su propia paz y seguridad, actuando frente al común peligro de conformidad con su orden constitucional. Este precepto –similar, aunque no tan explícito, al principio de defensa colectiva previsto en el Art. 5 del Tratado de la OTAN– lo invocó Australia, por primera vez, a raíz del 11-S, como muestra de solidaridad y apoyo a los Estados Unidos tras los ataques terroristas contra las Torres Gemelas y el Pentágono [2]. Finalmente, el Art. VII estableció un Consejo [ANZUS Council] integrado por los ministros de Asuntos Exteriores de las tres potencias, que se reunió por primera vez en Honolulú (Hawái, EEUU) en el verano de 1952; y el Art. X dispuso que la duración del tratado sería indefinida, previendo que cualquiera de las partes pudiera denunciarlo previo aviso de un año de antelación.

Eric Heath | ANZUS (1985)

En teoría, seis décadas después de aquella firma, el Tratado ANZUS continúa en vigor; sin embargo, la llamada “crisis nuclear” de los años 80 provocó la exclusión neozelandesa de esta alianza, no de iure –porque el Tratado no prevé la expulsión de un Estado parte– pero sí de facto porque Estados Unidos suspendió sus obligaciones convencionales con respecto al Gobierno de Wellington el 17 de septiembre de 1986 [3] y, ese mismo año, los otros dos ministros de Asuntos Exteriores –el estadounidense George P. Shultz y australiano Bill Hayden– se reunieron para confirmar que, a pesar de ello, sus naciones seguirían cumpliendo con las obligaciones derivadas de aquella alianza ya bilateral.

El profesor Sobrino Heredia [4] ha señalado al respecto que debería ser motivo de reflexión la decisión de Estados Unidos de “expulsar” a Nueva Zelanda, supuesto en ningún caso previsto por el Tratado (…). La justificación sería la negativa por parte de Nueva Zelanda de aceptar en sus puertos los barcos a propulsión o con cargamento nuclear (…). En febrero de 1985, el nuevo gobierno laborista de Nueva Zelanda dirigido por D[avid] Lange, que había mantenido una postura antinuclear radical en la campaña electoral, se negó a conceder el derecho de escala al destructir norteamericano Buchanan de motor tradicional, ya que el Pentágono rechazó, en virtud de la doctrina oficial, comprobar o negar si estaba equipado este barco con armas nucleares. Como resultado de ello (…), la Administración de Reagan avisó, en agosto de 1986, de la suspensión de las obligaciones militares que con respeto a Nueva Zelanda tenía según el Tratado de Alianza (…) Quedando por tanto la ANZUS inoperante en la práctica.

Aunque la doctrina australiana considera que las obligaciones de este pacto se mantienen intactas para los gobiernos de Washington y Canberra, otros autores –como el analista Galen Carpenter [5]– se preguntan si, con la retirada de hecho de Nueva Zelanda, no es hora ya de desmantelar ANZUS.

Citas: [1] NILE, R. y CLERK, C. Australia, Nueva Zelanda y Pacífico Sur. Barcelona: Folio, 2007, p. 193. [2] TOW, W. y ALBINSKI, H. “ANZUS – Alive and Well after Fifty Years”. En Australian Journal of Politics and History: Vol. 48, n. 2, 2002, p. 154. [3] Office of the Historian. [4] SOBRINO HEREDIA, J. M. “Las organizaciones internacionales en Asia y Oceanía”. En DÍEZ DE VELASCO, M. Las organizaciones internacionales. Madrid: Tecnos, 2003, 13ª ed., pp. 796-787. [5] GALEN CARPENTER, T. Collective Defense or Strategic Independence? Washington: CATO Institute, 1989, p. 130.

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